La diseñadora Coco Chanel sostenía que un espacio interior “es la proyección natural del alma”. Todas las personas tenemos “nuestro rincón”, ese cuarto propio donde dar rienda suelta al ser o, incluso, cultivar alguno de nuestros hobbies.
Fruto de esta tendencia que busca generar esos espacios en el hogar (potenciada por el coronavirus) surge el perfil profesional del living coach. Te contamos en qué consiste y cuáles son las tres claves de su trabajo en interiorismo.
¿Qué es un living coach?
Quien se dedica a ejercer de living coach trasciende la decoración como mera estética e indaga en conectar con nuestras necesidades y frustraciones a través del hábitat. Es decir, pone el foco del interiorismo en la persona, y no tanto en el producto. Este foco implica un proceso de “entrenamiento” en el que cada living coach propone ejercicios de visualización para detectar el propósito de cada diseño, involucrando los cinco sentidos en ello.
“Se trata de una combinación de técnica y ayuda emocional”, según explica Angela Baghino, asesora que creó su propio método ante la inexistencia de una formación reglada específica.
Tres claves para un buen living coach
Una buena aplicación de esta tendencia incide en los siguientes tres aspectos:
- Detectar el propósito del refugio personal: sala de meditación, lectura, deporte… o cuartos en los que desatar la ira.
- Asociar el hábitat a objetos que nos hagan sentir bien: piedras, minerales, recuerdos o amuletos son las cuatro preferencias del living coach.
- Interiorismo: se debe potenciar la luminosidad, buscando tonos neutros y apoyándose en el diseño biofílico para conseguirlo.
Si según la OMS pasamos 21h al día dentro de distintos edificios, ¿no crees que será momento de prestarle atención al bienestar cuando estamos en ellos?
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