Lilian Flores llegó a Madrid para hacer un doctorado en la ETSAM y aquí encontró su lugar en el mundo. Esta arquitecta argentina, que escucha y conecta muy bien con sus clientes, se conecta hoy con nosotros para contarnos cómo ve la arquitectura.
En arquitectura y diseño, ¿se le da a la experiencia del usuario la importancia que merece? Es decir, ¿se piensa el espacio a su medida y para su disfrute o se le ignora?
Cada vez más seguimos la máxima “The User First”. En nuestro estudio ponemos al usuario-cliente en el centro del proyecto, lo escuchamos y pensamos cómo podemos satisfacer sus necesidades explícitas e implícitas, cómo podemos cuidarlo, mimarlo o sorprenderlo. También pensamos en los usuarios que no solo son los clientes. Así, en una oficina pensamos en el personal de atención, en las cualidades espaciales, en la iluminación, la intimidad o las vistas que queremos favorecer para hacer la jornada laboral placentera. Porque muchas veces los malestares en los equipos de trabajo se podrían evitar a través del diseño del espacio, poniendo un speaker corner o una cocina lúdica dentro de la oficina, por ejemplo.
Pensamos en el mobiliario, en su textura, su peso, su movilidad para crear espacios más flexibles, su limpieza… Entendemos el proyecto y las personas que intervienen en él como una constelación donde cada estrella brilla y debe ser tenida en cuenta. A esto le llamamos “coaching arquitectónico”.
¿En qué consiste el “coaching arquitectónico”?
Me parece importante acompañar procesos. El “coaching arquitectónico” en realidad es acompañar al cliente en sus crisis y trabajar cada proyecto como si fuese un traje a medida, en el cual interfiere el imaginario de la persona y su memoria emotiva. Los arquitectos tenemos que aprender a decodificar lo que el cliente quiere realmente, no lo que dice que quiere, y lo que se puede permitir, separando demanda de necesidad.
Uno de tus fuertes es “repensar” el espacio de oficina y defiendes que no siempre la solución es mayor espacio, sino crear espacios que favorezcan la interacción y la eficiencia. ¿Cómo se consigue?
Muchas veces no es cuestión de metros, sino de optimización del espacio. En el caso de las oficinas de Medytec Salud, me contrataron para trasladar su sede ante las necesidades de la empresa de crear un nuevo departamento. En lugar de eso, remodelamos sus oficinas y creamos espacio para los nuevos puestos de trabajo que necesitaban, en los mismos metros cuadrados y con mayor calidad ambiental. Se trata de “repensar” espacialmente. Yo le llamo arquitectura de guerrilla: trabajas sobre lo que tienes, haciendo mucho con poco. Ellos habían creado comunidad en su entorno y era importante mantener ese sentido de pertenencia.
Las oficinas de Medytec, un ejemplo de optimización de espacios. Foto: lilianflores.com
Decías en un artículo que “las ciudades se alimentan mal como los humanos, algunas están gordas y es difícil moverse en ellas, otras se mueren de hambre porque nadie invierte en ellas”. ¿Hemos avanzado en materia de urbanismo?
El principal problema de una gran ciudad, más allá de la especulación inmobiliaria, es el crecimiento sin control, porque se hace mala arquitectura. Creo que el ecologismo, aunque a veces se utilice también como una herramienta de marketing, está calando en algunas ciudades grandes. Lo cual es maravilloso y necesario, por otra parte. También se producen pequeños emprendimientos con la intención de insuflar vida a la ciudad: huertos urbanos, intervenciones en terrazas… Podríamos decir que están las perlas y hace falta hacer el collar. Y eso lo tienen que hacer las instituciones y los políticos, junto con los urbanistas. Los arquitectos tenemos que tomar conciencia de nuestra cuota de poder para cambiar la realidad. Porque por más que haya multas, si no hay un cambio de conciencia ya… ¿Cuánto más podemos contaminar sin perecer?
Lo positivo de la globalización es que las iniciativas que se dan en una smartcity de Dinamarca pueden llegar a prender en una propuesta de intervención en una ciudad española. Aprovechemos lo bueno de lo global para inspirarnos en otras iniciativas.
A lo largo de tu carrera, ¿qué proyecto recuerdas con más orgullo?
