Hay momentos en la infancia que marcan nuestra impronta profesional como personas adultas. El palacio de Versalles y la figura de María Antonieta fueron las guías de inspiración para que Patricia Bustos eligiese el interiorismo como forma de vida.
Su estudio cumple el décimo aniversario en 2024 siendo fiel al manifiesto de las 4s: sorpresa en los proyectos, sentido e impacto, singularidad y sostenibilidad. Hablamos con Bustos sobre su devenir profesional, su faceta como formadora y las tendencias que nos depara el nuevo año.
¿De qué forma se produjo tu tránsito profesional del diseño de moda al diseño de interiores?
El interiorismo siempre me encantó, me viene de familia. A mi padre le fascinaba la arquitectura y siempre me transmitió el amor por el diseño. Era un manitas, muy habilidoso y yo siempre le ayudaba en el taller o cuando hacíamos reforma en casa, con la distribución y los diseños. Siempre tuve mucha visión espacial y la armonía visual me deleitaba, así como poder expresarme artísticamente.
Uno de los momentos que más me han marcado para dedicarme a esto fue cuando de pequeña me llevaron a conocer el palacio de Versalles. La figura de María Antonieta, la paleta de color y la feminidad me tenían cautivada, aunque la moda también era muy importante para mí.
Por cosas de la vida acabé estudiando empresariales y admiraba mucho el grupo Inditex como empresa y como pioneros en democratizar la moda, así que me formé en Saint Martins School en Londres, y después de la carrera me fui a trabajar a Arteixo. Cuando mi marido y yo decidimos casarnos me tuve que volver a Madrid, entonces decidí recuperar mi otra pasión: el interiorismo. Una amiga me ofreció que montáramos un estudio juntas y ahí empezó realmente todo.
¿Qué diferencias encontraste entre vestir cuerpos y vestir un hábitat?
A nivel conceptual, cuando hablamos de diseño, ya sea de moda o de interiores, consideramos proporciones, armonía, ritmo o equilibrio, y en eso se parecen. También nos referimos a la expresión cultural y a una narrativa que cuenta nuestra historia a través de esos diseños: en lo que concierne a la moda, si te vistes como la persona que quieres ser, te convertirás en ella, y en el interiorismo, porque el espacio que nos rodea influye profundamente en cómo nos sentimos.
Lo que marca la diferencia es anticiparnos a las vivencias que surgirán en el espacio que proyectamos. No se trata tanto de los materiales, la tecnología o la geometría, sino de respetar el modus vivendi de las personas. El interiorismo afecta a nuestras emociones, y esto es algo que viene de atrás: Aristóteles explicaba que existe un vínculo invisible con lo que nos rodea.
Eres una firme defensora de las formas curvas, y también del color… ¿Qué es lo más importante en un proyecto de interiorismo? ¿Qué función cumple cada elemento?
Lo más importante es que el espacio conecte con nosotros, nos haga felices y que nos proyecte hacia lo que queremos ser. Rodearnos de belleza es fundamental para saber elegir en la vida y disfrutar de la elegancia y la bondad.
Está científicamente demostrado que un ambiente envolvente y curvo nos produce más placer y seguridad y que, sin embargo, las esquinas y los quiebros nos estresan y nos alertan. Si ponemos la mirada en la madre naturaleza vemos cómo las rectas no existen, todo es sinuoso y serpenteante. Abogo por una correcta combinación de ambos elementos, porque el orden y la organización nos dan confianza, y de esta forma aprovechamos mejor el espacio y la energía (en las esquinas se desperdicia el calor y la acústica rebota).
En cuanto al color, diría que es uno de los elementos de diseño que más nos afecta. Es la variable más subjetiva de todas y depende de nuestras vivencias personales. No todo tiene que ser neutro, el color es vida. Cuando un ser va perdiendo la vida, como una flor, automáticamente empieza a perder el color, por eso un mundo en blanco y negro sería tan triste. No entiendo como hay diseñadores que no lo usan, a mí me parece indispensable para expresarme.
¿Cuáles son tus materiales predilectos y a qué se debe esta elección?
Para mí los materiales artesanales son indispensables. Está claro que debemos reconciliarnos con la naturaleza y parar el ritmo frenético en el que nos hemos metido. Me gustan los procesos lentos, donde la atención por los detalles y el mimo son fundamentales. Me quedo hipnotizada viendo a alguien trabajar la madera, la piedra o el mimbre, así que diría que cualquier material natural que se pueda manejar de esa manera, aunque últimamente el mármol y el vidrio soplado me tienen cautivada.
Has impartido clases en escuelas de Diseño e incluso en una plataforma de cursos online. ¿Qué aprendizajes extraes de tu faceta como docente? ¿Es cierto que cuando una enseña también enriquece su propio bagaje?
