¿De qué hablamos cuando hablamos de hoteles slow? Son aquellos que permiten a sus huéspedes disfrutar con tranquilidad de los destinos, estar en contacto con sus gentes, su cultura y consumir productos locales. Todo ello bajo el concepto de sostenibilidad. En Connections by Finsa hemos seleccionado cinco ejemplos:
Eco-resort Playa Viva (México)
Situado en la localidad de Ixtapa Zihuatanejo, en la costa oeste de México, este eco-resort regentado por un matrimonio se declara el hotel “donde tus vacaciones se encuentran con tus valores”. La sostenibilidad y las prácticas regenerativas son la seña de identidad de Playa Viva Tiene solo doce habitaciones y un huerto orgánico que sus huéspedes pueden recorrer para seleccionar los ingredientes de sus ensaladas.
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El queso, la leche, las frutas o los huevos se los compran a los agricultores locales. El 100% de la energía de Playa Viva es solar y sus clientes pueden apuntarse a un retiro de yoga, trabajar como voluntarios en un santuario de tortugas marinas o visitar la granja de una familia que cultiva su café y su cacao.
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El silencio como seña de identidad: Thyme (Inglaterra)
Thyme (“tomillo” en inglés) está ubicado en una antigua mansión rehabilitada de los Cotswolds, en Gloucesterhire, en plena campiña inglesa. De laberínticas dependencias agrícolas ha pasado a ser un hotel de once habitaciones repartidas en construcciones independientes de paredes con estampados botánicos.
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Atendido por una familia al completo, los Hibbert, el silencio es imprescindible en esta casa de campo para no enturbiar la paz. Tienen cargadores para coches eléctricos, bicicletas, huerto propio, escuela de cocina, un spa y una tienda que vende cerámica hecha a mano y piezas vintage únicas.
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La sostenibilidad en Cieloastur (España)
Es nuestra propuesta nacional. Cieloastur se sitúa en Proaza, cerca del parque natural de Las Ubiñas, en Asturias. Se trata de un complejo sostenible en el que solo se han utilizado para su construcción materiales ecológicos (madera, piedra, corcho), que se nutre de energía a través de paneles solares y cuyas villas están climatizadas por aerotermia.
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Utilizan el agua de un manantial cercano, que filtran por ósmosis y envasan en botellas de vidrio reutilizables. Tiene un servicio de alquiler de bicis eléctricas y su cocina también es slow, de pueblo, auténtica, asturiana y se nutre de ingredientes que compran a pequeños comerciantes locales.
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Toda la ciudad puede ser tu hotel: Hanare (Japón)
No está enclavado en un paisaje natural, sino en plena ciudad de Tokio. Y en su lema —“toda la ciudad puede ser tu hotel”— ya dejan claro que no son un establecimiento al uso. Pero sí slow. Hanare tiene la recepción en un edificio en el que también hay una cafetería para desayunar frecuentada por personas locales.
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Las habitaciones están en una antigua construcción rehabilitada a la que hay que ir a pie. Y a través de un completo mapa de información, en Hanare recomiendan al huésped sus restaurantes y bares favoritos, una tienda de alquiler de bicicletas o de cámaras de fotos, dónde recibir clases de flauta de bambú y hasta qué sento (tradicional baño público japonés) visitar.
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La autosuficiencia de Borgo Pignano (Italia)
Este hotel localizado en plena Toscana se ha restaurado con materiales sostenibles, piedra de la zona y pintura ecológica. En Borgo Pignano son paradigma de la autosuficiencia: utilizan un sistema natural para retener el agua de lluvia y prevenir la erosión del suelo (han sido los primeros en hacerlo en toda la región) y sus sistemas de calefacción y agua caliente funcionan con paneles solares y calderas de viruta de madera de los bosques de la finca.
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Además, han instalado dos puntos de recarga para vehículos eléctricos; cultivan flores para mantener las colonias de abejas; tienen huertos de temporada con los que suministran la cocina de su restaurante, y producen su propio vino. Sus huéspedes pueden practicar pilates, ir a clase de pintura, a una cata o hacer una ruta de senderismo.
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