La contaminación ambiental es uno de los principales problemas de la sociedad contemporánea y todos estamos concienciados de la necesidad de reducir nuestros residuos. Pero, ¿qué pasa con la contaminación que no se ve? La batalla contra el ruido es más importante de lo que parece.
¿Qué es la contaminación acústica?
El tráfico, las obras, las actividades industriales… El ruido generado por la actividad humana es la principal fuente de contaminación acústica y está por todas partes. No nos molestan solo los sonidos desagradables, sino también aquellos excesivamente altos. A pesar de que la OMS lo señala como un problema de salud pública que ha tenido un crecimiento desmesurado en los últimos años, la contaminación acústica es un problema que suscita poca atención. Sin embargo, unos 110 millones de ciudadanos europeos están sometidos al límite de 55 decibelios que la Agencia Europea del Medioambiente establece como aceptables.
Tal vez sea debido a que la fuente de contaminación, el ruido, tiene unas características particulares. La primera, que es algo subjetivo: las personas tenemos umbrales diferentes de lo que podemos soportar. Además, sólo lo percibimos con el oído, no deja residuos ni se acumula en el medio ambiente, lo que nos lleva a subestimar sus efectos. Unos efectos se acumulan en el organismo humano.
El ruido también es difícil de medir y cuantificar, sin embargo diferentes estudios se esfuerzan en hacerlo. Según el último estudio publicado por Mimi Hearing Technologies, India, EAU y Turquía son los países más ruidosos del mundo. Las áreas más ruidosas están en las ciudades: Guangzhou, El Cairo, París, Pekín y Delhi están a la cabeza.
¿Cómo nos afecta la contaminación acústica?
El Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) estima que el ruido ambiental causa al menos 16.600 casos de muerte prematura en Europa cada año, casi 32 millones de adultos sufren estrés y otros 13 millones padecen trastornos del sueño. La exposición reiterada a niveles dañinos de ruido también puede provocar una larga lista de enfermedades. Un estudio del Imperial College London demuestra que el ruido del tráfico incrementa la posibilidad de sufrir un ataque cardiovascular, pero también la de padecer diabetes, hipertensión…
¿Algo más? Sí, el ruido reduce el rendimiento en el trabajo y provoca cambios en el comportamiento social, ya que la tendencia natural a la ayuda mutua desaparece. En el caso de los niños, diversos estudios demuestran que en los alumnos de colegios expuestos a altos niveles de ruido presentan mayores dificultades de aprendizaje.
Pero la contaminación acústica no solo nos afecta a nosotros. Los animales sufren estrés al estar sometidos a alto niveles de contaminación acústica y sus consecuencias llegan hasta un hipotético remanso de paz como son los océanos. Distintos estudios presentados en el marco de Ocenoise 2017 demostró que el ruido generado por las actividades humanas en alta mar como el tránsito de embarcaciones, parques eólicos o plataformas petroleras altera la vida marina.
Caminando hacia el confort acústico
El aspecto acústico es cada vez más relevante a la hora de elegir un material para construir un objeto, pero sobre todo un interior. Y cuanta más gente vaya a acoger este interior, mayor importancia se da al diseño acústico, un diseño que no se ve pero gracias al cual puedes tener o no tener una conversación normal en un bar, en la oficina, en un restaurante…
Esta tendencia se hace patente en las principales ferias de diseño del mundo. En la BAU 2019 el corcho fue uno de los materiales estrella, ya que combina unas propiedades de reducción de los ruidos con un carácter sostenible. Mientras que la última edición de la Stockholm Furniture Fair presentó los paneles del pulpa acústica de BAUX, un material para revestimiento de paredes y techos de base biológica, creado a partir de desechos orgánicos, orientado sobre todo a mejorar la acústica en espacios de trabajo. Unos espacios de trabajo que ya vimos en Orgatec 2018 que integran la acústica como parte de la ergonomía, y buscan mejorarla para aumentar el rendimiento de los trabajadores.
Lo último: los cascos de conducción ósea
Seguro que los has visto ya. Se trata de unos auriculares que no encajan en tus oídos, sino que descansan sobre los pómulos y las vibraciones se propagan por el cráneo hasta llegar al oído interno. Entre sus ventajas, que no dañan los tímpanos y permiten escuchar el sonido ambiente. Aunque con el panorama de ruido que hemos dibujado… ¿seguro que queremos?