El ser humano aprendió hace mucho tiempo que el clima del lugar en el que habita es lo que define el modelo que adopta su arquitectura. En ella ha buscado siempre, y en primer lugar, la manera de protegerse, sea del sol o de la lluvia, del calor o del frío. La casa como refugio. Este principio es particularmente aplicable a territorios del mundo cuyo clima se considera extremo. La naturaleza moldea las estrategias edificatorias en regiones con frío glacial o desérticas, pero también en aquellas con una elevadísima humedad y un calor constante.
En estas últimas ponemos el foco hoy. Las zonas cálidas y húmedas, tropicales, se caracterizan por tener temperaturas diurnas y nocturnas altas (apenas hay oscilación térmica), una radiación siempre intensa y lluvias muy frecuentes y abundantes. El ambiente sofoca.
La arquitectura, por tanto, ha de guiarse, en líneas generales, por tres premisas básicas: ser lo más ligera posible, estar muy ventilada y protegerse del sol, sin aplicar ninguna inercia térmica. No, en este caso este recurso bioclimático no es una ventaja porque se trata de lugares donde el termómetro apenas varía durante las 24 horas del día ni entre estaciones, y no interesa almacenar calor para luego liberarlo. Todo lo contrario: la clave está en refrescar constantemente los espacios interiores y crear un microclima particular.
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Arquitectura bioclimática: adaptarse para vivir donde sea
Vivir en una zona del planeta donde la humedad y el calor son factores persistentes implica prestar una especial atención a la forma de construir. El alto coste de la energía necesaria para aires acondicionados y aparatos para reducir el grado de humedad obliga a tener en cuenta la circularidad. Afortunadamente, un diseño arquitectónico inteligente no requiere mucha tecnología adicional. Solo es necesario conocer las limitaciones concretas que impone la naturaleza, aplicar las técnicas y métodos adecuados y echar mano de los recursos disponibles en cada región. Consiste en adaptarse, un principio esencial de la arquitectura bioclimática.
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¿Cómo se plantea una arquitectura en zonas húmedas?
En los lugares donde más críticas son las condiciones climáticas, más limitadas y fijas son las soluciones de diseño. Pero es posible trabajar bien con ellas. Al construir una vivienda u otro tipo de edificación en un área tropical deben tenerse en cuenta elementos como:
- La orientación y el emplazamiento. Lo ideal es construir con formato este-oeste y que las principales aberturas se sitúen en el eje norte-sur. Así se almacena menos calor debido al ángulo de incidencia solar en regiones con este clima y se favorece la ventilación natural y, por tanto, la disminución de la humedad. Los emplazamientos elevados son los más recomendados: mejoran la ventilación y si la construcción está separada del terreno (como los palafitos, que se alzan sobre estacas o pilares) se obtiene una mayor exposición a las brisas, además de proteger frente a inundaciones y los insectos y otros animales.
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- La protección frente al sol. Debe evitarse al máximo la radiación solar, tanto directa como difusa. Para ello, además de utilizar la orientación de la construcción y los propios árboles y vegetación, se cubren las ventanas con celosías, cortinajes o persianas y el techo se pinta de blanco. Esto hace que se oscurezcan las grandes aberturas de la casa y reduce la cantidad de luz y de calor que entran en ella. También se colocan aleros o voladizos en la parte inferior del tejado que desvían el agua y crean sombra en los espacios exteriores, convirtiéndolos en galerías abiertas y protegidas del sol y la lluvia en las que poder descansar y realizar actividades.
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- La ventilación cruzada. Es quizá el factor más importante. La ventilación abundante es vital para refrigerar el ambiente. Por eso las paredes desaparecen cuando es posible (sustituyéndose, por ejemplo, por paneles móviles, muros bajos, venecianas o elementos agujereados que cumplan la función de separar el interior del exterior) y se abren grandes huecos en fachadas opuestas para que el aire fluya sin barreras.
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- La cubierta. Debe tener poco peso (para evitar que almacene calor) y estar compuesta por al menos dos capas superpuestas y cámara de aire ventilada entre ellas. Es quizá el elemento constructivo más significativo: es sombrilla y es paraguas. Los modelos tradicionales son de tipo cónico y piramidal.
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- El color. Cuanto más claro, mejor: reflejará más la radiación solar. Las tonalidades tropicales van desde las propias de la madera hasta el color arena y, por supuesto, el blanco.
¿Qué materiales hay que utilizar para construir en climas húmedos?
Los materiales para construir en climas húmedos y cálidos son similares a los que se utilizan en clima cálido y seco. Suelen ser materiales naturales como la madera, que adecuadamente tratada presenta una gran resistencia y durabilidad. Además es un buen aislante térmico y acústico que absorbe y expulsa la humedad, regulando así el ambiente interior. Otro material de origen vegetal que se utiliza es el bambú. Es frecuente que las viviendas de climas húmedos incorporen ladrillo, yeso, cemento y hormigón. Es importante también emplear aislantes y selladores para evitar que la construcción se humedezca.
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Cob, una técnica clave para construir en condiciones de alta humedad
Otro peculiar sistema de construcción natural es el cob. La palabra (que viene del inglés y significa mazorca o algo redondeado) sirve tanto para denominar la técnica edificatoria como el material, una masa hecha a base de barro, arcilla, arena y paja que, debido a su resistencia y durabilidad, se emplea para hacer casas desde el Neolítico hasta nuestros días.
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El cob no es como el adobe, no precisa de bloques o ladrillos previamente moldeados, y es un tipo de construcción más propia de climas húmedos. Su composición podría hacer pensar que afectaría a su firmeza en contacto con las frecuentes lluvias de las áreas en las que se utiliza, pero todo lo contrario. Es perfectamente sólido: en muchos países europeos todavía se encuentran viviendas cob y actualmente se ha convertido en una alternativa viable en la construcción ecológica.
Arquitectura en cimas húmedos: más allá de la jungla y el trópico
La convivencia entre arquitectura y humedad no se circunscribe a la jungla y al trópico. Mucho más cerca también encontramos ejemplos. Y bastante más antiguos. El más singular es, sin duda, Venecia, una ciudad patrimonio de la humanidad a la que el “acqua alta”, la histórica marea alta que eleva el nivel del agua de sus canales e inunda algunas de sus zonas, ha dado más de un quebradero de cabeza.
¿Cómo se construyó esta ciudad del noreste italiano? Venecia, compuesta por una serie de pequeñas islas naturales en el Mar Adriático, flota sobre un bosque de troncos de madera clavados en el barro, bajo el agua, colocados a mano a lo largo de la historia. Son los denominados i piloti, millones de pilares que miden unos tres metros de altura por medio de diámetro, puestos uno junto al otro formando una plataforma que después se revestía con bloques de piedra. Todo un desafío arquitectónico y de ingeniería.
Esos maderos que actúan como cimientos resisten aún hoy en día. ¿Cómo? Al no haber oxígeno en las capas profundas bajo el lodo, no se produce descomposición y los piloti se han petrificado. Esa es la técnica empleada por los venecianos. Sin embargo, la ciudad se hunde poco a poco. El “acqua alta” deja sal en la piedra y ladrillo de la parte baja de las casas y a este fenómeno natural se suman los cruceros, que provocan un gran desplazamiento de agua y contribuyen al deterioro.
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