Considerando que el 90% de las mayores ciudades del mundo están situadas en zonas costeras, toca pensar desde el sector de la construcción de qué forma vivimos en relación con el agua. Y es que lo verde es bueno, pero lo azul es mejor. Este es el lema de Waterstudio, una firma neerlandesa liderada desde 2003 por Koen Olthuis, que explora la edificación flotante para dar solución a una problemática doble: el cambio climático, con la consecuente subida del nivel del mar, y la alta presión de vivienda en las ciudades.
Desde Waterstudio creen que obras de gran escala en zonas urbanas proporcionan una solución a estos problemas, tanto de forma flexible como sostenible. Han desarrollado desde viviendas unifamiliares flotantes por todo el mundo hasta proyectos urbanos completos en el barrio de Schoonship, en Amsterdam. Hacemos CONEXIÓN CON… Koen Olthuis para navegar estos mares de incertidumbre y oportunidades y llegar a buen puerto.
Comenzasteis a hacer arquitectura flotante hace más de veinte años, cuando nadie todavía trabajaba en ello. ¿Cómo han sido esos primeros años?
Países Bajos parte de una ventaja, y es que hemos vivido inundaciones, y eso nos ha hecho entender que debemos vivir con el agua en lugar de luchar contra ella. Estuvimos trabajando en conseguir una estandarización de la tecnología. Ahora es fácil conseguir pilotes, y tenemos que seguir trabajando en entender la relación con la vida marina y en que sea una herramienta fácil y accesible para las ciudades. A fin de cuentas, recordemos que en sitios como Bangkok, ya en 1850 todo el mundo vivía en barcos.
¿Cuáles son los principales retos que debe atajar a día de hoy la arquitectura flotante?
Primeramente, divulgar esta realidad y proporcionar información a las personas e instituciones que quieran optar por esta alternativa, que ya ha dejado de ser una idea utópica y futurista.
La producción en relación a una estructura en tierra suele ser diferente: primero se fabrica y luego se mueve al lugar. Hay que explicar esta logística a desarrolladores, autoridades… Debemos atender a densidades y ofrecer soluciones de habitabilidad adaptadas a cada necesidad.
En un momento en el que todo cambia tan rápido: el clima, la tecnología… ¿cómo podemos diseñar un vecindario que esté operativo en diez años si no sabemos cómo será la sociedad dentro de diez años? La única manera de dar respuesta es haciéndolo mediante comunidades que sean lo suficientemente flexibles para afrontar lo desconocido, y la arquitectura flotante resulta clave para aportar esta característica indispensable.
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En algunos medios existe un gran énfasis por este tipo de soluciones e incluso han difundido ampliamente ejemplos como Oceanix Busan, centrándose en cómo este modelo puede ser la forma de desarrollar las ciudades del futuro. ¿Cuál es tu opinión sobre este tipo de estructuras de gran escala en el agua?
El modelo de negocio es bueno, porque hay ahorros y mejoras, además de que su durabilidad es mayor que la de una ciudad sobre tierra. Pensemos que casas construidas en los años cincuenta fueron demolidas porque las demandas de las personas han cambiado con el tiempo. En las ciudades flotantes puedes mover elementos, la flexibilidad es clave. La tecnología es otro aspecto relevante, puedes partir de pequeñas embarcaciones-casa, darles mayor tamaño, conectarlas y crear vecindarios.
¿Qué papel juegan los materiales en vuestros proyectos?
No nos fijamos solamente en una tipología. Buscamos que puedan ser modelados y que se conviertan en elementos modulares. Por ejemplo, el teatro que construimos en Lyon estaba hecho de CLT, pero también usamos acero y hormigón. Lo relevante es que permitan modularidad y facilidad de transporte.
¿Cómo se trabaja en la sostenibilidad desde la arquitectura flotante?
Es algo inherente: si construyes en el agua partes de una relación especial con ella, y con el efecto que tenga en la temperatura, el ecosistema… No es suficiente con no tener impacto negativo, ahora tenemos que analizar cómo convivir con el área donde implantamos estructuras e incluso llegar a mejorar el entorno, empleando la naturaleza como fuente de energía o para calentar o enfriar hogares, potenciando una relación simbiótica y equilibrada.
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¿La tecnología (inteligencia artificial, big data…) es una herramienta en vuestro trabajo?
La usamos para programar ciudades y que sean exactamente lo que se necesita en un lugar, desarrollando escenarios y testando soluciones, como por ejemplo optimizar los recursos de la ciudad en distintas épocas del año, atendiendo a distintas variables (temperatura, presión demográfica…). Estas ciudades programables, basadas en datos, consumirán menos energía y se adaptarán mejor a los cambios.
¿Cómo encontráis inspiración para desarrollar vuestros proyectos?
En mi caso, gracias a mis vivencias familiares. Mi padre era arquitecto y mi madre trabajó en la construcción de navíos, fue sencillo unir los dos mundos y beber inspiración de ambos.