Los festivales de música crean tendencias de moda y lifestyle, catapultan a grupos emergentes y consagran a grandes bandas, pero ¿hay sitio para la arquitectura y el diseño en ellos? Por supuesto, gran parte de la personalidad y esencia de estos eventos es su diseño.
Desde los escenarios, los servicios y las pop-up stores hasta los elementos puramente artísticos conforman la unión perfecta entre los festivales y la arquitectura. El artista multidisciplinar Juanma LoDo explica cómo es su experiencia en la conceptualización y construcción de un festival: “Se asemeja a la creación de un espacio que albergará desde un escenario a una zona de restauración, con lugares de paso y zonas para el público. Sin el diseño arquitectónico y la planificación de los espacios, la producción no puede llevarse a cabo. También hay que tener en cuenta la señalización de los espacios, la disposición de la zona de hostelería, merchandising, tickets, accesos, baños… Sin olvidarnos del diseño de escenarios, desde los más simples con tarima a ras de suelo hasta las macroestructuras con metros y metros de truss, iluminación espectacular y pantallas LED”.
Festivales como galerías de arte
La última edición del festival de Coachella ocupó un recinto de 315.000 metros cuadrados del desierto de California. Además de un cartel con artistas reconocidos mundialmente, las obras de arte e instalaciones que homenajeaban a la cultura pop inundaron el acontecimiento
Este evento está consiguiendo un gran reconocimiento por las piezas de arte que se exponen durante su celebración. Un gran ejemplo es la obra Sambaré Ké, una instalación realizada en 2019 por Francis Keré, ganador de un premio Pritzker. Estaba compuesta por 12 torres de 19 metros de altura que emulaban los baobabs de Burkina Fasso, país de nacimiento del artista.
El festival Sonorama Ribera goes to Ibiza une en un mismo evento música y alojamiento en los hoteles más modernos de la isla pitiusa. En la edición pasada, en el Paradiso Art Hotel el arte cobraba vida, y su entrada albergó exposiciones y una galería de arte comisionada por Adda Gallery. Además, el propio diseño del hotel, en tonos rosa pastel e inspirado en el art decó del Ocean Drive de Miami, formaba parte de la personalidad del festival. La otra opción de alojamiento fue el Gran Paradiso, un proyecto plenamente dedicado al arte audiovisual que rinde homenaje al cine.
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Los escenarios son los protagonistas
El espacio principal de un festival es su escenario. En los últimos años la tendencia se está inclinando hacia grandes estructuras con un gran protagonismo de la iluminación. Así lo explica el artista Juanma LoDo: “Festivales como Coachella o Tomorrowland, así como la multitud de copias que han ido apareciendo por todo el mundo, se caracterizan por el tamaño de sus tablados, construidos a modo de arquitecturas efímeras. Muchos de ellos parecen más una falla que un escenario, con metros y metros de pantallas LED, luces robotizadas que se mueven y cambian de color al ritmo de la música y hasta fuegos artificiales”.
La evolución de estos espacios se debe “a la necesidad de amplificar el espectáculo para hacer partícipes a miles de personas de lo que sucede encima del escenario, al mismo tiempo que este se convierte en un elemento más del espectáculo, así como el telón de fondo de miles y miles de fotos de influencers y público en general”, explica LoDo.
En el siguiente vídeo se puede apreciar la evolución del escenario de Tomorrowland desde el 2005 hasta el 2019:
Desde otro punto de vista, también son destacables los festivales que adaptan su escena al entorno. “Sons da Canteira, en las canteras de granito rosa de O Porriño (Pontevedra) y en el cual yo mismo me encargué del diseño de la iluminación, centró su arquitectura en el entorno sobre el que se ubicó, unas canteras de extracción de granito rehabilitadas”, resalta Juanma LoDo. El artista multidisciplinar también destaca el festival Paredes de Coura, en Portugal: “El entorno está iluminado e integrado con respecto a los escenarios y servicios, y se crea una experiencia donde la música toma el protagonismo y las instalaciones dan la sensación de que siempre han estado ahí, dialogan en armonía y forman un todo”.
Un oasis para las marcas
En los festivales no sólo hay espacio para los artistas, también para las marcas. Primavera Sound y Pull&Bear llevan años de colaboración vistiendo a los festivaleros. Para la edición de 2022, la firma de Inditex creó una colección edición limitada para el festival con el artista Jack Sachs, y dentro del recinto instaló una pop-up store donde organizaron diferentes actividades y un showroom exclusivo.
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Eduardo Irastorza, profesor de OBS Business School, afirmaba en declaraciones a Cinco Días que los festivales resultan atractivos para las marcas porque “allí el público está cautivo, toda su atención se centra en lo que están viendo. No es como en la calle, donde tienen una infinidad de estímulos”.
En Coachella las marcar van más allá de montar una pop-up store y apuestan por las experiencias. Por ejemplo, Levi’s organizó una fiesta en la que regaló chaquetas vaqueras a todos los asistentes y los redirigió a unas casetas donde podían personalizarlas con letras y bordados.
Los festivales de música van más allá del sonido y crean nuevos espacios efímeros que ponen en valor la arquitectura, las artes y la moda. Su evolución en los últimos años demuestra la importancia que tiene el diseño en todos los ámbitos.
Y a ti, ¿qué es lo que más te impresiona del diseño de los festivales? Cuéntanoslo en redes sociales a través del hashtag #ConnectionsByFinsa.