Habitualmente trabajamos llave en mano y acompañamos el proyecto desde antes de nacer, generando contenido para dinamizar los espacios, porque lo bueno de los lugares es que tengan vida. Es lo que hicimos en Kitchen Community, que surgió de la necesidad de un centro comercial de recuperar su comunidad. Creamos el espacio a partir de palés (reutilizados) y lo llenamos de eventos gastronómicos. También en el Mercado del Duque generamos eventos que atraigan al público. Porque lo mejor que pueden decir de un proyecto es que no te lo puedes perder. En el caso de Finsa21 creamos una casa y los convertimos en anfitriones que crean eventos que cuidan a su comunidad de prescriptores. El salto fue emocional, convirtiéndose en un lugar de encuentro en el que son los clientes quienes se acercan a ellos. Estos son tres de los proyectos de los que me siento más orgullosa.
¿Cuál es el proyecto soñado que te gustaría que te encargasen?
Cada vez son más sencillos. Me gustaría crear un hotel o residencia de artistas en plena naturaleza. O hacer realidad mi proyecto soñado de cohousing de vida en comunidad. Se llama Tribu Cubic y se crea a partir de Cubic, una vivienda transportable bioclimática en madera de 64 m2, con la posibilidad de añadir una segunda planta. La idea sería colocar varios en una gran parcela rústica con huerto, con espacios comunes, realizando intervenciones en la comunidad a través de talleres…
¿Cuál es la clave de un buen diseño?
Que sea ético y sostenible. No solo por el medio ambiente, debe ser sostenible a todos los niveles: en tiempo, personas y economía. Porque la ética también tiene que ver con el precio justo. Pero no creo que haya recetas para la creatividad, cada profesional crea desde su prisma.
Cubic, la vivienda bioclimática transportable diseñada por Lilian Flores. Fotos: lilianflores.com
¿Qué define a un buen arquitecto? ¿Qué cualidades son fundamentales?
Creo que el arquitecto es como un director de orquesta, con una visión estratégica muy abierta e integradora. Es un líder que tiene que empoderar a su equipo para llegar en tiempo y forma. También tiene que ser capaz de empoderar al cliente borrando sus angustias, y necesita cualidades como empresario para evitar que los costes se disparen. Es importante recuperar la concepción de la arquitectura como servicio: si un médico salva vidas, nosotros hacemos que la gente no duerma a la intemperie.
También debe comprender el valor y la importancia de generar una buena comunicación con su proyecto; si se trata de un espacio comercial, para lograr atraer clientes, fidelizarlos y, lo más importante, diferenciarse de la competencia con una buena, cuidada y pensada oferta de servicios.
En tu trabajo como arquitecta, ¿qué parte del proceso disfrutas más?
Creación, diseño, implementación, comunicación, agenda de eventos… Digamos que disfruto contenido y continente. Esta imagen que llamo La Formula del Éxito resume el mapa mental con el que me guío para afrontar un nuevo desafío o proyecto. Creo que es necesaria una mirada sistémica integradora, porque cualquier elemento que falle en un proyecto lo arruina. Nosotros decimos que la atención también debe ser premium, no solo el producto y el espacio.
¿De dónde surge la inspiración? ¿Tienes algún ritual, consultas alguna publicación que sea como una biblia…?
La vida es un escenario para inspirarse. También el teatro, la danza, otras actividades de creación… Pero además me inspira salir de mi zona de confort, cambiar mis preguntas, atreverme a imaginar otras formas de vivir y “hacer para ser”.
¿Cómo conectas con lo que te interesa? ¿Eres más digital o analógica?
Ambas. Hay mucho y bueno en la red, pero me resta tiempo y prefiero reunirme a pensar con otros. Pienso dibujando. De la menta al papel, solo hay un lápiz. Pinterest es una droga para los ojos.
¿Con qué profesional de la arquitectura y el diseño te gustaría conectar/colaborar? ¿Qué creadores son tus referentes en diseño?
Mi referente son los arquitectos que trabajan con conciencia medioambiental. Hay muchos y buenos. Me gusta Zuloark porque intervienen ciudades y espacios públicos con materiales reciclados e involucran a los usuarios en el proceso de creación colectiva de los resultados. Admiro a gente cercana como Pez Estudio, que hace las cosas bien. Gente cuya obra deja una impronta social. Porque el arquitecto debería trabajar para humanizar la vida, permitir el encuentro y fomentar la participación.