Vivimos en la era de la globalización, en un mundo en el que la conexión entre personas y empresas forma parte de lo cotidiano. La digitalización es ya una realidad. El futuro también es digital, sin lugar a dudas, para el sector de la edificación. Las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial aplicada en arquitectura, han revolucionado los sistemas de trabajo y sus resultados, y han provocado un giro copernicano en la manera de concebir, diseñar y construir.
El uso de programas de software transformó la forma de realizar los proyectos. Del software CAD, el cual sirve para realizar diseños arquitectónicos y planos en 2D, hemos pasado a la metodología virtual BIM (acrónimo en inglés de Building Information Modeling), que permite llevar a cabo los proyectos de edificación desde una perspectiva global e integrada. Implica un salto cualitativo innegable: dejar atrás la construcción desde una visión tradicional para aterrizar en plena construcción 4.0 de forma colaborativa.
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Automatización y colaboración
Las herramientas BIM muestran todo el potencial de la automatización. “Conecta datos y los acompaña de una visualización en 3D del edificio”, explica Guillermo Plaza, profesional del departamento de Consultoría Técnica de Finsa.” «Permite pasar de los planos, con información desconectada (CAD), a estandarizarla, automatizarla y compartirla. Por ejemplo, podemos controlar el diseño estructural y su interacción con instalaciones y acabados, utilizar catálogo de componentes, obtener listado de mediciones, análisis energéticos, planificación de obra, control de ejecución, etc…”, añade. Y lo hace a través del trabajo colaborativo y simultáneo, en tiempo real, con datos y procedimientos comunes y en el mismo lenguaje para todos los agentes implicados en un proyecto (desde arquitectos e ingenieros a constructoras, promotores y fabricantes), centralizando toda la información en un modelo virtual del edificio, conocido como “gemelo digital”.
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¡BIM-BAM-BOOM!
Esta maqueta digital es la llave, además, para gestionar una edificación durante todo su ciclo de vida. La aplicación de esta tecnología en el tiempo es fundamental. Por ello, el arquitecto norteamericano Patrick MacLeamy —que fue director de HOK, una firma global de arquitectura, ingeniería y planificación, y actualmente es presidente de buildingSMART International— adoptó otro acrónimo, BIM-BAM-BOOM, para explicar de forma clara y sencilla los conceptos detrás de BIM y los beneficios de las tres fases más importantes de la vida útil de un edificio (período estimado en 50 años) y transmitir la promesa real de disponer de un modelo de información a lo largo del tiempo:
- BIM es el comienzo de todo el proceso, donde el arquitecto utiliza el modelado 3D para investigar las opciones de diseño y optimizarlo.
- BAM (Building Assembly Modeling) es la etapa de construcción y montaje del edificio, cuando el diseño se entrega al contratista.
- BOOM (Building Operation Optimization Modeling) es la fase de operación, cuando se entrega al propietario y le permite administrar el edificio, programar su mantenimiento y, por ello, garantizar su óptimo rendimiento.
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Principales ventajas de BIM
MacLeamy las resumió así: mejor diseño, mejor construcción, mejor operación. Por citar algunas de sus ventajas, la tecnología BIM disminuye costes, permite un mayor control del proyecto, proporciona planos confiables y entendibles por todas las partes involucradas, da fácil acceso a todos los agentes implicados y respuesta más rápida a los cambios, mejora la toma de decisiones, reduce plazos y proporciona manuales de operación y mantenimiento.
Los beneficios de la aplicación de este software son evidentes. Un estudio de la Universidad de Stanford, basado en una treintena de proyectos BIM, constató que los cambios fuera de presupuesto se reducen en un 40%, en un 80% el tiempo para elaborar el coste estimado del proyecto y en más de un 7% el tiempo de ejecución. En resumen: a la vista de tan significativo ahorro, vale más invertir en BIM que pagar por todos los errores que, sin esta plataforma digital, pueden presentarse en las fases de montaje y operación.
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Plataformas de descarga de objetos BIM: catálogos y bibliotecas
Otra de las ventajas clave es que el BIM, a diferencia del CAD, utiliza toda una biblioteca de objetos que contienen información y parámetros (ficha técnica, certificaciones…) que favorecen un mejor proyecto. El catálogo BIM viene a ser un listado ordenado de componentes pertenecientes a un mismo conjunto y ordenado por categorías o familias (puertas, ventanas, mobiliario…). Es comparable a un diccionario. La biblioteca sería ya el espacio en el que se guardan estos catálogos en forma de archivos.
