El usar y tirar tiene los días contados gracias al movimiento fixer. La cultura colaborativa está ayudando a reparar objetos de toda índole que de otra manera acabarían convirtiéndose en un problema medioambiental.
El informático Kyle Wiens le daba vueltas a su Apple iBook G3. Había dejado de funcionar y el departamento técnico le sugería que le saldría más rentable comprar uno nuevo por el precio que iba a costar el arreglo. El escueto manual del dispositivo tampoco le ayudaba a repararlo por sí mismo… El empeño de Wiens en 2003 hizo salir a la luz la comunidad iFixit, de la que él es fundador: un espacio donde colgó el primer manual completo de los miles que están disponibles. Había nacido el movimiento fixer.
Movimiento fixer: un mix de maker y DIY
“Reparar” constituye la cuarta “r” del ecologismo junto a reducir, reutilizar y reciclar. Este concepto se liga al fenómeno DIY, el movimiento maker y la cultura colaborativa. Precisamente, gracias a internet se han podido difundir y sustentar plataformas como iFixit o Repair Cafe, la fundación que en 2007 inició la periodista holandesa Martine Postma. La revolución de Postma, siguiente gran paso del movimiento fixer, organiza espacios en todo el mundo en los que se ponen en común maneras de reparar objetos averiados, tanto en teoría como en práctica. Tirar ya no se lleva.
Estas iniciativas promueven el aprendizaje mutuo y la suma de conocimientos, así como la potenciación de los entornos donde compartir es la norma para evitar la acumulación: desde el coche hasta cualquier objeto que no se emplean habitualmente. De esta manera, el movimiento fixer reporta no solo un ahorro económico y medioambiental, sino que promueve el empoderamiento de las personas a través del desempeño de su autonomía y el intercambio generacional (ay, esos grandes “manitas” que acumulan tanta sabiduría…).
La barrera del movimiento fixer: la “reparabilidad”
El movimiento fixer se encuentra con una gran barrera: la posibilidad de reparar los dispositivos, algo que afecta particularmente a los electrodomésticos, si bien ya se aprecia en muebles o bicicletas. Es la cultura del usar y tirar y de la obsolescencia programada. Resulta complicado encontrar recambios, si bien la impresión 3D abre una nueva puerta a través de la que poder construir nuestras propias piezas.
Fixers y makers critican fuertemente a las industrias y fabricantes que no enfocan sus productos en el criterio de la reparabilidad o que no incluyen manuales que ofrezcan alternativas para reparaciones. Incluso van un paso más allá y sugieren que cuelguen en sus páginas web prototipos de piezas de recambio que sean de libre descarga para crearlas con impresoras 3D. Sostienen, por tanto, en la reparabilidad sea un criterio de compra más, y realizan un gran esfuerzo en trasladar esta cuestión también a los consumidores. Sirva como ejemplo el ranking de reparabilidad elaborado por iFixit como guía para elegir un smartphone, y tomemos nota de que, entre casi cien dispositivos, solamente dos obtienen un 10 que indica la facilidad de arreglarlo en caso de que se estropee.
Aunque no te lances ya a reparar tus propios dispositivos, este movimiento fixer debe servirnos como reflexión para aprender a mirar los objetos de otra manera y para que la etiqueta de “nuevo” deje de parecernos tan brillante, ¿no crees?