Los edificios y el sector de la construcción suponen aproximadamente el 21% de las emisiones globales de gas invernadero, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Los edificios, en particular, fueron responsables en 2022 del 34% de la demanda global de energía. El descenso de seis puntos por año que se había calculado en 2015 para llegar a los objetivos de descarbonización de 2030 ha pasado a ser de diez puntos anuales. Ante estos datos, está claro que uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos en esta primera mitad del siglo XXI es el de repensar con urgencia los lugares que habitamos.
Aunque en ocasiones sea esta sostenibilidad, la ambiental, la que más titulares llene, la definición de la ONU pone otras dos dimensiones al mismo nivel: la económica y la social. Ese replanteamiento del modo en que vivimos pasa también por la construcción de viviendas que, además de ayudar a paliar la crisis climática, generen un impacto positivo en el entorno en el que se ubican y en las personas que viven en ellas.
Hay ya multitud de ejemplos por todo el mundo de proyectos de edificios que toman la sostenibilidad como un todo, y España no es una excepción. Hablamos con algunos de los responsables de dos proyectos concretos en distintas fases de desarrollo: Distrito Natural y Petit Village.
Distrito Natural: primer edificio de CO2 nulo del centro de Madrid
El hito que marcará el edificio Tomás Bretón, uno de los proyectos de Distrito Natural con finalización prevista para finales de 2024, es importante: se trata del primer edificio de vivienda sostenible CO2 nulo del centro de Madrid. Esta certificación se otorga a las construcciones que cumplan tres requisitos:
- Edificios de consumo de energía casi nulo, que no dependan de ningún combustible fósil.
- Uso de energía 100% renovable.
- Cálculo de huella de carbono a través de metodología ACV y compensación con un programa reconocido.
Distrito Natural, iniciativa del estudio de arquitectura sAtt Triple Balance, cuida también las otras dos esferas de la sostenibilidad: “nuestra filosofía es crear viviendas que no solo minimicen el impacto ambiental (especialmente la huella de carbono), sino que también promuevan una vida comunitaria saludable y sostenible. Es el modelo que denominamos covivienda ecológica”, señala Eduardo Ocaña, responsable de comunicación de la promotora.
Por esta razón, su idea de hogar pone el foco también en las personas que habitarán el edificio, la comunidad, intentando hacer frente al problema de la soledad no deseada, que en España afecta a más de dos millones de personas.
“La arquitectura puede fomentar otra forma de relacionarnos, dando pie a una mayor cohesión en las comunidades. Es ahí donde el diseño de espacios y servicios comunitarios juega un papel clave: una cocina, un taller de bicis, una lavandería, un huerto o una terraza compartida son lugares que propician una mayor interacción entre su vecindario. Un edificio que afronta estas dos dimensiones impulsa la resiliencia, generando con mayor independencia y facturas energéticas más reducidas, por ejemplo. Y también refuerza el apoyo entre las personas, algo que durante la pandemia de la Covid vimos que tiene un valor incalculable”, explica Ocaña.
Tanto para el edificio Tomás Bretón como para otros proyectos (Ocaña menciona Entrepatios – Las Carolinas y Pirita, ambos en Usera, Madrid), desde la promotora contaron con materiales de Finsa, en particular la madera CLT para estructuras.
Petit Village: una pequeña aldea en madera
El propio nombre de este proyecto deja ya clara su intención: un edificio que sea una pequeña aldea. “Nuestro edificio propone una solución disruptiva e iniciadora del cambio: utiliza el sistema de construcción en CLT como medida minimizadora de CO2, consiguiendo más de un 75% de reducción sobre un edificio de similares características en construcción tradicional”, resume José Aguilar, arquitecto director de Agvar Arquitectos. Fue la idea “muy real” con la que se presentaron al concurso internacional Reinventing Cities, de forma conjunta, Locare Barajas SL, Agvar-Aguilar y Varona Arquitectos Asociados, Luis Ricardo Aristizabal Mejía, Ineria Management SL, Eficiona Consultores Energéticos SL, Tectum Tar Barajas SL, ACR S.A.U, Financiera Maderera S.A (Finsa) y Ecohub Bilbao S.L.
Como en el caso de Distrito Natural, la sostenibilidad buscada en este proyecto, que se encuentra en fase de aprobación de licencia, va también más allá de lo puramente medioambiental. “Un edificio como este busca generar un ecosistema. Es decir, que se convierta en un ente de colaboración e interacción en sí mismo”, explica Aguilar. Como ejemplo, cita las galerías a las que dan las viviendas y cómo para ellos es fundamental que allí “se genere vida y se compartan momentos de interacción”.
Petit Village, que se situará en el Barrio del Aeropuerto en Madrid, será además el primer edificio coliving de vivienda pública de la capital. Tendrá 73 pisos protegidos y 25 apartamentos turísticos, además de un gran espacio coworking y tanto lugares íntimos como comunitarios.
Las tres ventajas de construir en madera
Que tanto los proyectos de Distrito Natural como Petit Village usen la madera como material principal no es ninguna casualidad. José Aguilar, de Agvar Arquitectos, resume en tres las ventajas de construir en madera: es un sumidero de carbono (“no solo no consume casi energía en su producción, sino que la madera encapsula el CO2 que absorben los árboles”, indica); posibilita una construcción industrializada que “proporciona certeza del producto recibido en obra”; y, por último, “la madera vista es un producto que produce calma y tranquilidad”.
Desde Distrito Natural, Eduardo Ocaña coincide. “A diferencia de otros materiales, como el hormigón, el acero y, en menor medida, el ladrillo, que emiten dióxido de carbono en su fabricación, los árboles lo absorben y, una vez talados para levantar los edificios, queda almacenado durante décadas sin volver a la atmósfera”, elabora. La madera es además un recurso renovable si se usa de manera sostenible. “Esto favorece la gestión responsable de nuestros bosques y evita su abandono, lo que promueve a su vez a la economía de los entornos rurales y la lucha contra la despoblación”, sostiene.
Ocaña destaca también las cualidades aislantes de la madera, que contribuyen a un menor consumo de e calefacción y aire acondicionado, y cómo, gracias a que para la construcción se necesita menos tiempo, la obra es menos contaminante, tanto en residuos como acústicamente. “Habitar un espacio donde este material se siente, se huele, se puede ver y palpar produce un efecto muy positivo en las personas”, concluye Ocaña, de Distrito Natural.