Artículo firmado por Maite Rodríguez, responsable de Diseño de Finsa
Vivimos rodeados de estímulos. En esta era de bombardeo de ideas, imágenes, proyectos… necesitamos más que nunca una guía contra lo efímero, una hoja de ruta contra ese torrente de imágenes que pasa ante nuestros ojos a velocidad de vértigo. Las tendencias ya no entienden de temporadas, ¡el fast-fashion nos engulle! Ahora es más necesaria que nunca una respuesta slow que incite a la reflexión y a identificar lo que ha llegado para quedarse.
Por todo esto, el trendbook como herramienta se convierte en un aliado indispensable entre colecciones de Pinterest y trendsetters a golpe de clic. No se trata de un ‘dogma de fe’, porque el diseño es algo vivo y en continua evolución. Es mucho más sencillo: con nuestro cuaderno de tendencias compartimos el trabajo de observación que realizamos en Finsa para adaptar nuestros productos a las realidades de nuestros espacios.
Las respuestas a la pregunta «¿qué me hace sentir a gusto aquí?» se adaptan a cada contexto geográfico, cultural o social. Y necesitamos que nuestro hábitat se corresponda con nuestra identidad, pues no cambiamos de muebles o de vivienda como de camisa.
Sí, lo textil es más mutable que el hábitat, pero esto no implica que sean conceptos contrapuestos. Me explico. Un trendbook no puede beber solo del sector por y para el que ha nacido. Las tendencias son transversales y se extienden a infinidad de áreas. Resulta imprescindible reflexionar sobre cómo la presencia de un color, una textura o un diseño en un producto despierta una sensación en el usuario final que lo disfruta. En cualquier producto.
Por eso grandes agencias como Color Hive, con la que trabajamos para el desarrollo de nuestro trendbook, se inspiran en el sector del automóvil, en el panorama artístico, en la industria… Y en el trabajo de profesionales con experiencia en lo diverso que compone nuestro multiverso.
Hoy en día podemos seguir el Instagram de los influencer de moda o los blogs de las coolhunter, pero ¿cómo generamos propuestas sobre el torrente de ideas que nos llega? Precisamos entender el mecanismo que detona la creatividad. Para ello un trendbook interpreta lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y lo formula adaptándose al sector desde el que observa esa realidad.
Si nos quedamos en lo etéreo y perdemos el contacto con lo presente, no crearemos una herramienta útil. Tenemos que ir más allá y conectar las tendencias identificadas con lo material, para hacer de nuestro trendbook una auténtica guía de toma de decisiones. Cómo aplicarlo depende de ti, aportando tu estilo y creando tu rúbrica propia.
Esta toma de decisiones es el resultado de nuestra mirada sobre la sociedad hiperconectada en la que vivimos, que nos incita a detenernos en los nexos. La introspección, la búsqueda del bienestar a través de nosotros mismos, el mindfulness, surgen como reacciones a lo establecido. Conocimiento y experiencia serán las que te lleven a crear con grandes dosis inspiradoras. Quedarse en suministrar producto sin asesorar, estimular y favorecer el intercambio de ideas solo lleva a estancarse y moverse despacio. No están los tiempos para eso.
Y en este mundo tan efímero que retratamos, ¿nuestro trendbook aspira a una permanencia de dos años? Nuestra mirada arroja perspectiva, pero en nuestra labor por mantener un contacto pegado a la observación hemos creado este espacio donde me leéis, Connections by Finsa: una revista digital con vocación de conectar desarrollo tecnológico con artesanía, minimalismo con ferias en las que abunda lo colosal, la cultura popular con el arte contemporáneo.
Porque en el día a día están las tendencias, y si nos ha tocado vivir una época líquida y fugaz, pongamos en nuestra vida un trendbook que dé orden y sentido a las aspiraciones enciclopédicas… tan imprescindibles cuando la página de resultados de Google no deja de crecer.