Decía el novelista Robert Heinlein que cuando alguien enseña, aprenden dos. He podido profundizar en todas las facetas que me interesan gracias a la docencia. El estudio del color, de la bioarquitectura y de la neuroarquitectura me han enriquecido mucho los últimos años y me ayuda a dar respuesta a mis clientes.
Cuando entiendes bien algo resulta más fácil llegar a soluciones que realmente resuelvan. Y, desde luego, seguir estudiando y aprendiendo es fundamental durante toda la vida. Además, estar en contacto con las nuevas generaciones de profesionales de la arquitectura me obliga a estar al día y a reciclarme constantemente.
Tu estudio cumple una década. ¿Qué grandes éxitos y errores de los que ayudan a reconstruir han marcado esta trayectoria?
La gestión de una empresa es algo muy complejo. Ahora tengo un equipo externo de asesoría que me está ayudando mucho, y me hubiera encantado contar con este apoyo desde el principio para estandarizar procesos y llevar un control de todos los proyectos más profesionalizado. Cuando empiezas todo es emoción, ganas y osadía, pero con el tiempo te das cuenta de que hay que tenerlo todo muy controlado para que las cosas salgan lo mejor posible.
Respecto a los éxitos, diría paradójicamente que esa misma osadía. He conseguido llegar a sitios para mí impensables. Ahora estamos diseñando un museo experiencial e inmersivo que también supone un reto increíble, sobre todo a nivel tecnológico y audiovisual. Creo que será diferencial porque voy a poder implementar un montón de aprendizajes en el resto de sectores como el de hospitality e incluso en los hogares.
¿Cuáles son los proyectos de los que estás más orgullosa?
Una casa completamente curva de más de 1.000 metros cuadrados que terminé hace poco. Proyectar con formas tan orgánicas es técnicamente difícil y para materializar los diseños son necesarias plantillas y mucho trabajo manual, pero la energía que transmite ese hogar es completamente maravillosa. Ahora estamos desarrollando una promoción de villas de lujo para una promotora en Indonesia de la que también me siento especialmente orgullosa.
¿Cómo se está transformando el sector con la IA y otros avances tecnológicos? ¿Cuál es tu visión sobre su influencia en la profesión?
Nadie sabe qué pasará con este cambio de paradigma. En el estudio la estamos implementando para ciertos procesos. En la parte de diseño nos ayuda a conceptualizar mucho más rápido y a poder presentar los primeros bocetos con mayor claridad, alcanzando resultados más ambiciosos.
Veo poco probable que nos vaya a quitar el trabajo, porque la IA necesita que la orientemos y guiemos, y por ahora no cuenta con pensamiento abstracto, no puede relacionar conceptos con vivencias y memorias. Ya decía Albert Einstein que la imaginación es más importante que el conocimiento, y para mí la innovación es un arte y, como tal, necesita del pensamiento abstracto, de la intuición, de la conciencia y de la comprensión subjetiva. Por otro lado, errar nos ha llevado a grandes descubrimientos, ¿hay algo más humano que el error?
¿Qué tendencias ves con fuerza en interiorismo para 2025?
Sigo viendo curvas, pero eso en mi caso es deformación personal. También más color y ambientes más contrastados, además de cultura japonesa, la pátina o el elogio de la sombra. Las sombras no ocultan, sino que revelan la profundidad y la serenidad de las cosas. También creo que la iluminación está tomando un papel muy muy relevante en el espacio. La luz es un elemento por sí mismo súper importante para decorar y por fin estamos poniendo más el acento en ello.
Me atrevo a aventurar cuatro tendencias: interiores con tecnología invisible y cada vez más sostenible (donde la sostenibilidad consciente no se consigue a costa de la belleza), interiores biofílicos y cada vez más en armonía con la naturaleza; estética sensorial personalizada y, por último, artesanía y autenticidad, conectando con artistas locales que rescatan la cultura de cada zona.
¿De qué manera te inspiras diariamente? ¿Eres más analógica o digital?
¡Soy las dos cosas! Me encanta pasear, dibujar y me fijo en todo. Adoro la filosofía y la historia, por eso conceptualizar me resulta bastante fácil. Suelo buscar inspiración en los libros y me voy imaginando espacios. Después busco imágenes de referencia y hago pruebas con la IA.
Últimamente estamos haciendo pruebas con restaurantes, como hicimos con Arquetopia, un restaurante utópico que simboliza nuestro concepto más radical de espacio entre artesanía y los sueños.
Las redes sociales, ¿inspiran o nos intoxican?
Pues también considero que las dos cosas. Somos pura contradicción y casi todo hay que cogerlo en su justa medida. Las nuevas generaciones tienen mucha más cultura visual precisamente por el acceso a estas galerías infinitas, pero también se corre el peligro de perder originalidad. A mí me ayuda mucho recuperar cosas del pasado, arquitectos icónicos, movimientos artísticos y culturas ancestrales… Ahí hay oro, y después lo pasamos todo por nuestro filtro contemporáneo.