Athleisure es una revolución que ha acabado conquistando a toda la industria de la moda, desde las marcas deportivas hasta las firmas de alta costura, y llevando el estilo deportivo a la calle. La palabra surge en 2011 de la combinación de “athletic” (atlético) y “leisure” (ocio) y define una tendencia vinculada a un cambio global hacia… ¿un estilo de vida más saludable? Pues no. Porque no usamos más ropa deportiva porque hagamos más deporte, sino que lo hacemos porque queremos estar cómodos.
La Generación Z impulsa esta nueva forma de entender y vestir las prendas deportivas que mueve millones en el mundo de la industria textil. Athleisure es la combinación perfecta de comodidad, moda y funcionalidad que se adapta al estilo de vida del siglo XXI, en el que la gente no quiere tener que vestirse para ir al trabajo y para el ocio por separado. El término es nuevo, pero no la tendencia.
El origen
En el siglo XX la reducción de la jornada laboral dio lugar a la aparición del tiempo libre, y la gente comenzó a aprovecharlo para hacer deporte. Nacieron así los gimnasios y la necesidad de ropa más cómoda para el ejercicio físico. La ropa hecha “para sudar” se empezó a emplear en la calle para tener un look informal y deportivo, lo que trajo un cambio en la moda. Si durante siglos la calidad y confección de nuestra ropa había servido para distinguirnos, la ropa deportiva nos iguala: tú puedes ponerte los mismos leggings que Beyoncé o la misma sudadera que Mark Zuckerberg y compartir zapatillas con alguien del sexo opuesto.
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De la licra a los tejidos tecnológicos
El auge de la ropa deportiva impulsó la innovación tecnológica en los tejidos. Frente al algodón y la lana, el descubrimiento de las fibras sintéticas en laboratorio abrió un mundo de posibilidades. Es el caso de la licra, que mezclada con fibras naturales se convertía en un tejido ligero, elástico y que se adapta perfectamente al cuerpo, revolucionando el diseño de la ropa para hacer deporte.
La nueva investigación ha creado tejidos transpirables, de secado rápido, con control de olor, protección frente a los rayos ultravioleta o tejidos antiarrugas de alta tecnología. Con ellos se eliminan las molestias de lo “informal”. Las próximas innovaciones caminan hacia la incorporación de tecnología de pagos a las prendas, para poder salir a correr o comprar sin necesidad de llevar ni siquiera la tarjeta.
Los leggings son el nuevo denim
La frase de Mark Parker, CEO de Nike, se mantiene viva. Los pantalones de entrenamiento ya no se diseñan sólo para usarlos en el gimnasio o en la clase de yoga. Los leggings se han convertido en el nuevo básico del armario femenino, en sustitución del vaquero, mientras las sneakers reemplazan a los stilettos y las prendas deportivas llegan a las pasarelas en sus versiones de lujo: firmas como Fendi o Tommy Hilfiger ofrecen leggings de más de 300 euros.
La actriz Kate Hudson, cofundadora de la línea de ropa deportiva Fabletics, explica la clave de su éxito en la serie documental Explained: “Quiero poder vestir leggings para hacer ejercicio, llevar a mis hijos al colegio e ir al trabajo. No quiero tener que estar cambiándome. Quiero usar un solo legging para todo. Por eso está triunfando la moda active wear, que es ideal para la mujer moderna”. Las cifras de ventas lo confirman: las mujeres compran hoy más leggings que vaqueros.
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Del low cost a la haute couture
La televisión dio fama a los atletas y todos querían imitarlos, con sus sudaderas con capucha, sus mallas y sus zapatillas. Las marcas tomaron nota y comenzaron a incorporar esa indumentaria a sus catálogos. Todas las cadenas de ropa low cost cuentan con sus propias líneas de ropa deportiva, como H&M Sport, Oysho Sport o Gap Fit y el athleisure se ha convertido en un fenómeno de masas. Si en los 90 ir en chándal por la calle te convertía en objeto de burla, el nuevo outfit de moda para salir de compras o tomar el brunch con los amigos está formado por leggings con sudadera oversize, deportivas y un abrigo de lana.
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El hecho de que las celebrities se apuntasen a la tendencia ha servido para afianzarla y también para acercarla a la alta costura. Entre las firmas pioneras destacan Chanel y Dior, que en 2014 introdujeron las zapatillas deportivas en sus desfiles de primavera. A estas zapatillas de alta costura diseñadas por Karl Lagerfeld y Raf Simons le siguieron otras creaciones de Armani o de Prada en una auténtica sneaker fever. Si los leggins son el nuevo denim, las zapatillas deportivas se han convertido en el zapato que se puede calzar con todo, desde vaqueros a trajes o vestidos.
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Pero la tendencia no se quedó solo en los pies. En su colección de primavera 2016, Atelier Versace adaptaba características de la ropa deportiva -correas, cordones, detalles ergonómicos- a los códigos de la alta costura. Nacía así el llamado sportwear de luxe, que continúa al alza con propuestas como la de la francesa Longchamp para esta primavera-verano, que incorpora prendas multifunción: sudaderas que se convierten en vestidos o crop tops que podrían servir para ir al gimnasio.
Por su parte, las marcas deportivas han ido acercándose al mundo del street wear urbano y se han abierto a colaboraciones con grandes nombres de la moda: Riccardo Tisci, director creativo de Givenchi, colabora con Nike desde 2014, y Alexander Wang ha realizado ya seis colecciones con Adidas Originals. Pero también con estrellas de la música como las colecciones Fenty de Rihanna para Puma o la nueva colección de Adidas by Ivy Park firmada por Beyoncé. Todas ellas tienen en común su diseño desenfadado y que están pensadas para ir más allá del gimnasio.
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Blanca y en chándal va la novia
Athleisure ya ha revolucionado los códigos de vestuario del futuro y se atreve a ir más allá del street style. Se ha incorporado a las pasarelas, a las colecciones de alta costura de las principales firmas de moda e incluso a las alfombras rojas. Lo vimos en la última gala MET, donde la tenista Serena Williams combinó un extravagante vestido Versace con unas Nike amarillo neón mientras Kanye West acudió con un conjunto de Dickies.
Pero, ¿os imagináis a una novia casándose en chándal? Pues esto que hace unos años nos parecería tan bizarro es una realidad para diseñadoras como María Escoté. En su colección primavera verano 2019 convirtió el chándal en la prenda estrella, versionado de diferentes maneras hasta llegar al chándal nupcial: voluminoso y con un toque ochentero, cubierto de perlas, volantes y coronado con un velo de tul. Pero no es la única. Otros que se han arriesgado han sido Naeem Khan, con pantalón recto y sudadera de cremallera con capucha bordados en blanco. También Off-White creó una colección en colaboración con Nike en la que las prendas deportivas se incorporaban a la moda nupcial. La opción ideal para las novias que huyen de lo tradicional, como la rapera Cardi B, que se casó con un chándal blanco.
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