RCR Arquitectes: “Tratamos de buscar respuestas a cada contexto, y eso hace los proyectos únicos”

Reflexiones de RCR Arquitectes, ganadores del premio de arquitectura Pritzker 2017

 

En mayo del 2017, el premio Pritzker, el más prestigioso del mundo en el ámbito de la arquitectura, hizo algo extraordinario. Por primera vez en sus 38 años de historia el galardón respaldado por The Hyatt Foundation se entregó a tres arquitectos del mismo estudio: Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Villalta, o lo que es lo mismo, RCR Arquitectes. Y es muy probable que, también por primera ocasión, se haya entregado a un equipo tan pegado a su pueblo natal, Olot (Girona), donde montaron el estudio hace treinta años después de sacar adelante sus carreras en Barcelona, desoyendo el consejo de los que les recomendaban un asentamiento con mayor proyección.

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Rafael Aranda, Carme Pigem and Ramon Vilalta. Foto: Javier Lorenzo Domínguez.

El hecho de tratarse de tres personas al mismo nivel ha sido uno de los argumentos empleados por parte del jurado, que destacó su “intensa colaboración” para sacar adelante trabajos con un tremendo respeto por el “contexto” y el “lugar”. En 39 ediciones es la segunda vez que el premio recae en profesionales españoles. El primero en abrir el camino fue Rafael Moneo, en 1996. “Han demostrado que la unidad de los materiales puede otorgar una increíble simplicidad a los edificios”, argumentó el jurado liderado por Tom Pritzker, quien destacó también la atemporalidad de sus obras y, al mismo tiempo, su respeto por el pasado.

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Bodegas Bell–Lloc, 2007, Palamós, Girona. Foto: Hisao Suzuki

Funcionan como equipo y crean como tal desde hace décadas. ¿Cómo resuelven las soluciones creativas que son contradictorias y que bloquean un proyecto?

Cuando las soluciones creativas tienen un origen común y parten de la pura esencia del mismo proyecto, no hay contradicción sino avance y adición.

 Se trata de un estudio con raíces territoriales que con el tiempo ha salido a trabajar al exterior. ¿Cuesta conectar con un territorio que es ajeno? ¿Cómo es el proceso y qué esfuerzos exige?

El proceso proyectual es el mismo y la metodología la misma. Luego cada proyecto y cada lugar son diferentes. Se trata por lo tanto de dar una respuesta específica a cada contexto por lo que cada proyecto se convierte en único.

Museo Soulages, 2014, Rodez (Francia) en colaboración con G. Trégouët. Foto: Hisao Suzuki
Museo Soulages, 2014, Rodez (Francia) en colaboración con G. Trégouët. Foto: Hisao Suzuki

Discreción, sencillez, belleza… son algunas de las etiquetas a su obra construida. Que se premie internacionalmente esa línea de trabajo, ¿es anecdótico o tiene que ver con una nueva y oportuna concepción universal de la arquitectura?

Para nosotros sólo hay una arquitectura y es aquella que es capaz de catalizar en una unidad emocionalmente perceptible todos aquellos inputs que deben resolverse. Que estos adjetivos estén presentes nos parece un buen camino para ayudar a valorar y hacer sentir la importancia de la calidad espacial para la vida de las personas.

 Aseguran en distintas intervenciones públicas recientes que los últimos reconocimientos no les van a cambiar porque les llegan con cierta madurez profesional. ¿Temen que, sin embargo, cambien los clientes y el espíritu inicial de los encargos que reciben?

Quizás los encargos puedan venir de más fuentes dado que ha habido una mayor difusión de nuestra obra, pero entendemos que quienes se acerquen al estudio lo harán para continuar con el espíritu con el cual hemos hecho nuestra obra hasta ahora.

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Espacio Público Teatro La Lira, 2011, Ripoll, Girona (España) en colaboración con J. Puigcorbé. Foto: Hisao Suzuki

LAS CLAVES DEL ESTUDIO

Sus obras, pegadas a la naturaleza

Otro de los argumentos del jurado de los Pritzker fue la capacidad de los tres arquitectos de Olot para escoger los materiales y las geometrías destacando las condiciones naturales del edificio. Uno de los momentos clave del estudio fue cuando ganaron el concurso para construir el museo Pierre Soulages (Francia) para el que propusieron un edificio sobrio cuya fachada ronda los tres metros de altura, de forma que la integración armónica con el entorno natural es perfecta. Del mismo palo son las Cavas Bell-lloc, una escultura de piedra y acero que dejan el protagonismo a la viña.

 Coworking pionero

Un viaje a Japón hace 17 años cambió por completo la forma de trabajar de los tres arquitectos de Olot. Hasta entonces trabajaban en tres meses distintas, hasta que en el país en que precisamente recogieron el premio en mayo aprendieron a funcionar en torno a una única mesa, hasta el punto de que hoy no son capaces de distinguir las aportaciones de uno y de otro. “Se trata de disolver tu ego en el resultado final”, reconocen.

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