CONEXIÓN CON… Idoia Cuesta, creadora textil y cestera contemporánea

Donostiarra del 69, pero afincada desde hace años junto al río Miño, en un bucólico entorno de Outeiro de Rei (Lugo), Idoia Cuesta emplea constantemente una palabra cuando habla de su trabajo: jugar. Porque investigar e innovar con técnicas ancestrales, adaptándolas y transportándolas hasta nuestros días, es quizá lo que más le gusta de su oficio a esta artesana moderna.

Su curiosidad, su amor por la naturaleza y su capacidad de trabajo la han llevado a experimentar con distintas técnicas, a fusionar con acierto cestería y textil y a descubrir por el camino nuevos materiales con los que saciar su creatividad. También a colaborar con grandes firmas y profesionales. Su panel de láminas de castaño es el que da la bienvenida en la tienda insignia de Zara Home en A Coruña; teje bolsos y jarrones de piel trenzada para Loewe; la tienda de Ourense de Adolfo Domínguez luce en el techo una instalación suya con forma de parra; sus corsés de mimbre para la diseñadora de moda Maya Hansen son pura fantasía.

Idoia Cuesta toca una fibra —de lana, yute, cáñamo, reciclado de plástico, textil, da igual— y surge la magia. No es de extrañar que sea ya Premio Nacional de Artesanía (2014) y Premio Artesanía de Galicia (2021).

En esta CONEXIÓN CON… la entrevistamos para conocerla, a ella y a su trabajo, más a fondo.

La cestería, sueles decir, es algo más que hacer cestos. ¿Qué más significa para ti?

Para mí ser cestera es poder trabajar con las fibras que te regala la naturaleza y, un paso más allá, trabajar incluso con otro tipo de materiales como innovación: poder aplicar las técnicas de la cestería a otros materiales.

 

Te formaste como zoóloga marina. ¿Qué hay de la Idoia Cuesta bióloga en la Idoia Cuesta cestera?

Yo creo que al final toda la formación que se recibe a lo largo de la vida está ahí, va dejando su poso. De hecho, yo quería haber estudiado Bellas Artes, pero no me dejaron, y entonces hice Biología, de lo cual no me arrepiento para nada. Pero creo que sí, que mis estudios incluso me han servido para conocer todo el mundo de las fibras vegetales y de los ciclos de las plantas. Así que algo me queda de esa formación en biología, en ecosistemas, en zoología. Al final siempre está la naturaleza ahí, en mi trabajo, las formas orgánicas. Y lo voy utilizando en mis colecciones.

En la última, Abisal, el mar está muy presente. Las piezas parecen algo vivo, como medusas o anémonas. Dan ganas de tocarlas. Además, es la colección con la que ganaste el Premio Artesanía de Galicia 2021.

Vivo en Lugo, junto al río Miño, en plena Reserva de la Biosfera, que es un lugar maravilloso, un entorno precioso, con bosque de ribera, y tengo el agua cerca, pero es cierto que lo que más echo de menos es el mar. Siempre me ha atraído y siempre veraneo en la costa lucense, donde estoy más en contacto con él.

 

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Allí encontraste el material con el que después creaste Abisal, en una tienda de artículos de pesca.

Sí, lo descubrí por azar. Es una tanza, un nailon que se utiliza en un arte de pesca tradicional y fue como un juego. Pensé que tenía que tejer algo con ese material y salieron esas formas orgánicas marinas que parecen anémonas, como actinias de los fondos marinos. Sí, ahí está un poco toda esa inspiración marina. Y, además, como el material es transparente, translúcido, pues como que juegan también con la luz, algo que me fascinó en un primer momento cuando estaba haciendo los prototipos de las piezas. Dependiendo de cómo las iluminase, cómo les diese la luz del sol o incluso con un foco, generaban unas sombras, cambiaban de color… Fue maravilloso descubrir cómo incidía la luz y cómo se transformaba la pieza. Porque realmente es un cesto, pero puede tener ese doble juego de uso, de cesto y luego, bien iluminado, puede cambiar y transformarse en otro concepto, de luminaria.

 

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La Homo Faber Guide, la plataforma de la mejor artesanía europea, ha reconocido el trabajo de tu taller. ¿Te consideras una neoartesana?