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Por ello, la ventaja de una empresa fabricante de productos que los tenga en BIM es clara: a cuantos más portales web acceda su catálogo, mayor visibilidad y difusión tendrán sus componentes y mayores serán las posibilidades de llegar a los profesionales deseados. Finsa, por ejemplo, ya ofrece sus soluciones de hábitat en madera en BIM y está desarrollando con la consultora Modelical su transformación digital para adaptarse a las nuevas necesidades del sector de la construcción a través de las plataformas Bimética, BimObject y Bim&CO. Con este proceso pretende integrar la metodología BIM y así mejorar el trabajo colaborativo entre promotores, arquitectos, interioristas y constructoras.
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Dos velocidades en la adopción de BIM
¿Pero por qué entonces, siendo una herramienta tan capaz, no se ha extendido más la adopción de BIM en España y sigue siendo aún un reto pendiente? Pese a estar llamada a convertirse en forma de diseño dominante, al sector de la edificación todavía le cuesta subirse al tren de las nuevas tecnologías. Cualquier revolución tecnológica representa un reto, pero BIM ya no es una novedad —lleva años en el mercado— y la incorporación de esta plataforma aún es muy desigual.
Así, mientras los grandes estudios de arquitectura, e ingeniería, y las grandes constructoras diseñan y trabajan con BIM, no ocurre lo mismo con firmas de menor tamaño, mucho menos digitalizadas. “Este es, en general, un sector muy conservador. Las barreras de entrada para una nueva tecnología suelen generar incertidumbre, sobre todo en pequeñas organizaciones que llevan años trabajando de la misma forma. Y se necesita una curva de aprendizaje, lo cual exige un esfuerzo”, señala Guillermo Plaza, quien apunta a otra causa: “No suele emplearse BIM para proyectos de menos de un millón de euros. Las promotoras profesionales que han incorporado a su organización un departamento técnico trabajan en BIM con estudios de arquitectura preparados para ello, tendencia a la que se han sumado las grandes constructoras, pero contratistas y proveedores de menor tamaño (y más locales) todavía no están instalados en esta plataforma colaborativa y siguen trabajando en analógico. Hay dos velocidades distintas”.
Según un análisis publicado por Finalcad sobre el futuro de la digitalización en la edificación, llevado a cabo hace un par de años con la colaboración de 400 actores del sector de la construcción en nuestro país y en Francia, Singapur y Japón, casi la mitad de los encuestados (el 47%) cree que carecen de la capacidad digital precisa para hacer frente a las demandas de la ciudad inteligente o smart city, y un 68% afirma que no pueden registrar ni compartir datos en tiempo real (sobre la procedencia de los materiales o de residuos de una obra que se reciclan, por poner algún ejemplo). El estudio también revela que la brecha de destrezas digitales supone un obstáculo para la transformación: el 96% de las firmas encuestadas asegura que su personal no dispone de la formación o las habilidades necesarias para utilizar herramientas digitales.
Administración no tan digital
Cerrar por fin la brecha digital y alcanzar la construcción 4.0 no es solo tarea del sector privado. La administración pública también tiene un gran desafío por delante. En EE.UU., la empresa encargada de administrar todos los edificios gubernamentales obliga a que todas las licitaciones se presenten en software BIM. Reino Unido hizo lo mismo al impulsar en 2016 una ley similar para los concursos de obras públicas. En España, esa normativa es obligatoria desde 2018. Pero, como los equipos técnicos tampoco conocen en profundidad la herramienta, reciben el proyecto en BIM junto con la versión tradicional (planos en PDF), que es la que finalmente suelen manejar en la práctica. El cambio cultural, de hábitos, va lento y la tecnología digital también funciona a dos velocidades en las obras de contratación pública.
¿Qué pasará con la arquitectura?
Con la irrupción de BIM y, sobre todo, del software que facilita ciertos procesos en el análisis urbanístico, ha surgido incluso cierto temor a que la figura del arquitecto se limite en algunas facetas. La plataforma permite crear proyectos optimizados, pero hay quienes conjeturan que la automatización del diseño impactará negativamente en el ejercicio de la profesión. Sin embargo, existe otra corriente en el sector. Para muchos, BIM no sustituye metodologías existentes, sino que se dota de herramientas más eficientes y favorece el trabajo del profesional de la arquitectura. “¿Sigue siendo este perfil necesario para visar un proyecto? Sí. ¿Ha perdido su rol? No. La responsabilidad no desaparece por tener una herramienta digital. Sin embargo, sí agiliza el trabajo”, indica Plaza.