Camp, kitsch, retro… ¿Cómo diferenciarlos? Hoy profundizamos en el “camp” a partir de la obra de Susan Sontag “Notes on camp”, manifiesto de una sensibilidad que hunde sus raíces en el siglo XVIII y vive ahora su máximo apogeo.
El camp está más de moda que nunca. Tras la Gala del Met 2019 no se habla de otra cosa. Pero, ¿no va contra la esencia del camp el estar de moda? Nos hemos ido a la obra de Susan Sontag «Notes on ‘Camp” (1964) para intentar explicar qué es el camp y cómo va más allá de la moda.
Camp: notes on fashion
La sensibilidad camp nace del amor al artificio y a la exageración y tiene preferencia por las artes visuales: mobiliario, artes decorativas, cine y también moda. Considerada hoy en día como una de las artes visuales más desarrolladas, la exposición “Camp: notes on fashion” del MET de Nueva York toma la moda como hilo conductor para intentar explicar en qué consiste el camp.
“Notes on camp” proporciona el marco para la exposición, que examina cómo se expresan los elementos de ironía, humor, parodia, pastiche, artificio, teatralidad y exageración que caracterizan esta sensibilidad. El recorrido comienza en el siglo XVIII, que es el que Susan Sontag marca como origen de este gusto por el exceso, con su espíritu romántico y su amor a lo pintoresco, representado por las novelas góticas, las chinoiseries, la caricatura o las ruinas artificiales.
El camp o el espíritu de la extravagancia
Según Wikipedia, el término camp procede del francés se camper que significa posar de una manera exagerada, y fue Molière el primero en utilizarlo para referirse a un acto cómico y teatral. Otro dramaturgo, el extravagante Oscar Wilde, es señalado por Sontag como uno de los principales “ideólogos conscientes” de este concepto.
Susan Sontag definió el camp como “el espíritu de la extravagancia”. No se trata de mal gusto, sino que de “dar la espalda al eje bueno-malo del juicio estético ordinario”. No sostiene que lo malo sea bueno o lo feo hermoso, sino que ofrece un conjunto de normas diferente para el arte y para la vida. El camp es la victoria del estilo sobre el contenido, de la estética sobre la moralidad.
En su manifiesto explica los matices de esta sensibilidad particular que convierte lo serio en frívolo. Para Susan Sontag los ejemplos más puros de camp son involuntarios, se trata de una seriedad fracasada. El camp solo puede ser absolutamente naif o plenamente consciente, exageradamente intencionado, como era Wilde. Los ejemplos citados por Sontag incluyen elementos tan diversos como Greta Garbo, las óperas de Bellini, los tebeos de Flash Gordon o el cine de ciencia ficción japonés.
¿Camp, kitsch o retro?
Estamos mucho más familiarizados con el término kitsch, pero en realidad muchas veces lo empleamos incorrectamente para designar aspectos camp. La diferencia fundamental es que cuando calificamos algo como kitsch hay cierto componente de desprecio, mientras que el camp reivindica lo olvidado y lo recupera sometiéndolo a la ironía. No es que considere bueno lo malo, es que lo mide utilizando otros patrones. El camp aprecia la vulgaridad del kitsch y se divierte con ella.
Muchos objetos apreciados por el gusto camp están demodés. ¿Quiere decir esto que lo retro es camp? No, porque no se trata de un amor a lo viejo por serlo. Lo que ocurre es que el proceso de envejecimiento nos ha dado la distancia necesaria para que nos deleitemos en el fracaso del intento y provoquen simpatía campy.
El camp en arquitectura: el bizarro novelty
El restaurante Brown Derby, en Sunset Boulevard, adoptó la forma de un sombrero de caballero de derby para llamar la atención de los transeúntes. Es un ejemplo brillante de la arquitectura novelty en la que los edificios adoptan formas inusuales con fines publicitarios o para llamar la atención. Pueden imitar objetos o imitar otros edificios, pero sin vocación de verosimilitud, sino que se trata simplemente de parecer edificios que imitan cosas que no son. Esta arquitectura bizarra podría englobarse en su conjunto dentro de esta sensibilidad por lo que tiene de exageración y, sobre todo, de humor. Al menos en los ojos del que mira, si no en el espíritu del arquitecto que los diseñó. El camp es lúdico, quiere destronar lo serio, y ¿qué hay más serio que la arquitectura?
¿Gaudí era camp?
Si el camp es seriedad fracasada que contiene la mezcla adecuada de exageración, fantasía, pasión e ingenuidad, un buen ejemplo de camp involuntario sería la arquitectura de Gaudí. Para Sontag es camp en su estilo, fantástico y ornamentado, pero también porque revela una ambición un tanto desmesurada por parte de un arquitecto apasionado por su labor pero que, ingenuamente, creía poder elaborar toda una cultura él solo. La inacabada Sagrada Familia es el mejor testimonio de esta desmesura.
Camp en artes decorativas
Uno de los ámbitos en los que el camp está más presente es el de las artes decorativas. El exceso y manierismo del camp se manifiesta en objetos decorativos e interiores donde domina el artificio. Es el caso del art nouveau, que para Sontag es uno de los estilos camp más característicos. Las creaciones de este movimiento juegan a convertir una cosa en otra, como las bocas del metro de París de Hector Guimard en forma de tallos de orquídeas, las lámparas Tiffany que quieren convertirse en plantas floridas o el mobiliario grotto.
De Batman a Cher
En lo referente a las artes visuales, todos podríamos citar también ejemplos campy en el cine y la televisión. Mirando hacia atrás, encontramos las series de televisión de los años sesenta inspiradas en comics y caracterizadas por sus colores saturados, que no fueron concebidas como camp pero que hoy disfrutamos por lo camp que son, como Batman, La familia Adams o La isla de Guilligan. Lo mismo ocurre con telenovelas como Dallas o Dinastía y su lujo de cartón piedra. Sin embargo también hay cineastas con una sensibilidad camp que trasladaron a sus películas conscientemente, como el caso de John Waters. Pink Flamingos y Divine están en la cima del camp, que también valora ese toque marginal.
En música podemos rastrear el camp desde el teatro de variedades y el cabaret, hasta fenómenos excesivos como Liberace o el último Elvis, y en divas contemporáneas como Cher o Lady Gaga. Las Vegas, con todo su brillo, podría considerarse la capital del camp.