Arquitectura en climas extremos: climas secos

El diseño y configuración de los edificios depende, en gran medida, del clima en el que se encuentren. Una construcción emplazada en un ambiente con temperatura suave tendrá diferentes características que otra situada en un clima de intensidad térmica. Ya abordamos las condiciones extremas húmedas y gélidas. Hoy le toca el turno a los climas secos.

Condicionantes de la arquitectura en climas secos

 Las condiciones climatológicas más áridas son las que se dan en lugares como África Occidental, los Andes, México o el desierto de Gobi. Son climas que presentan elevadas temperaturas durante todo el año, oscilando los 20 grados de media. Se dan fundamentalmente en las regiones cercanas a la línea ecuatorial, puesto que son las que más energía solar reciben.

El clima árido caliente, por tanto, se caracteriza por un sol deslumbrante y un calor excesivo. Las precipitaciones son muy escasas y existe una elevada diferencia de temperatura entre el día y la noche. La baja humedad y la ausencia de nubes provocan que el sol caliente el suelo durante el día, pero el calor se disipa rápidamente durante la noche.

En este contexto, lo que se busca en la construcción son refugios que puedan proteger a sus habitantes de estas incomodidades. Muchas veces las unidades de vivienda tienen forma de estructuras comunes construidas para la protección mutua. Las masivas estructuras de adobe son un claro ejemplo.

Fortaleza de adobe en Marruecos

 

Al contrario de lo que ocurre en la arquitectura de clima tropical, en este caso las paredes son más importantes que el techo. Resulta habitual que las estructuras se orienten en el eje este-oeste para disminuir el calor matutino y del ocaso sobre las paredes en verano, y captar la cantidad máxima de sol en los meses de invierno. También es importante aprovechar las corrientes de viento.

 

 

Materiales para arquitectura en climas secos

En este clima hay una gran variación de temperaturas entre las horas de sol y las horas nocturnas. En consecuencia, se usan materiales de gran inercia térmica para amortiguar la oscilación. Podemos distinguir los tres tipos de materiales típicos de este tipo de arquitectura:

  • Piedra: es un material local, de alta durabilidad, resistente y un aislante excepcional.
  • Adobe: este material tiene muy buena capacidad térmica. Además, contiene la transmisión de calor al interior durante las horas de sol.
  • Arcillas secas u horneadas: sostienen una cubierta plana de tierra.

 

Casas bioclimáticas: solución para condiciones duras

Adaptar la arquitectura al entorno es la decisión más inteligente, porque también es la más efectiva y ecológica. Las casas bioclimáticas se han venido construyendo desde hace cientos de años, pero la creación de nuevos materiales artificiales y la emigración de miles de personas a las grandes urbes provocó que se dejaran a un lado. La necesidad de levantar edificaciones más rápidas y más baratas para albergar a una población creciente en las ciudades se convirtió en el principal objetivo. No obstante, actualmente se ha retomado esa sabiduría de las antiguas técnicas de construcción. Quizá porque se ha comprobado que no hay mayor sentido común que echar mano de los elementos naturales disponibles en cada zona.

La variación de temperaturas que ha sufrido el planeta obliga a la arquitectura a buscar nuevas soluciones. Almudena Espinosa, doctora en Arquitectura por la Universidad de Zaragoza, lo explica de la siguiente manera: “hoy en día las edificaciones antiguas, de los años 40 y 60, son viviendas que respondían a una situación de climatología puntual y contaban con un aislamiento de dos-tres centímetros. Ahora a un edificio nuevo se le exige que tenga unos diez centímetros de aislamiento térmico. Es necesario que las edificaciones actuales de obra nueva y las rehabilitaciones de edificios antiguos respondan a estos climas nuevos que estamos teniendo, que son muy extremos”, indica Espinosa. “La situación ideal sería que el edificio funcione como nuestro cuerpo, que cuando tenga frío se genere su propio calor, y cuando tenga calor sea capaz de refrescarse”, añade.

 

Recomendaciones para una arquitectura en clima seco:

Aunque el clima general en España no puede clasificarse como extremo, hay determinadas regiones que están más cercanas a esta climatología. Serían las zonas de Murcia, Alicante y Almería. Espinosa destaca que, en condiciones secas, “si ponemos el ladrillo en el exterior, es conveniente elegir un color que no sea oscuro. En verano los colores oscuros podrían alcanzar temperaturas altas, y podrían hacer que esos 40 grados que tenemos fuera, se vean reflejados en el interior de la vivienda”.  Lo más importante es buscar la capacidad del material de protegernos del frío o del calor o, en su defecto, elementos anexos que lo hagan.

En resumen, las recomendaciones para construir en clima seco se sintetizan en estos cuatro puntos:

  1. Proteger la edificación lo máximo posible de la radiación solar y del viento cálido. Usar aislantes térmicos en techos y muros puede ser una solución.
  2. Disponer, si es posible, de patios con plantas, ya que estas ayudan a refrescar el ambiente y facilitan el almacenamiento de aire fresco durante las noches.
  3. Proteger las ventanas con algo de vegetación, persianas o cortinas.
  4. Pintar la fachada en tonos claros.

 

Ejemplos de arquitectura en climas secos

En este post destacamos cinco construcciones adaptadas a la perfección a los climas áridos.

 

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