De los periodos de crisis siempre podemos extraer algo positivo. La pandemia de coronavirus aceleró la digitalización y provocó el retorno a los pueblos y el entorno rural. Para algunas personas esto se manifestó en forma de teletrabajo o nomadismo y, para otras, en una búsqueda de la soberanía alimentaria, la autosuficiencia y una vuelta a los orígenes.
Las Aldeas Modelo surgen como respuesta a esta inquietud por encontrarse con las raíces. Gracias a distintas estrategias locales ayudan a recuperar y dinamizar de forma sostenible tierras agrarias abandonadas en zonas despobladas de Galicia. En este post te explicamos en qué consiste esta iniciativa promovida por la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural y el departamento de Ordenación del Territorio y Forestal de la Xunta de Galicia.
Esta herramienta se ampara en la Ley de Recuperación de Tierra Agraria de la Xunta de Galicia y se engloba en la política Smart Villages propiciada por la Unión Europea. Precisamente, la actual veintena de pueblos reactivados (aquí puedes ver el directorio de proyectos registrados) es objeto de estudio de la Comisión Europea. Durante 2023 un grupo de veinte profesionales de este organismo valoró el programa por su contribución a la gestión forestal y a la dinamización poblacional, poniendo el foco en el diálogo entre la población local, involucrando a sus habitantes en el diseño de acciones para renovar el patrimonio cultural, los espacios públicos y mejorar las infraestructuras digitales. De esta forma, una parroquia de cinco habitantes como Cortegazas (ubicada en la montaña ourensana) acaba siendo un caso de estudio para todo el continente europeo.
¿Qué es una Aldea Modelo?
Esta iniciativa busca evitar el éxodo masivo de zonas rurales centrando la atención en las tierras abandonadas de alta capacidad productiva que estén cerca de núcleos de población. El objetivo del programa se encuentra en mejorar la calidad de vida de las personas, impulsar la demografía y la actividad agrícola y ganadera, además de trabajar en la prevención de incendios.
Se trata de un instrumento voluntario, en el que quien posea esas parcelas las cede en alquiler a un Banco de tierras durante un mínimo de diez años para su explotación mediante procedimientos tradicionales y ecológicos. Durante ese periodo se garantiza que no se reestructuran las parcelas y se presta especial cuidado al mantenimiento, conservación y recuperación de las infraestructuras agrarias, tales como vallados de red y caminos interiores.
¿Cómo se registra un proyecto de Aldea Modelo?
El programa va más allá de ofrecer una solución concreta a una parroquia, ya que cada Aldea Modelo forma parte de una red que crea sinergias y comparte conocimientos. Para entrar en dicha red cada ayuntamiento debe presentar la solicitud a la Axencia Galega de Desenvolvemento Rural, entidad que concede la declaración, elabora el plan de ordenación productiva y convoca para la selección de la propuesta de explotación más adecuada. En los criterios de valoración se tiene especialmente en cuenta la gestión forestal activa y la incorporación de personas jóvenes y mujeres, colectivos con menor presencia en el campo.
Un modelo también para las zonas pobladas
El proyecto también contempla las zonas pobladas adyacentes a los terrenos que se recuperan. En este sentido, se promueve la rehabilitación de edificios para su eficiencia energética e integración paisajística y se busca reactivar la autosuficiencia, implantando sistemas alimentarios locales y canales cortos de comercialización, además de diseñar estrategias sostenibles de negocio local específicas para cada caso.
El caso de la aldea de Muimenta y la Fundación RIA
La aldea de Muimenta, en Ourense, sufrió un incendio en el año 2017 que arrasó la mayor parte de su superficie. Los daños del fuego provocaron el abandono de las tierras, motivo por el que se incluyó en el plan de Aldeas Modelo, en el que se implicó de forma destacada la Fundación RIA, entidad que preside el arquitecto David Chipperfield.
En el proyecto de Muimenta se tuvieron en cuenta criterios para la recuperación de la identidad, del espacio público, la activación económica y social y la sostenibilidad. En primer lugar, se restituyeron elementos como fuentes, hórreos o cruceros con sistemas constructivos tradicionales (carpinterías de madera, cubiertas de teja, cierres de lajas o pavimentos de adoquín). Se eliminó el tráfico del centro del núcleo y se crearon lugares de encuentro a modo de atrios. Se procuró potenciar la energía renovable, solar y biomasa y, además, se implementó una selección efectiva de residuos de compostaje de desechos orgánicos.
Para estimular la recuperación social y económica se promovieron incentivos en el acceso a la vivienda, disposición de coworking e infraestructuras y servicios de apoyo a la actividad agroganadera.
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