¿Cómo se construye desde África para África? En Connections by Finsa realizamos una aproximación a la actualidad de la nueva arquitectura que se desarrolla en el continente a través de algunos de sus protagonistas:
1. Francis Kéré (Burkina Faso)
La sencilla escuela de primaria que construyó en Gando, inicialmente diseñada para atender a 150 niños, se desarrolló después con una ampliación en un conjunto de edificios en los que hoy estudian alrededor de 700 chavales. Los proyectos posteriores de Kéré en su aldea natal incluyen una vivienda para profesores y también un centro comunitario y una biblioteca. En todas estas obras ha primado un modelo de confort local, con materiales y estructuras que facilitan la salida de aire caliente, con techos elevados e inclinados, que forman cámaras de aire, y alargándolos con voladizos que proyectan sombra en el exterior. Al ser estas obras resultado del trabajo colectivo de la gente del pueblo de Kéré, el arquitecto burkinés ayuda también a empoderar a comunidades rurales.
La escuela:
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La biblioteca:
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Otro de sus proyectos ha sido el nuevo diseño para la Asamblea Nacional de Benín, con una superficie de 35.000 metros cuadrados y en desarrollo desde 2018. El próximo edificio que albergará el Parlamento de este país situado entre Togo y Nigeria está inspirado en el “árbol de la palabrería”, una antigua tradición de África Occidental según la cual la gente se reunía bajo un árbol para acordar decisiones en beneficio de la comunidad.
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2. David Adjaye (Tanzania)
El proyecto de la Catedral Nacional de Ghana, la nueva catedral de Accra, capital del país africano, supuso todo un reto. Por la vinculación de Adjaye con el país –es hijo de ghaneses- y por las proporciones y características peculiares de la obra. El edificio, de estilo vanguardista, es a la vez una institución religiosa y una entidad cultural, además de centro comunitario. Tiene varias capillas, un baptisterio, escuela de música, galería de arte, un auditorio con capacidad para 5.000 personas y también el primer museo bíblico de África. La estructura destaca por sus cubiertas inclinadas y por su llamativa forma cóncava en la parte frontal. Por cierto, Adjaye colaboró con artistas y artesanos locales para la decoración interior de los espacios religiosos.
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Otro desafío para Adjaye, también en Ghana, es el diseño y construcción de 101 nuevos hospitales en el país. El arquitecto enfoca en este caso el proyecto de hospital como algo más que un lugar donde recibir atención médica. Sus estructuras son comunitarias, sostenibles, eficientes, con espacios verdes que facilitan el bienestar y la curación con el objetivo de proporcionar una experiencia hospitalaria de excelencia y vanguardia. Las instalaciones, de 8.500 metros cuadrados cada una, consisten en una serie de bloques de una sola planta. El diseño se inspira en el denkyem, que simboliza un cocodrilo, capaz de vivir en tierra o en agua. Por eso, los nuevos hospitales tendrán una estructura similar, pero se adaptarán a las características de cada uno de los lugares en los que se construirán. Las salas de pacientes tienen cubiertas de mariposa para maximizar la cantidad de luz y la ventilación cruzada, mientras que las zonas de cirugía, que requieren un entorno más controlado, usan tejados a dos aguas con voladizos largos para protegerse del sol. Ambos techos sirven para recolectar el agua de lluvia. También se usarán ladrillos de tierra entrelazados de origen y producción local para las envolventes del edificio. El uso de materiales importados será mínimo, para reducir la huella de carbono.
