En los años 70 nacía el modelo low cost: un nuevo modelo de negocio que apostaba por abaratar costes en la fase de producción y promoción para ofrecer a los consumidores productos de últimas tendencias a precios asequibles. Una forma de organización del trabajo que hoy se ha extendido a diferentes áreas.
En 1975 Zara abría su primera tienda en la ciudad de A Coruña; cuarenta y dos años después más de 7.000 tiendas conforman este gigante textil. Algo parecido sucede con IKEA: en un primer momento su fundador vendía cerillas, que después se convirtieron en bolígrafos, cuadros o manteles. Modelos de negocio a bajo coste que apuestan por estar al tanto de las últimas tendencias y ponerlas a disposición de todos los consumidores.
«La clave de las empresas y las marcas low cost no es solamente el precio, sino que han sabido introducir la innovación en todo el proceso productivo, así como en la propia imagen de marca«, asegura a La Vanguardia Beatriz Soler, profesora de marketing en ESADE y especialista en marca.
¿Cómo funciona el modelo low cost?
Si viajamos a los años 70 encontraremos los primeros atisbos de este modelo de negocio pero no fue hasta los 90 cuando ganó popularidad. Las compañías aéreas fueron las pioneras en implantar el modelo low cost, ofreciendo a los consumidores precios bajos en sus viajes a cambio de una reducción de los servicios que, hasta ese momento, ofrecían las aerolíneas.
Con el paso de los años esta tendencia se ha ido extendiendo a diferentes ámbitos. Hoy existen marcas de ropa asequibles para el consumidor masivo, marcas blancas en supermercados o incluso en la tecnología.
La clave del modelo low cost está en reducir costes en la producción y la publicidad, saber qué demandan los consumidores y evitar el stock. Y ¿por qué tiene tan buena acogida?
Según Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi en su libro El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste (Lengua de Trapo, 2007), diferentes elementos sociales alimentan el low cost. El elemento más relevante son las rentas medias-bajas que conforman la mayor parte de la sociedad y que, gracias a la aparición de estas industrias, consiguen acceder a bienes y servicios que, en otro tiempo, estaban reservados a las clases más acomodadas.
La crisis económica también ha ayudado a fomentar el modelo low cost y así lo explica el profesor de la ESADE Business School Josep Valls, quien afirma en declaraciones a La Vanguardia que «con la crisis, los clientes demandan precios más bajos. La caída del consumo obliga a las empresas a replantear las políticas de precios, así como a revisar conceptos como la marca y la promoción; ahora el consumidor es más consciente de la relación calidad-precio».
Inditex, Ikea o Ryanair como modelos de éxito
El fenómeno Inditex ya se estudia en diferentes escuelas de negocio como un modelo que ha sabido adaptarse a las necesidades del consumidor y su entorno. Hoy el grupo cuenta con más de 7.000 tiendas en todo el mundo y, lejos de frenar su crecimiento, el objetivo es caminar hacia la apertura de nuevos locales en lugares estratégicos de distintas ciudades y abrir la venta online a más países.
Inditex cuenta con ojeadores encargados de buscar tendencias por todo el mundo, tanto en las pasarelas como en la calle. Esta búsqueda hace que los diseñadores puedan elaborar piezas diferentes cada semana. Todo ello deriva en una alta rotación de productos por lo que el consumidor sabe que, si una prenda le interesa, debe hacerse con ella cuanto antes o es posible que después no la encuentre.
Por su parte IKEA presenta un modelo de negocio similar. Su filosofía se basa en el do it yourself y de esta forma reduce gran parte de los costes. La marca sueca cuenta con más de 300 tiendas distribuidas en 27 países.
En 1948 IKEA comenzó a vender muebles pero no fue hasta 1951 cuando aparecieron los primeros catálogos y la marca comenzó a tomar forma para llegar al modelo que conocemos hoy en día. Su espíritu enfocado a dar servicio, cubrir una necesidad, agilizar tareas en el día a día para hacerlo más fácil y apostar por un diseño diferente e innovador de una manera económica la convierten hoy en la tienda de muebles por excelencia.
Es importante también tener en cuenta la organización de sus tiendas. Grandes espacios de exposición de sus productos pero teniendo en cuenta las necesidades de aquellos que se acerquen a comprar. Por eso IKEA cuenta con restaurante y zona para niños, pensando siempre en facilitar la visita a los consumidores.
Pero si hay un ejemplo de empresas low cost por excelencia esas son las compañías aéreas. Ryanair fue de las primeras en implantar este modelo de negocio, consiguiendo un gran ahorro en los costes y ofreciendo billetes de avión a precios asequibles.
Ryanair reinventó la forma de viajar y se convirtió en un nexo de unión entre el punto A y el punto B pero sin ofrecer ningún otro servicio a los consumidores. De esta forma consigue reducir costes y dar un servicio básico. Además la compañía tampoco cuenta con establecimientos físicos donde adquirir sus billetes, lo que supone un gran ahorro ya que es el consumidor el que realiza el proceso de compra.
¿Todavía le queda vida al modelo low cost?
Hoy más que nunca el factor precio resulta importante para los consumidores, que son más conscientes de los costes de producción de ciertos productos y que no quieren sentirse estafados. Lo cierto es que la coyuntura económica y financiera de los últimos años, y el auge de compañías como las anteriormente mencionadas, hacen ver que el modelo de negocio low cost abarca a un gran público.