La cuarentena da un respiro al planeta

Comenzó China. Continuó Italia. Tras ellos, países de todo el mundo decidieron paralizarse para plantar cara a la COVID-19. Se paró la economía. Cesaron las actividades industriales. Cayó el transporte. Las calles se vaciaron y el planeta respiró. Hasta los sismólogos constataron que la Tierra vibraba menos.

Un aire más limpio

Las restricciones que se impusieron para frenar el coronavirus tuvieron un rápido efecto en la calidad del aire reduciendo nuestra huella de carbono. La pandemia generó la mayor caída en las emisiones de CO2 desde que hay registros.

En apenas un mes las emisiones de dióxido de nitrógeno caían entre un 20% y un 30%. A medida que avanzaban la cuarentena el porcentaje se elevaba al 60% en China, Europa Occidental y EE.UU.

Los efectos se podían ver desde el espacio. La NASA constataba que tras el primer confinamiento en Wuhan los niveles de dióxido de nitrógeno en China registraban caídas históricas.

 

En Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA) mostraba la evolución en el continente tras las primeras medidas de confinamiento.

 

Y en España, un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia constataba que los cielos españoles estaban un 64% más limpios. Barcelona, Castellón y Madrid, fueron las más beneficiadas.

Imágenes inéditas

Asomarse a la ventana y ver el Himalaya desde la India. Por primera vez en 30 años, la mejora de la calidad del aire permitió disfrutar de las icónicas cumbres a 200 kilómetros de distancia.

 

Para disfrutar, las imágenes de una Venecia casi desierta. Paró la actividad, paró el transporte marítimo… Y el agua de los canales se volvió transparente.

 

Con las calles vacías la naturaleza reconquistó espacios. Cabras montesas correteando por los pueblos de Gales. Patos en el centro de París. Ciervos en medio de ciudades de Japón…

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El silencio

Salir a los balcones y escuchar el silencio. La contaminación acústica, el segundo factor de riesgo ambiental más peligroso según la OMS, se redujo drásticamente.

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La universidad de Toulouse inició el proyecto Silent Cities para medir los ruidos de las ciudades durante el confinamiento. En algunas áreas de París la contaminación acústica ambiental se redujo en un 90%.

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El dato negativo: más plástico

Nuestro cambio de hábitos también nos deja datos negativos, especialmente en la economía circular. Aumentan los residuos hospitalarios, aumentan los envíos a domicilio y aumenta, por lo tanto, el consumo de plástico.

Un informe de Ecoembes señalaba que en España, la recogida de material en los contenedores amarillos se había incrementado un 15%.

 

Las ciudades tras la crisis sanitaria no volverán a ser iguales. ¿Conseguiremos hacerlas más sostenibles? ¿Hemos aprendido algo?