Un buen restaurante ya no es solo un sitio donde “se come bien”. Hemos convertido el acto de comer fuera de casa en una experiencia multisensorial en la que el diseño es ya tan importante como la gastronomía. Desde el diseño del plato hasta el interiorismo en un restaurante.
El principio que rige en el diseño de espacios en venta, crear la mejor experiencia posible para el usuario, alcanza su máxima expresión en el caso de un restaurante. Porque allí no se va solo a comer bien, sino a disfrutar de un momento de ocio. Una persona que solo busca evitar ponerse el delantal dispone de una gran cantidad de aplicaciones que le permiten pedir comida a domicilio. Si decide ir a un restaurante es porque busca algo más.
El interiorismo en un restaurante: creando un buen envoltorio
Para Xema Varela, del estudio de interiorismo Nanube, “un buen trabajo de diseño no puede limitarse a lo visual, sino que tiene que incluir las sensaciones”. En Nanube creen que hay que conseguir que el aspecto estético no abrume al comensal, utilizando elementos que se le hagan familiares de inmediato, y lograr una atmósfera que le atraiga psicológicamente sin que sepa racionalizar los motivos. “Los locales en los que hay una buena sincronización entre el trabajo de diseño y el servicio ofertado se entienden mejor a nivel inconsciente y en consecuencia la gente se siente más cómoda, consiguiendo disfrutar de experiencias más intensas”.
“En el interiorismo en un restaurante no solo reflejamos la personalidad de una cocina con materiales y colores, también lo hacemos con la distribución de sala, elementos decorativos, mobiliario, marketing sensorial…”, apunta el diseñador Iván Cotado, para quien el diseño de restaurantes es una de las disciplinas donde el equilibrio entre funcionalidad y estética cobra mayor importancia.
“Es difícil encontrar el equilibrio entre la parte creativa y la funcional”, coincide Xema Varela, “el diseño puede anular o ayudar a un negocio. El problema es que mucha gente todavía entiende el diseño como un mero ejercicio de embellecimiento, cuando no es así. El diseño tiene que estar en sintonía con los demás aspectos del negocio”.
Comemos con los ojos y con el móvil
Ya no solo son los ‘foodies’ quienes fotografían los platos de un restaurante. Una señal inequívoca de éxito es que los clientes no se puedan resistir a sacar su móvil para fotografiar su plato, pero también los detalles de diseño del espacio que buscan hacer única su experiencia.
Tan importante es el interiorismo en un restaurante que ya cuenta con sus propios premios, los Restaurant & Bar Design Awards, cuyo jurado incluye nombres de destacadas personalidades del mundo hotelero y del diseño. En 2016 el ganador en la categoría de bares fue el barcelonés Blue Wave.
Pero los españoles no somos nuevos en esto de los premios. El restaurante Martín Berasategui en Lasarte ha sido premiado como mejor restaurante del mundo en los Premios Travelers Choice de TripAdvisor en 2015 y 1016, tomando el relevo de El Celler de Can Roca. Los hermanos Roca fueron elegidos también mejor restaurante del mundo en 2015 según The World’s 50 Best Restaurants, lista elaborada por Restaurant Magazine, donde actualmente ocupan la segunda posición.
Con la comida no se juega… o sí
Hormigas, mariposas, cerdos alados nos reciben en el Diverxo del enfant terrible de la gastronomía española. «La decoración del local es la visión onírica del acto gastronómico que ofrezco. Este es el mundo de fantasía, de creatividad y de imaginación que tengo yo en la cabeza”, explicaba Dabiz Muñoz en una entrevista a la revista Elle tras su inauguración. El espíritu rompedor del local complementa al espíritu de su cocina y se empieza a sentir ya antes de probar un bocado.
Otro local diferente, pero huyendo de los excesos es la “fábrica de helados” de Rocambolesc. Nos despachan desde un carrito que se ha quedado varado para siempre dentro de un local original, colorista y lúdico que haría sentirse a gusto al mismísimo Willy Wonka. Una mezcla entre las antiguas heladerías y el mundo de fantasía de Roal Dahl, pensada para los treintañeros nostálgicos de sus tiempos de EGB.
Para Sandra Tarruellas, Interiorista del Año 2015 por la revista Architectural Digest, directora creativa de este y otros muchos proyectos, lo fundamental en el interiorismo en un restaurante es que sea “coherente con su ubicación y con el cliente potencial que lo va a usar”. Ella se basa en la madera, el cuero, el hierro o la lana, “materiales que envejezcan bien, que tengan alma. No quiero crear espacios efímeros, que sean un producto de consumo rápido”. Su clave es “que el cliente no perciba todo aquello que no tiene por qué percibir”, porque la comodidad está también en la ausencia de ruidos, una buena iluminación, una buena distribución interna para que el camarero pueda trabajar cómodamente…
Xema, de Nanube, coincide en la importancia de crear atmósferas elaboradas pero distendidas, a lo cual ayuda la mezcla de elementos clásicos y contemporáneos y el empleo de materiales naturales, como la madera, y paletas de colores sobrias. Esas fueron, junto a la empatía con los propietarios, sus guías en el diseño del restaurante Abastos 2.0. Situado en el casco histórico de Santiago de Compostela, le dieron un “alma muy gallega, para hacer que la gente de la ciudad lo sintiese como propio y que los turistas percibiesen que estaban en un local con arraigo”.
Mismo menú, diseño diferente
Las grandes cadenas de restauración también son conscientes de la importancia del interiorismo en un restaurante. Si en un principio lo emplearon para homogeneizarlos, de manera que el McDonalds de tu barrio era igual al de la Quinta Avenida, actualmente están recorriendo el camino contrario.
En Francia, McDonalds trabaja con el diseñador Patrick Norguet desde 2011. Bajo la premisa de volver a convertir la cadena de comida rápida en una cadena familiar, nació una nueva generación de restaurantes. Algunos de sus diseños son espectaculares, como el McDonalds de los parisinos los Campos Elíseos. Lo mejor que se puede decir de él es que no parece un McDonalds, con un diseño a la altura de los lujosos restaurantes y hoteles que pueblan esta avenida, pero siempre sin perder de vista a los clientes.
Starbucks apostó por el interiorisno en sus restaurantes como estrategia para mejorar su imagen de marca, alejándose de la etiqueta de fast food. Cada local está pensado en función de donde se encuentra, en la búsqueda de agradar y adaptarse a los clientes locales. Por ejemplo, el Starbucks de Canaletas homenajea la historia de Barcelona, utilizando azulejos con motivos típicos de las casas tradicionales catalanas, como los dragones; mientras en el madrileño barrio de Serrano recrean una clásica cafetería del siglo pasado.
Para ello se basan en investigaciones previas realizada por los diseñadores, que van más allá de la estética, encaminadas a la creación de una experiencia. Por ejemplo, adaptando el tipo de mesas y espacios al tipo de cliente: solos, en pareja, en grupos…