La importancia de contemplar la salud mental en el ámbito del interiorismo y la arquitectura se está haciendo cada vez más patente. De hecho, es uno de los temas que sirven de eje al programa de la Capital Mundial del Diseño que en 2022 se celebra en Valencia: uno de los objetivos se enuncia como “contribuir a desarrollos sostenibles e inclusivos del territorio, mejorando el nivel de bienestar y calidad de vida de la ciudadanía”.
En el documental Abstract, de la plataforma Neftlix, la diseñadora británica Ilse Crawford comenta que el 87% por ciento de nuestras vidas las pasamos dentro de edificios. Por tanto, el diseño de las construcciones afecta a cómo nos sentimos y cómo nos comportamos. En su libro Chemical Exposures: Low Levels and High Stakes, la investigadora de salud medioambiental Claudia Miller resulta más directa al vincular el bienestar al interiorismo: “Profesionales de la arquitectura y el diseño tienen mayor habilidad para mejorar la salud pública que los profesionales médicos”, asegura.
El diseño biofílico como respuesta
A raíz del coronavirus se puso de relieve el impacto que supone en la salud física y mental la conexión con la naturaleza. De hecho, tiene hasta un nombre: el síndrome de Heidi. Un término acuñado por Richard Lou en su libro Los últimos niños del bosque (2005) Por eso en los últimos años se están haciendo esfuerzos para intentar paliar las consecuencias de esta carencia.
Biofilia significa ‘amor a la vida’, y es un término ideado por el biólogo Edward O. Wilson en la década de los 80 del pasado siglo XX, rescatado en los últimos tiempos por profesionales del interiorismo. Vida y naturaleza vistas como piezas inseparables. No es necesario vivir en medio del bosque, del campo o de la selva para conectar con lo orgánico de la existencia. Proyectistas y profesionales del diseño y la arquitectura llevan años trabajando en los aspectos de la naturaleza que influyen en el bienestar cuando se integran en el entorno cotidiano.
Es lo que se llama diseño biofílico, es decir, incorporar elementos naturales en espacios interiores o exteriores. De este modo se logra una mayor conexión con el medio ambiente, lo que repercute en el bienestar. Y es que detalles como escuchar el canto de los pájaros, contemplar los árboles o afanarnos en cuidar algunas plantas pueden ser acciones cotidianas que incidan en esta sensación positiva.
¿Cuáles son estos elementos que ayudan en mantener la salud mental? Aquellos que derivan hacia el agua, las plantas, los animales y ciertos sonidos, olores o sensaciones placenteras. Un espacio donde entre la luz y la brisa. Un espacio que sirva, al mismo tiempo, de refugio y de punto de conexión con el exterior a través del sol y de la naturaleza que nos rodea. En este sentido, las formas fluidas también suponen una ayuda. Arcos y líneas sencillas son grandes aliados en el camino biofílico. También la calidez y esencia orgánica de las maderas claras, fibras naturales o materiales en crudo.
Otra disposición que influye en el bienestar es mantener los entornos ordenados, sencillos y fluidos. Aportar fluidez y armonía al lugar en el que vivimos permite que aflore ese equilibrio interno tan necesario en una vida contemporánea repleta de estrés y ruidos. Entornos que habitar, que sintamos cercanos y parte de nuestra identidad, donde poner en práctica el autocuidado y recuperar los sentidos. En esta línea, las texturas suaves y los tejidos orgánicos estarán de nuestra parte en ese enlace con lo biológico.
La luz, elemento fundamental para el bienestar
Si ‘verlo todo oscuro’ es sinónimo de percibir que una situación es negativa o insostenible, el reverso sería enfocarnos en la claridad que nos rodea. La luz natural es siempre buena compañía para garantizar el bienestar. Si además se le añade un cristal efecto brillo, se potenciarán sus cualidades. El sol es el motor de la existencia y su influencia en nuestras vidas es una evidencia. Por eso es conveniente potenciarlo conectando, si es posible, estancias interiores y exteriores o empleando colores claros en los materiales.
Lo local como conexión con lo originario
Si hablamos de espacios exteriores, el diseño biofílico también está presente en las tiendas de barrio que nos llevan al origen de lo que somos. El consumo local de alimentos y productos cercanos se vincula con una naturaleza en la que protegemos evitando residuos innecesarios y distancias kilométricas entre el punto de producción y el de distribución. La exhibición de estos productos en la estancia, emulando la vegetación que se esparce por el terreno, o una madera impregnando la estancia son formas de garantizar la protección de lo natural y lo originario. Una inspiración arbórea y una conexión que se vuelven imprescindibles en los establecimientos de consumo local.
Incluir más espacios verdes en la vía pública es otra actuación biofílica. Uno de los ejemplos lo podemos encontrar en Nueva York. El parque High Line es una antigua vía de tren reconvertida en espacio abierto para visitantes. 330 especies de plantas, árboles, arbustos e hierbas dispuestas para el disfrute ciudadano.
Parece que cuidar de la salud mental y emocional pasa por reconectar con nuestra raíz y permitir al cuerpo rescatar esos vínculos originarios. Un regreso a esa naturaleza de la que provenimos y que muchas veces dejamos en segundo plano. Porque no hay nada más saludable que abrazar e incluir en nuestra vida ese medio natural del que, aunque a veces lo olvidemos, también formamos parte.