Hombre, no sé si soy tan neo, pero al final esta guía europea es un reconocimiento a los oficios, a la maestría, al saber hacer tradicional y a traerlo al mundo contemporáneo. Es un reconocimiento genial para poner en valor todos los oficios tradicionales.

 

¿Crees que es compatible entonces la tecnología con la artesanía o son dos mundos paralelos, que no se tocan?

Pues yo creo que son compatibles. Lo que pasa es que la artesanía sigue siendo, desde su concepto, algo manual, y ahora sí que nos ayudamos de las nuevas tecnologías. Incluso para diseñar prototipos, muchas veces utilizamos moldes hechos en 3D. La tecnología está ahí, está para usarla y para fusionarla con la artesanía.

 

¿Cuáles consideras que son los pilares de tu trabajo?

La base de mi trabajo, lo que me motiva cada día, es el hecho de estar siempre investigando, buscando nuevos materiales, o los retos como las colaboraciones con otras empresas o con equipos de diseño y arquitectura e interiorismo. Eso es lo que me motiva a seguir creando y a buscar siempre cosas nuevas o poder aplicar los conocimientos que yo tengo a proyectos nuevos. Y luego otra de las cosas que me motiva bastante es poder dar formación, seguir transmitiendo el oficio. Esos son los dos pilares fuertes de apoyo: por un lado, dar formación y, por otro, seguir colaborando y trabajando con firmas y en nuevos proyectos.

 

¿Crear es jugar y experimentar para ti?

Es todo eso y más, porque al final la creación a veces es complicada. Cuando hay un proyecto determinado o un encargo tienes unos límites y tienes que trabajar con eso. Y luego, crear desde cero y generar algo nuevo es mucho más complicado y requiere mucho, mucho trabajo. Como suelo decir, la inspiración viene cuando estás a tope trabajando y dices “pues ahora con esto podría hacer esto otro”, y al final surgen ahí las ideas. Hay que estar curioseando todo el día, buscando cosas.

 

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¿El concepto de lo bello ha cambiado en los últimos años, vemos la belleza con otros ojos?

Yo creo que sí. Después de esta pandemia que hemos pasado la gente está empezando a valorar más los objetos bellos. Al final, tras pasar tanto tiempo en casa, todo el mundo valora ahora tener materiales nobles, elementos que te hagan la vida un poco más agradable. En ese campo la artesanía tiene todavía mucho que decir y que dar. Porque es un poco lo que hace: elaborar productos que tengan alma, elaborar piezas casi únicas.

 

¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?

Pues la verdad es que como vivo en un entorno natural de entrada mi inspiración es la naturaleza, es la que me va inspirando día a día. Pero luego cuando viajo, cuando estoy en ciudades, pues siempre estoy yendo a exposiciones porque me parece muy interesante ver las cosas que se están haciendo y ver las nuevas tendencias de diseño. Yo creo que la inspiración está en todos los sitios, incluso en escaparates. Muchas veces hay que estar despierta, nunca sabes por dónde va a venir. Pero sí, es un poco eso: el entorno en el que vivo, que es muy natural, pero luego cuando me muevo en ciudades pues también busco inspiración en ellas. Por ejemplo, hace poco estuve en París en la feria de Maison&Objet y solo recorriéndola un poco ya iba viendo las tendencias, por dónde se están moviendo las firmas. Y luego, por supuesto las redes sociales, que son como una ventana abierta al mundo.

 

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Y que tú utilizas bastante.

Sí, para abrirme, compartir, mostrarme, interactuar.

 

La fusión, el mestizaje, lo híbrido. ¿Es una de tus señas de identidad como creadora?

La verdad es que sí. Por un lado, siempre estoy buscando fusionar técnicas, tanto textiles como de cestería, o incluso de anudados como el macramé o el crochet. Y luego, por otro, fusionar estas técnicas con materiales, tanto naturales como reciclados u otros nuevos materiales. Siempre es ese juego de buscar cosas para poder fusionarlas. Sí, esa es la palabra.

 

¿Con tu trabajo te gusta conectar cosas, épocas, culturas, personas…? 

