Con el boom que la construcción modular está experimentando en el sector residencial, era solo cuestión de tiempo que llegara también al ámbito del hospitality. Las ventajas son las mismas: mayor seguridad en la edificación y un proceso global más rápido, económico y sostenible.
Como señal de que el mundo de los hoteles se está tomando este modo de construcción en serio, el gigante Marriott llenó titulares ya en 2019 al preparar el hotel modular más alto del mundo (en Manhattan, de 26 pisos).
En 2023 quedó claro que no era solo un capricho: la empresa de construcción modular Volumetric Building Companies (VBC) anunció que habían creado un prototipo para la cadena hotelera, un edificio de 136 habitaciones destinado a ciudades secundarias del Reino Unido, Irlanda, Francia y Alemania. Según las estimaciones de Marriott, la arquitectura modular reduce en ocho meses el tiempo medio de construcción de los hoteles.
Más allá de las grandes empresas, hay también firmas más pequeñas que han visto el filón y que, además, son conscientes de las posibilidades que se abren para ofrecer propuestas en lugares más originales. La construcción modular es perfecta para estancias inmersivas en la naturaleza. Por ejemplo, con hoteles de una sola habitación sobre ruedas que podrían también desplazarse de un lugar a otro según las necesidades o la época del año. Una de las empresas que está haciendo esto es la startup neoyorquina Moliving, que propone a pequeños propietarios de terrenos a los que no están dando uso colocar allí una de sus cabinas y convertir el espacio en un destino turístico.
La empresa de arquitectura y diseño OBMI también se ha sumado a la furia por los hoteles modulares en plena naturaleza. Su propuesta es Habitare, una suite hotelera modular que se construye en un 75% menos de tiempo y cuesta un tercio que una solución similar construida del modo tradicional. Se trata de un nuevo concepto en el turismo de lujo que eleva el glamping a un nuevo nivel, aseguran, al poder colocar hoteles respetuosos con la naturaleza y que buscan integrarse en el entorno en lugares que antes eran inaccesibles para el sector.
Ambas compañías destacan tanto la rapidez en la edificación como su compromiso con la sostenibilidad. No se trata de llenar lugares vírgenes de hoteles de varios pisos, sino de llegar a ellos con propuestas exclusivas que tienen muy en cuenta que parte del encanto de ese destino es, precisamente, su estado casi virgen, que buscan conservar.
Que existan tanto estas opciones cercanas al glamping como hoteles urbanos más parecidos a los tradicionales deja claro que la construcción modular, con todas sus ventajas y versatilidad, ha llegado para quedarse.