El impulso de las ciudades verdes

¿Te imaginas vivir en la ciudad y tener un huerto en la puerta de tu casa? Cada vez es más común esta estampa en pequeñas y grandes ciudades donde la agricultura se hace un hueco y pone color y sostenibilidad a un espacio gris. Caminamos hacia las ciudades verdes.

Las ciudades verdes, que apuestan por integrar la naturaleza en sus espacios, han concebido una nueva filosofía: las agrociudades, una propuesta para optimizar el uso de cubiertas y fachadas de las ciudades. Allí donde haya un espacio susceptible de ser plantado, la ciudadanía lo aprovecha para cultivar tomates, plantas aromáticas o algún árbol frutal.

Las terrazas son uno de los elementos de las ciudades verdes

Esta actividad reformula el concepto de ciudad dándole un giro y acercándolo un poco más al mundo rural y al entorno natural. Además, fomentar esta práctica ayuda a disminuir la contaminación y favorece la creación de un espacio mucho más agradable.   

Ciudades españolas, ejemplo de polis sustentables

Los huertos urbanos son ya una realidad en diferentes lugares del mundo y se han convertido en una alternativa saludable para gente de todas las edades. Estas iniciativas ayudan a mejorar la biodiversidad, transforman el entorno y proporcionan más calidad de vida, ya que, ¿a quién no le agrada ver una plantación de tomates o hinojo entre tanto asfalto?

Prueba de que estos espacios son una realidad y funcionan la encontramos en Madrid, Barcelona, Sevilla o Zaragoza. Ciudades españolas que hoy cuentan con huertos urbanos donde los ciudadanos son los que se encargan de su cuidado.

 

La ciudad de Madrid legalizó los primeros huertos en el año 2015 y, en mayo del 2016, contaba con 17 terrenos municipales dedicados a la explotación de diferentes cultivos. El objetivo final de estos huertos es el autoabastecimiento, el desarrollo y la convivencia de los ciudadanos. Con este fin el gobierno municipal ha impulsado un plan, de cuatro años de duración, con el que se pretende mejorar los huertos urbanos que ya existen e impulsar nuevos espacios.

Un camino similar es el que sigue la ciudad de Barcelona, donde los primeros huertos urbanos aparecieron en el año 1997. En 2016 la ciudad condal contaba con 15 terrenos y orientados a personas mayores de 65 años, las cuales se dedicaban a su cuidado y plantación. El gobierno municipal, con el fin de dar una nueva vida a solares abandonados, ha impulsado el Pla Buits y el Plan de Actuación Municipal 2016-2019 que pretende fomentar la horticultura y aumentar la producción de la huerta urbana.

Pero si hay una ciudad española que va por delante en el desarrollo de estos espacios esa es la capital hispalense. Sevilla cuenta con el primer huerto urbano registrado que se encuentra en Miraflores y se puso en marcha en 1983. Doce hectáreas forman este espacio donde 165 familias y decenas de asociaciones se encargan de cuidar. Como este existen otros 11 huertos en la ciudad y aumentar el número es una prioridad para mejorar la política medioambiental, social, educativa y económica de la ciudad.

En Zaragoza los espacios dedicados a la plantación y cultivo tienen un fin diferente a las ciudades anteriores. Estos espacios son explotados por asociaciones cívicas y dan trabajo a colectivos sensibles. Entre 2013 y 2016 han generado 600 puestos de trabajo.

Azoteas, fachadas y balcones verdes

Los techos verdes son azoteas que se cubren de tierra para que en ellas crezcan plantas, dejando de lado los materiales tradicionales como hormigón o tejas. Diferentes ciudades del mundo han tomado nota de esta práctica para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y conseguir un desarrollo sostenible.

Aunque parece un fenómeno reciente, lo cierto es que los países escandinavos llevan desde los años 60 poniendo en práctica esta alternativa ecológica. Alemania fue pionera, y hoy en día un 10% de los techos del país tienen estas características.

Además de reducir emisiones a la atmósfera, los techos verdes revalorizan el inmueble entre un 15 y un 20%, garantizan una vida más larga para la estructura del edificio, regulan la temperatura, actuando como aislantes térmicos, pueden utilizarse como huertos urbanos, mejoran la calidad del aire de las ciudades y absorben hasta un 80% el agua de lluvia, evitando inundaciones.

Copenhague, elegida Capital Verde europea en el año 2014, ha convertido gran parte de las zonas muertas de la ciudad en jardines con el objetivo de ser neurales en emisiones de CO2 en 2025. Un compromiso común que asumieron todos los partidos políticos, de manera que cualquier representante elegido debe prestar especial atención a este plan medioambiental.

Por otro lado Francia ha decidido tomar medidas inmediatas ante los altos niveles de contaminación que presentan algunas de sus grandes ciudades, como por ejemplo París. Se estima que unas 20.000 personas al año pierden la vida en al país a causa de la polución. Por ello, el gobierno ha aprobado recientemente una ley que exige incorporar jardines en las azoteas de los edificios de nueva construcción.

En España, entre 2003 y 2005, se construyó una de las cubiertas ecológicas más importantes del mundo en la sede del Banco Santander situada en Boadilla del Monte: un tejado con 100.000 metros cuadrados de jardín que se convierte en el mejor ejemplo del país.

Al otro lado del charco, en Toronto (Canadá), se han creado 1,2 millones de metros cuadrados de techos verdes en centros comerciales, edificios institucionales, casas particulares y complejos de apartamentos. Fue la primera ciudad en América que aplicó estas medidas, por delante de nueva York, Chicago y Buenos Aires.

Teniendo en cuenta los beneficios que tiene para salud y también para luchar contra el cambio climático, ¿debería incidirse más en la proliferación de este tipo de iniciativas? ¿Son una alternativa real para mejorar la calidad de vida en las ciudades y la contaminación?