Sí, al final toda la inspiración, todo el saber ancestral del oficio de la cestería son técnicas universales. Es verdad que yo me he formado en Galicia, tengo toda esa cultura tradicional y luego llevo esas técnicas a otros campos o las aplico de otras maneras. Pero ese saber tradicional está ahí. Yo me sigo formando en técnicas. Me gusta aprender todos los días, seguir formándome.

 

¿Cómo es tu proceso de creación? ¿Hay alguna parte que te gusta más?

Para mí hay dos caminos, dos procesos creativos. Por una parte, cuando se trata de un encargo o de hacer un prototipo de algo determinado, sobre esa idea busco el material y la técnica más adecuada para poder desarrollar ese trabajo, busco sus posibilidades. El otro camino es al revés: te encuentras con un material diferente y dices “¿qué hago con él?”, o piensas en cómo lo puedes tejer, en cómo darle forma, cómo puedes hacer un volumen, qué utilidad le vas a dar. Es como jugar a ver qué surge. Yo diría que un camino es como más cerrado y el otro como más libre, más abierto. Disfruto con ambos. Pero son duros también. Cuando tienes un encargo hay un esfuerzo añadido para que pueda llegar a buen término. Aunque es verdad también que a veces trabajo con diseñadores y que haya esa conexión, ese intercambio de ideas, es lo más interesante del proceso creativo, que haya ese diálogo, ese crecimiento. En el otro caso es partir de cero, es más libre y siempre surgen cosas interesantes.

 

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¿Pero resulta igualmente enriquecedor?

Sí, sí, y agotador también (se ríe). Muchas veces no se valora todo ese esfuerzo creativo cuando ves un objeto, una pieza. Pero llegar hasta ahí es complicado.

 

¿Tienes algún material fetiche, alguno que sea más especial que los demás?

Pues en mis colecciones anteriores siempre trabajaba con la lana afieltrada, era mi material fetiche. Pero ahora con los problemas de transporte, de conseguir materia prima, que se está complicando todo bastante, he vuelto a las fibras vegetales, a algo más de cercanía que pueda conseguir en la península ibérica, que no haya que andar importando. En ese sentido, ahora vuelvo al mimbre, la fibra natural por excelencia en la cestería, y a las láminas de castaño, que me están permitiendo realizar una colección, digamos, más autóctona.

 

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Mimbre, lana, castaño, nailon… Menudo contraste. No tienes prejuicios. ¿Qué te lleva a elegir uno u otro?

El material sí condiciona la técnica con la que vas a tejer, pero no me pongo límites. Con Loewe, por ejemplo, con quienes llevo colaborando un montón de tiempo ya, trabajo con piel y es algo que me enfrenta a nuevos retos sobre cómo tejer la piel, en láminas, en tiras, en cordón… Al final, los materiales transmiten diferentes cosas, se generan diferentes sensaciones cuando trabajas con uno u otro material y se consiguen diferentes objetos. Pero el reto es ese, tener diferentes materiales y ver con qué técnica los puedes tejer.

 

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Hablas a veces de objetotesoros. ¿Qué son?

Yo tenía una pieza heredada de mi abuelo. Mi abuelo se murió antes de yo supiese que él hacía cestos. Entonces, encontrarme la herramienta que él utilizaba para hacerlos fue como una especie de legado. Y ahora lo tengo ahí, conmigo, es un abridor de láminas de mimbre tallado en madera de avellano. Era de él y me ha quedado de herencia. Es un objetotesoro, que me gusta, me motiva y me transmite esa herencia de los oficios tradicionales.

 

¿Y lo usas?

Sí, sí. Me he hecho uno más moderno porque el de mi abuelo lo conservo como un tesoro, pero sí, lo tengo.

 

Has hecho colaboraciones con firmas muy reconocidas y con otros profesionales. ¿Es esta la nueva metodología de trabajo?

Sí, porque yo creo, como dije al principio, que la cestería no es solo hacer cestos, sino que es posible llevar sus técnicas a otros ámbitos y aplicarlas en el del interiorismo, la decoración, las instalaciones… Todo eso es maravilloso. Incluso hacer paisajismo plantando mimbre vivo para hacer vallas naturales o para hacer domos en patios escolares y cambiar ese espacio de cemento por algo vivo. Hay varios caminos abiertos y la cestería, en este caso, permite llegar a los complementos de moda, a la moda en sí misma. Esas colaboraciones son las que me van moviendo, me resultan muy interesantes.

