No te dejes apabullar por el término. Llevas años haciendo crowdfunding, aunque posiblemente bajo otros términos y con otras herramientas. Puede que antes solo aportases dinero a las causas que conocías de primera mano, pero las formas de hacer de mecenas son tantas, tan variadas y para casos tan específicos, que te darás cuenta de que es muy posible que hayas ejercido varias de ellas con anterioridad.
El crowdfundingno es otra cosa que micromecenazgo; es decir, la colaboración económica y de forma voluntaria con proyectos ajenos a través de pequeñas (y no tan pequeñas) aportaciones. Lo que realmente ha sufrido una revolución es la forma de llegar a ellas. Internet ha permitido tener conocimiento de ideas lejanas (tanto geográfica como culturalmente) mucho antes de que se hagan realidad, cuando todavía son solo ideas. El crowdfunding se ha convertido, de hecho, en una herramienta casi imprescindible para el arte. Resulta cada vez más frecuente encontrarse con escritores, músicos o cineastas que rinden sus sueños a la solidaridad y la confianza de desconocidos. Discos, libros y hasta películas se financian casi a diario a través del micromecenazgo. Tanto, que se corre el riesgo de saturar a los usuarios de las redes sociales, el principal motor de transmisión y de publicidad de estas campañas de recaudación.

Oldman, el último triatleta… del crowdfunding
Antón Cruces, un periodista especializado en televisión, se dio cuenta un día de que tener un padre triatleta con 73 años que compite a nivel mundial no es tan frecuente. Echó la vista atrás y decidió que la historia de Manuel Cruces tenía que ser contada. Así que se armó de todo el sentido del humor de que disponía y de mucha paciencia y comenzó una campaña de crowdfunding para hacer un documental sobre su padre.
El tiempo corría y las donaciones no terminaban de acercarse a la línea que marcaba el objetivo. “Opté por este sistema de financiación para poder tener control total sobre el producto final. En una productora tu proyecto es el número 5, 6 o 7 en lo que a prioridad se refiere y hay demasiados intermediarios. Si consigues el crowdfunding te conviertes en productor ejecutivo y puedes estirar o acortar tiempo de producción sin nadie que te lo marque y priorizar las partidas que uno considere; en definitiva, tú controlas. La principal ventaja es la autonomía que te proporciona. Y la desventaja es que es difícil de conseguir si es una gran suma y estás solo. Dependerá de tu capacidad de convocatoria y de lo atractivo del producto. Además es un arma de una sola bala en el tambor tengas éxito o fracases. No creo que se pueda hacer un crowdfunding por proyecto, quemarías tus contactos”, explica Cruces.
Tocó a todos sus contactos, invadió las redes de peticiones y recordatorios y recurrió a estrellas mundiales del deporte para solicitar aportaciones. Fue una aparición breve pero directa del pentacampeón mundial Javier Gómez Noya la que disparó las aportaciones y logró el reto. Pero no es oro todo lo que se recauda. “En mi caso pedí 7.000 euros y conseguí 8.270. La plataforma se queda con una parte y Hacienda con otra y lo que queda, para el proyecto”, ironiza.
Crowdfunding solidario: súmate a una causa
Llegar a la mayor cantidad de gente posible no es solo una cuestión de conseguir más dinero, que también. En ocasiones se trata, además de una herramienta para obtener más fondos, de una forma de darse a conocer. De ahí que algunos proyectos den casi tanta importancia a un aspecto como al otro. Es el caso de cada vez más oenegés, que recurren al micromecenazgo para, sobre todo, involucrar a la mayor cantidad de gente posible. Saben que podrían recurrir a empresas o colaboradores habituales, pero en este caso el reto pasa también por hacer llegar su proyecto material y, por tanto, el inmaterial, su razón de ser, a la mayor cantidad posible de personas.
Somos Nupa, una asociación sin ánimo de lucro que ayuda de forma completamente gratuita a niños con nutrición parenteral, lleva tres campañas. Su directora, Alba Santos, matiza que se trata tanto de conseguir el dinero de una manera más sencilla como de concienciar a más gente: “Ambas cosas. Es una forma de sumar pequeños granitos de arena… Económicamente es una forma de no invertir sin saber cuántos productos podemos llegar a vender o el interés que despierta en el público objetivo lo que ofrecemos. Además, pensamos que conseguir objetivos con la suma de pequeños esfuerzos de nuestros mecenas es una forma muy bonita de ejercer la solidaridad. Plataformas como Verkami o Mi grano de arena permiten que muchas pequeñas buenas voluntades desemboquen en proyectos capaces de ayudar a mucha gente”. Dos libros solidarios y una agenda que acaba de conseguir la financiación que proponía son dos muestras claras de que, si se hace bien, es un recurso que todavía tiene mucho que dar.
Incluso aunque no todas sus caras sean solidarias. Claro que hay quien aporta una cantidad concreta de dinero sabiendo que no va a recibir nada a cambio. Es una donación. La modalidad más frecuente es, sin embargo, la del mecenas que da una cantidad de dinero para un proyecto a cambio de ciertos privilegios o recompensas materiales, como un ejemplar del producto con complementos exclusivos. Ya ha generado polémicas incluso con las campañas electorales de fondo.
Pero también hay una tercera fórmula que está entrando con fuerza en el mercado: el crowdfunding inmobiliario. En resumen, los mecenas aportan una cuantía bien para comprar el suelo sobre el que más tarde se edificará un inmueble, bien para crear una empresa sobre la que acaban teniendo derechos. Son varias las empresas que han entrado en España con la fuerza que les otorga una regulación de su actividad avalada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), un instrumento necesario cuando se trata de cifras y de negocios mayores.
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