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3. Kunlé Adeyemi (Nigeria)
Fundador del estudio NLÉ Architects, es conocido por ser el creador de la Escuela Flotante de Makoko, un prototipo de estructura prefabricada construida en el agua para la comunidad de Makoko, un suburbio levantado sobre palafitos y uno de los asentamientos más grandes del planeta, situado en la mayor ciudad de Nigeria, Lagos. Este proyecto constructivo adopta un enfoque innovador para atender las necesidades sociales y físicas de la población ante el impacto del cambio climático. De hecho, el principal objetivo de Adeyemi con esta estructura flotante es generar sistemas de construcción alternativos, sostenibles y ecológicos. La escuela de Makoko es, básicamente, un esqueleto de madera que flota sobre unos bidones de plástico para evitar inundaciones, bastante flexible y que se puede adaptar a distintos usos: desde escuela a centro comunitario o sala de conciertos y exposiciones. Se trata de una solución práctica para un contexto agreste que Adeyemi ha llevado ya a otros lugares del mundo como Venecia, Brujas, China o Cabo Verde.
4. Mariam Kamara (Níger)
“¿Cómo puede utilizarse la arquitectura como herramienta para crear espacios públicos y cívicos más democráticos en las ciudades del futuro? Cuando nuestro contexto globalizado está creando imágenes uniformes en todo el planeta, ¿cómo pueden los edificios honrar un contexto cultural e histórico específico, su geografía, su clima, pero mirando decididamente hacia el futuro?”. Esa es la filosofía de Mariam Kamara, que ha aplicado en el Centro Cultural de Niamey, en la capital de su Níger natal, diseñado con la ayuda de David Adjaye y el mecenazgo de Rolex. La estructura ideada por esta arquitecta sirve, como ella misma señala, para llenar un vacío en una ciudad con escasez de lugares y puntos de venta culturales. “Y lo que es más importante, proporcionará un lugar para aprender, para soñar”. El concepto parte de la arquitectura tradicional y hace hincapié en las soluciones bioclimáticas y en las prácticas sostenibles de uso de materiales locales, recogida de agua de lluvia y energía solar. Está concebido para ser una parte integral de la ciudad, un punto de encuentro natural accesible a toda la población.
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Otro de los proyectos de Kamara en la senda del diseño sostenible como valor social es el del museo Bët-bi, que abrirá sus puertas en Senegal. Para ella la sostenibilidad no se reduce a colocar paneles solares o utilizar materiales naturales locales. Es un concepto que va más allá y que, de nuevo, enlaza con los de cultura, memoria y comunidad.
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5. Grupo MASS (Ruanda)
La Escuela Primaria Ruhehe que rediseñaron en el distrito de Musanze, al norte de Ruanda, es un ejemplo de la visión que este grupo formado por más de 250 arquitectos, paisajistas, ingenieros, diseñadores de muebles, creadores, escritores, cineastas e investigadores, tiene del impacto de la arquitectura en la vida de las personas. En MASS están convencidos de que la arquitectura trasciende los edificios y tiene un papel fundamental a la hora de ayudar a las comunidades a enfrentarse a la historia y proyectar nuevas posibilidades para el futuro. El nuevo colegio de Ruhehe, con más de un millar de alumnos desde preescolar a sexto grado, está diseñado como un collar, con las aulas como colgantes a lo largo de la cadena. Estos colgantes están rodeados por un muro perimetral que protege a los alumnos y reduce las distracciones en sus estudios. Y hasta tiene puertas adaptadas a su estatura.
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6. Sénamé Agbodjinou (Togo)
Es arquitecto, pero también antropólogo, poeta, investigador y activista. Con ese carácter polivalente, no es de extrañar que la labor desarrollada por Agbodjinou tenga múltiples vertientes. Este togolés, que trabaja en proyectos urbanos que empoderan a las comunidades y en los que la tecnología está muy presente, cree que las ciudades del mañana las diseñan y fabrican sus propias poblaciones. Desde hace años, Agbodjinou lleva a cabo un programa llamado HubCités Africaines con el objetivo de que la gente, a través de nuevos aprendizajes y la colaboración, reconquiste el poder de transformar el lugar en el que vive y cómo vive. Busca construir smart cities, pero no al modo occidental, sino en contextos africanos. En una entrevista de hace unos años en El País resume su visión del urbanismo: “Trabajo la arquitectura vernacular, lo que quiere decir que construyo con la gente”.