Subir o bajar, la cuestión es cómo integramos un ascensor en la concepción urbanística moderna.
Si tienes pensado instalar ascensor en su edificio que sepa que posiblemente será exterior. Podrá ir en el patio interior –la primera opción que estudian las empresas especializadas- o en la fachada –la tercera-. Por medio, el hueco de la escalera se convierte en la segunda opción por comodidad y coste. La mitad de los elevadores que se colocan hoy en día en inmuebles ya construidos miran directamente hacia un espacio descubierto. Así que, puestos a enseñarlo, debe saber que hay tantas alternativas como gustos, y que puede haber llegado el momento de convertir una necesidad en una ventaja.
Para empezar, arquitectos y las principales empresas del sector llevan años diseñando fórmulas que permitan integrarlo estéticamente. Tanto si es en el patio de manzana o luces de un edificio como en la fachada, explica Javier Rodríguez Alonso, Jefe de Ventas de Nuevos Equipos de Otis, la tendencia apunta claramente hacia estructuras metálicas con recubrimiento acristalado.
Además de conservar la luz natural que procede los huecos de las ventanas, contribuyen a modernizar el espacio común. En el caso de los que dan directamente a la calle, además de los panorámicos –que pueden llegar a encarecer la obra alrededor de un 20 %-, el objetivo inamovible que alterar lo menos posible la estética original, lleva a emplear materiales que se integren con la mayor discreción posible en el conjunto. Si la idea es exponerlo directamente a las condiciones meteorológicas en lugar de insertarlos en huecos que los protejan, la inversión exige unas cinco veces más de presupuesto, eso sí.
Aún así, todos ellos deben regirse por la normativa urbanística de cada municipio. En Valladolid, sin ir más lejos, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo declaró ilegal en junio un proyecto que pretendía ser pionero en el mundo de la arquitectura: un ascensor separado del edificio de vecinos al que pretendía prestar servicio. El problema surgió cuando el departamento de Movilidad del Ayuntamiento rechazó el proyecto inicial, que situaba el elevador adosado a la fachada ante la falta de espacio en el interior del inmueble. Pero su diseño impedía una circulación peatonal segura por la calle. Y decidieron cambiar el documento original. Y así, a medio construir, ha quedado paralizado, por el momento.
Han proliferando, de hecho, en los últimos años las firmas dedicadas a gestionar proyectos integrales de asilamientos técnicos y acústicos, sustituciones de ventanas, instalación eléctrica y, por supuesto, el ascensor. Se trata de otra manera de aprovechar una obra que, en el caso de los sistemas exteriores, puede obligar a alquilar espacio público para la instalación de andamios y múltiples medidas de seguridad.
Y, si tienes un negocio de hostelería, como un hotel, o algún edificio que pueda beneficiarse del sector (como el madrileño Círculo de Bellas Artes o el Palacio de las Telecomunicaciones, por poner solo dos ejemplos de centenares), la comodidad (o necesidad) de instalar un ascensor, por cuestiones legales o de otra índole, también puede servirle, sobre todo si es una gran ciudad, para añadir a su recorrido una o dos plantas más y empezar a usar esa terraza que durante años ha permanecido sin apenas uso. A pesar de ser una de las grandes joyas de la arquitectura de las zonas sin tejados a dos aguas. Centenares de edificios se han sumado a esta moda en la última década y, lejos de ir a menos, hoy en día es una tendencia claramente rentable. Y, por esa misma razón, al alza.
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