CONEXIÓN CON… Andrés Mitnik, CEO de Strong by Form

En ocasiones, los grandes cambios vienen de pequeños gestos, de individuos que experimentan y prueban algo que servirá para el avance de toda la humanidad. El ingeniero chileno Andrés Mitnik, protagonista de esta CONEXIÓN CON… tuvo claro que quería innovar para conseguir un futuro más sostenible, y desde la start-up Strong by Form, de la que es cofundador, apuesta por el desarrollo de un material biobasado en madera que ya se utiliza en sectores como la construcción o la automoción.

¿De dónde nace tu curiosidad por el mundo de las start-ups y de la construcción sostenible?

Siempre supe que quería trabajar en start-ups. Desde 2017 colaboré en una plataforma de innovación abierta para la industria minera, conectándolas con grandes empresas, evitando que desaparecieran y que pudiesen crecer en financiación y producto. Esa experiencia me convirtió en asesor de start-ups, y en el camino me encontré con mis dos socios, cuyo propósito era transformar la construcción y hacerla más sostenible.

 

¿Qué diferencia a día de hoy a la start-up de una empresa?

Es una forma de hacer las cosas, de tener sentido de urgencia, agilidad e innovación constante. En ocasiones se tiene la idea errónea de que toda start-up debe evolucionar en una empresa, y no es así.

 

¿En qué momento decidís crear Strong by Form?

Mis socios estaban investigando cómo generar la mayor resistencia empleando la menor cantidad de material posible, traspasando ese conocimiento al mundo de la madera. Cuando lograron desarrollar la tecnología necesitaban a alguien que hiciera negocio de la tecnología. La verdad que la primera vez que nos sentamos los tres juntos algo nos hizo sentir que este proyecto tan ambicioso era posible y, entendiendo el sentido de urgencia es hacer un mundo construido más sostenible, la verdad no nos quedó otra que fundar Strong by Form.

 

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Toda start-up necesita colaboradores que les ayuden a crecer. ¿Ha sido complicado encontrarlos?

El Deep Tech es software con hardware, pero el mundo físico tiene complejidades: el dinero no es lo único que te hace avanzar, eso solo lo permite el conocimiento integrado. Procuramos estar en movimiento, acudir a ferias… En Stuttgart conocimos a Finsa y conectamos con su interés por la innovación disruptiva. Estuvimos en Santiago de Compostela valorando qué podríamos hacer uniéndonos en una etapa temprana. Ha sido clave por su posicionamiento en el mercado, el acceso al conocimiento compartido, el desarrollo de focus groups en su espacio WOW en Madrid o el estudio de mercado en conjunto…

Ha sido una suerte, pues resulta muy difícil encontrar empresas que quieran incorporar nuevas propuestas. Nos vinculamos con empresas del rubro de la madera y, sin duda, Finsa es la más innovadora. En ese sentido, por nuestra parte les hemos empujado más allá, han sido el partner correcto, y mucho de este éxito pasa por las personas, y eso es lo más complicado.

 

¿La tecnología aún nos puede deparar nuevas formas de construir?

Definitivamente. Durante el próximo año, en Strong by Form tendremos un prototipo de forjado de 10 metros de largo, excede lo que se hace hoy en día con madera y es más barato que las pocas alternativas que hay. Será muy único en el mercado y se podrá aplicar en edificios de oficinas y comerciales, no solo en residencial.

 

¿En qué proyectos se está aplicando vuestra tecnología Woodflow?

Acaba de ser usada para renovar el lobby del edificio corporativo de CMPC, y también inauguramos una marquesina que reducirá en un 70% la huella de carbono de la principal compañía ferroviaria alemana.

Puede tener infinidad de usos, estamos logrando crear una especie de metal a partir de madera, lo cual es aplicable en múltiples industrias. El objetivo es que nuestra plataforma sea abierta para que cualquiera pueda tener este servicio en la nube, liberar la tecnología para generar un ecosistema de uso, con un cobro por usar la licencia -un royalty de fabricación, como hacen franquicias como McDonald’s-.

 

Strong by Form está aliada con grandes organismos a nivel internacional. ¿Estamos abriendo los ojos globalmente ante la necesidad de construir de una forma más respetuosa con el medio ambiente?

Lo estamos haciendo más lento de lo que lo necesitamos pero, por ejemplo, Francia en 2028 ya limitará el carbono asociado a la construcción de edificios. En 2032 ya no se podrá construir como lo hacemos ahora. Esto es un ejemplo de cómo debe ser el futuro, pero es un camino difícil, y desde Strong by Form queremos estar ahí cuando el cambio sea urgente, porque va a hacer falta.

 

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¿Cuáles son los grandes desafíos en movilidad y cómo pensáis ponerles solución?

La electromovilidad es el gran desafío. En este reto, nuestro producto resulta más liviano y de igual resistencia del aluminio, que es el material base de las bicicletas, por ejemplo. Podemos cambiar muchos componentes por un biomaterial, una solución que ahorra hasta el 70% de emisiones de aluminio virgen y el 50% de aluminio reciclado, que además resulta lo suficientemente ligero, resistente y económico.

 

La innovación de Strong by Form llega también al sector del automóvil. ¿Veremos madera en usos que nunca habíamos pensado, como en este caso?

No veremos por ahora automóviles totalmente de madera, pero sí apreciaremos mucho de este material en las partes más visibles, y también será posible pintarlo. De hecho, con BMW ya estamos probando distintos usos para definir donde nuestra madera digital agrega más valor y sustentabilidad en esta industria.

 

¿Cómo os inspiráis para seguir innovando?

Cada socio tiene capacidades diferentes, y eso resulta inspirador y complementario. Nunca quisimos contar con un gerente de innovación, sino que la propia innovación fuese core.

 

¿Crees que las empresas deberían compartir esta visión de contar con la innovación como core en lugar de un solo departamento?

Deberían compartir el espíritu de hacer cambios rápidos si la idea es buena y aprender a decir que no a veces, cuestionando si eso por lo que se está apostando realmente está llevando a aportar valor.