Un espacio propio se hace más necesario que nunca: ese lugar donde entren la luz y la brisa. Un espacio que sirva a la vez de refugio y de un punto de conexión con el exterior a través del sol y la naturaleza que nos rodea. Será clave todo lo que nos traiga un pedacito de verde por la ventana, y más aún si podemos tocarlo y sentirlo.
Atrévete con espacios a los que llamar hogar e, incluso, santuario donde poner en práctica el autocuidado y recuperar los sentidos. Proponemos disfrutar del tacto suave, de los tejidos y de los materiales orgánicos. Te animamos a abrazar las imperfecciones, las luces y las sombras, así sean interiores o exteriores.