 

¿Tienes algún diseñador o artesano de referencia? ¿Con quién te gustaría colaborar?

Hombre, trabajo ya con bastantes personas que me gusta lo que hacen, pero una a la que siempre he seguido y que me motiva ver cómo utiliza todas las técnicas de tejido en sus colecciones es Patricia Urquiola. Es una de las grandes y está entre mis referencias. También los hermanos Campana, unos de los diseñadores actuales que están ahí jugando con fibras y tejidos. Y bastantes más.

 

Das clases en la universidad, impartes talleres… Uno de ellos fue para Finsa en el último Madrid Design Festival. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue increíble. Fue también una apuesta de jugar con un material como era la chapa de madera. Después de visitar la fábrica de Finsa en Padrón y ver cómo se hacen los laminados y contrachapados de diferentes árboles, me pareció impresionante poder reutilizar ese material de corte que queda a veces descartado. Fue jugar con ese material y crear un cesto con trenzado, con la técnica de plaiting, de entrecruzado. La sorpresa en este taller fue que vino mucha gente. Pensábamos que solo iba a asistir gente que era de Madrid y resulta que había gente de Barcelona, de Argentina y de otros muchos sitios, que estaba de paso en Madrid y se había enterado del taller. Fue un orgullo tener alumnos tan buenos y tan creativos.

 

También has escrito un libro, Plantas cesteables de Galicia. No eres nada tacaña con tu conocimiento, lo compartes mucho.

Claro, yo he disfrutado y disfruto tanto formándome y yendo a cursos que ahora necesito transmitir lo que sé. Lo hago un poco también de cara a las nuevas generaciones, a toda esa gente joven que está estudiando, que está en escuelas de artes aplicadas, que hay que seguir potenciando, y que hay que mostrarles las posibilidades que tiene formarse en un oficio artesano para luego poder aplicarlo. Yo creo que hay futuro en los oficios, hay cantera. Es súper interesante siempre que toda la gente que está estudiando y formándose abra la mente a otras posibilidades y, quién sabe, quizá los futuros interioristas o los escultores utilicen también las técnicas de cestería en sus proyectos.

 

¿Estás jugando con algo nuevo ahora? ¿Tienes algún otro reto en mente?

Pues sí, aunque no puedo hablar mucho. Estamos con un proyecto con una planta, estamos haciendo ya los prototipos, con la idea de crear lámparas. Y, bueno, es muy interesante. Es una planta que se cultiva en Galicia y el proyecto lleva I+D. En breve saldrá la nueva colección.

 

¿Te ves en un futuro cercano más como artista y quizá menos como creadora de piezas funcionales?

A ver, es un poco la evolución lógica. La artesanía siempre ha sido utilitaria y yo sigo haciendo piezas utilitarias, colecciones con un uso determinado. Pero de vez en cuando hacer algo más artístico me permite jugar de otra manera y, al final, incluso utilizando las mismas fibras, creo cosas diferentes que no tienen un uso en sí mismas, sino que son más para instalaciones o para exposiciones. Y ahora mismo el arte textil está en boga. De hecho, en la última feria de ARCO había un montón de artistas textiles con un montón de materiales. Es un camino que me gustaría experimentar y explorar.

 

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¿Qué crees que diría tu abuelo cestero de ti y de lo que haces?

Creo que estaría orgulloso. Antes mucha gente sabía hacer cestos, mis vecinos de Outeiro de Rei los hacían para el campo, para recoger las patatas, pero claro, luego llegó el plástico y se llevó por delante todo ese saber hacer. Aunque en Galicia tenemos la suerte de que todavía sigue vivo ese conocimiento. Y esperemos que dure mucho con las nuevas generaciones, que quieran seguir aprendiendo estas técnicas. La pena que me ha quedado es no poder haber hecho algún cesto con mi abuelo porque descubrí este mundo más tarde. Pero me gusta pensar que existe un hilo conductor.