La Covid-19 no solo ha provocado un colapso en las economías más avanzadas del mundo, también ha afectado a la forma de relacionarnos con la introducción de medidas de distanciamiento social o el uso obligatorio de mascarillas en los lugares públicos. Estas últimas fórmulas de contención de la enfermedad condicionarán el regreso de los alumnos a las aulas y afectarán al diseño de los centros educativos durante los próximos años.
Los expertos en este campo aseguran que la pandemia ha cambiado el paradigma de estos recintos. Antes se configuraban para precisamente lo contrario, para provocar el acercamiento entre grupos de personas, incluso de diferentes edades. Se entendía que este intercambio era enriquecedor, pero ahora prima la salud pública. Edificios abiertos, bien ventilados, más accesos para incrementar la circulación de personas con seguridad y mobiliario que garantice la separación de los estudiantes parece que marcarán el futuro.
Espacios amplios, una inercia que se acelera
Para Gonzalo Alonso, del estudio Abalo Alonso Arquitectos, quizás la covid-19 no haya hecho más que acelerar una tendencia, la de generar en los centros educativos dotados de espacios más amplios. “No estoy seguro de si el replantearnos los espacios vendrá por la pandemia o si esta situación de la pandemia lo habrá acelerado. Creo que la inercia ya nos llevaba a espacios más amplios, menos alumnos por aula y a espacios más flexibles”, reflexiona antes de añadir: “Por ejemplo, tanto la guardería que hicimos en A Estrada (A Baiuca) –donde emplearon materiales de Finsa– como otra que habíamos hecho previamente en el campus de Ourense, las aulas están separadas por tabiques móviles con lo cual se pueden unir o separar en funciona de los usos o necesidades”.
“Esto en las escuelas infantiles resulta muy cómodo. En los momentos de enseñanza pura y dura igual estaban separados en dos grupos, pero en los momentos de juegos se abría el tabique y se unían dos aulas con lo cual tenían el mismo ratio, pero proporciona una sensación de mayor espacio. En el momento de la siesta podían volver a cerrar y había un espacio para descansar y otro espacio para jugar”, explica.
Gonzalo Alonso también observa que la enseñanza también se está flexibilizando y eso inevitablemente tendrá su impacto en el diseño. “La enseñanza cada vez es más variada, más flexible. No sabría asegurar cómo será la enseñanza infantil dentro de diez años. Me da la impresión de que la tendencia va por ahí. En una escuela infantil ahora prácticamente es imprescindible tener un huerto, algo que hace 15 años parecía absolutamente fuera de lugar”, recalca.
Más accesos y espacios de circulación
Por su parte, Andrea Badía, de Andrea Badía Estudio de Arquitectura, señala la importancia que tendrán los accesos y los espacios de circulación. “En líneas generales –apunta- el diseño de los centros educativos va a ir en contra de lo que intentábamos garantizar ahora, que era la interacción entre los distintos estudiantes que convivían en ellos. Se tiene que conjugar la flexibilidad de los espacios con resolver el cumplimiento de la distancia social. Y tendremos también muy en cuenta los accesos y la circulación por los centros. Seguramente haya que añadir accesos y repensar los lugares de circulación”.
Sobre esta cuestión, Gonzalo Alonso incide: “Todos los edificios públicos tienen un vestíbulo cortavientos, que básicamente es una cuestión térmica y de corrientes de aire. Creo que ese espacio, de alguna manera, es posible que se replantee. Que pase a ser un poco más grande, que pase a tener quizás un servicio higiénico… Desde luego si seguimos utilizando el hidrogel o algún elemento de este tipo pasará a estar ahí. Y en el caso de las escuelas infantiles quizás sea un poco más completo”.
Y se aventura a rediseñar el tradicional almacén de carritos de las escuelas infantiles que “puede que funcione como un túnel de lavado de carritos o algo de ese estilo”.
Renovación de aire y eficiencia energética
Otro de los problemas que ha puesto encima de la mesa la pandemia es la importancia de la renovación del aire en los espacios interiores. La transmisión del virus aumenta en espacios cerrados y mal ventilados. Sin embargo, los arquitectos advierten de que este concepto choca con la búsqueda de la eficiencia energética.
“Ahora hay cierta tendencia, sorprendentemente además con normativas de sostenibilidad y medioambientales, de reciclar el aire interior, de hacer edificios como más estanco por cuestiones térmicas”, dice Gonzalo Alonso. “Nosotros siempre procuramos tener ventilaciones cruzadas. En La Baiuca, por ejemplo, incluso en los espacios en los que parecía difícil, con los lucernarios también lo conseguimos”, recalca.
“Afrontamos un cambio de paradigma y la arquitectura tiene que estar a disposición de la sociedad. Debe responder a nuevas formas de enseñar y relacionarse. Pensar, por ejemplo, en aulas de profesores para que puedan impartir conferencias o clases on-line”, concluye Andrea Badía.