La vida puede dar muchas vueltas. Lo que hoy necesita ser un espacio de trabajo grupal en una oficina mañana puede verse mejor como unidades sueltas para realizar tareas individuales. Estos requerimientos de un equipamiento cada vez más flexible están desembocando en un cambio en el sector de la producción: se ha pasado de fabricar piezas de mobiliario a diseñar auténticos sistemas para usos casi infinitos. Te lo contamos a través de tres ejemplos paradigmáticos recientes.
100 módulos para un millón de opciones
OMA ha creado Principles para UniFor, una colección de cien elementos modulares que brinda a las personas la libertad de configurar su propio espacio de trabajo. Trasciende la idea de disponer solamente de una mesa, almacenaje o particiones independientes que se relacionan. Se trata de una verdadera estrategia constructiva que posibilita alargar la vida útil del equipamiento al tiempo que se integra a cualquier cambio.
Andamios reconfigurables
Vitra creó Comma como un método similar a un plug&play: una estructura de andamios que se pueden volver a montar una y otra vez en diferentes variables con el objetivo de diseñar el entorno de trabajo idóneo según las necesidades. Permite obtener mayor número de estanterías, desplegar una mesa más grande para un momento puntual o puestos enfrentados.
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La cocina multiplicada en cualquier lugar
La cocina es otro de los territorios donde se modificaron los usos y costumbres. Desgraciadamente, era el tipo de espacio que lo tenía más complicado para adaptarse al nuevo modelo, centrado en una visión como punto de encuentro social y de interacción. Decimos “era” porque el proyecto Big Bang Kitchen creado por Cierto Estudio y presentado en World Design Capital Valencia 2022 demostró que esta configuración rígida podía “explosionar” (de ahí su nombre) en módulos que facilitasen un lugar de cocinado en exteriores, mesas y sillas para una cena íntima o merienda con la pandilla… En definitiva, contar con una cocina distinta según la ocasión.
