¿Cómo adecuar el interiorismo a la filosofía ikigai? Hagamos un repaso por distintas estancias y veamos las posibilidades de cada una de ella.
Los centros de masajes, espacios de bienestar personal o espirituales suelen incorporar algunos elementos representativos del ikigai. Aunque parezca que solo combinan con un tipo de locales, lo cierto es que se pueden extrapolar a muchos otros. Una tienda de barrio que anime al consumo local y responsable puede, por ejemplo, encontrar como materiales aliados las piedras cálidas y contemporáneas. Los componentes naturales transmiten sensaciones placenteras, de tranquilidad y bienestar en cualquier espacio.
¿Y en nuestra casa? Siempre conscientes de posibles limitaciones en las ciudades, podemos ofrecer algunas claves. En primer lugar, esa amplitud del espacio. Generar una sensación diáfana y prescindir de los objetos innecesarios sería algo primordial. Otro componente interesante sería la combinación de elementos de tonos blancos y madera. Tanto si nuestro hogar recibe mucha o poca luz externa, el blanco capta la luz y la multiplica, dotando al espacio de mayor luminosidad y confortabilidad. Si se trata de espacios pequeños, el blanco nos ayudará a potenciar aún más sus posibilidades.
Por último, introducir en algunos rincones soportes o paredes elementos naturales nos ayuda a crear una energía intensa y dota de un atractivo añadido a la vivienda. Piedras naturales, madera decorativa o plantas de interior permiten conectar nuestra vida y vivencias con una naturaleza que muchas veces no tenemos tan cerca como nos gustaría. Y puesto que uno de los fundamentos del ikigai es esa conexión con lo natural y la biofilia, contar con ciertos elementos que nos acerquen a ello puede contribuir a descubrir esa “razón de ser” de la que habla la filosofía nipona.