En los últimos años se han producido multitud de acontecimientos que nos conectan con una emoción un tanto peculiar: la incertidumbre. No tener una predicción de lo que puede ocurrir nos lleva a querer afianzarnos en lo que ya ha ocurrido, puesto que esa zona conocida es lo más seguro que tenemos. Reactivar esa nostalgia permite trasladarnos a tiempos mejores y a rememorar los espacios donde nos deleitábamos. Recordar momentos felices, por tanto, nos ayuda a evadirnos y recuperar sensaciones placenteras.
“Generalmente la gente encuentra consuelo en la nostalgia durante tiempos de pérdida, ansiedad, aislamiento o incertidumbre”. Son palabras de Krystine Batcho en la revista National Geographic. Esta profesora de psicología en Le Moyne College en Syracuse, Nueva York, indica que buscar refugio en olores, colores, sabores, formas y texturas conocidas nos devuelve sensaciones de optimismo.
En este sentido, se está tomando la iniciativa de recuperar estilos decorativos relacionados con tiempos que hemos vivido como más tranquilos o más sencillos. Los años 70 son una de las décadas más aclamadas en dicha tendencia. Una paleta de color envejecida y saturada, sumado a una iconografía retro, son están convirtiendo en elementos cada vez más habituales en interiorismo. “La pandemia nos ha obligado a reevaluar lo que tenemos, a hacer un mejor uso de los objetos y del espacio, y también a ver su valor, a menudo por primera vez”, explica Jennifer Howard, autora de Clutter: An Untidy History. En este libro se ponen en valor los hogares y habitaciones con vida propia, esos espacios que resaltan los vínculos emocionales de las personas.
Mirando hacia adelante
Lejos de que toda propuesta de revisión tenga estos tintes melancólicos, la que prima actualmente hace algunos guiños al futuro. Pasado y porvenir se combinan para generar nuevas sensibilidades estéticas.
Ya no se trata de decir “cualquier tiempo pasado fue mejor”, sino de reconvertir lo que traemos en algo distinto y con potencial. Y es que a partir de iconos y materiales recuperados se proponen espacios y productos innovadores. Una tendencia a la que ya se ha dado nombre, Nostalgic Future, y que se recoge en el catálogo de inspiración de Finsa. Tiene diversas ramificaciones, aunque nos centraremos en dos: new retro y always classic.
New retro
Esta propuesta de diseño se basa, no solo de regresar a lo antiguo, sino de actualizar esas reminiscencias por medio de la exaltación de sus formas y colores. La identidad del espacio se potencia mediante elementos vintage que animan a la evasión. Aplicar tonos caramelo o emplear marquetería serían dos maneras de caminar hacia este estilo.
La superposición de capas se convierte en una estrategia para generar espacios y productos con múltiples matices. Cuando se combinan la iluminación, vidrios u otros materiales translúcidos que ayudan a proyectar luz y color (y que conectan con la vitalidad de otros tiempos) con paletas de color de la tecnología nos acercamos al new retro.
Otros materiales que se incluyen en este concepto serían los acabados plásticos matificados, los acolchados y espumas, los materiales que juegan con las sensaciones y el aspecto, los acabados opacos combinados con transparencias, las formas geométricas inspiradas en el mundo digital o los detalles metálicos con aire futurista. También se acercarían los tejidos sintéticos o aquellos con efectos de brillo y toques estéticos noventeros.
Always classic
La herencia siempre estará ahí y eso es algo que no se puede obviar. Es precisamente esa cualidad de valor seguro lo que destaca en los hábitats que siguen el estilo always classic. La elegancia de lo clásico y el preciosismo de unos materiales consolidados en la arquitectura sirven como contrapunto al Nostalgic Future. Maderas sofisticadas resaltan la identidad y singularidad de los espacios; materiales conocidos y rescatados que aportan confort, robustez y confianza.
“Hay una nueva voluntad de contacto con las raíces de la sociedad, y de conseguir una relación más orgánica con la tierra y el pasado”. Ronald Hutton, profesor de historia en la Universidad de Bristol, estudia estos vínculos que están reapareciendo. Y hay cambios que se están produciendo en este sentido. La corriente Days of future past recupera el estilo italiano de los años 70 o la decoración organicista y geométrica de los años 20. Pero lejos de un mobiliario recargado, esta corriente apuesta por el exceso y lo recargado, reivindica los espacios y productos donde la memoria y el recuerdo son parte del diseño.
Resaltan dentro de esta tendencia los tonos cálidos, cobrizos, los saturados de inspiración retro, los juegos de formas geométricas o los tejidos clásicos que adquieren una nueva identidad, como los terciopelos o los cueros.
Pero además de volver a lo más placentero del pasado, una de las características más destacables de estas iniciativas no es otra que su contribución a un planeta más sostenible. Rescatar objetos y elementos y darles un segundo uso es una práctica habitual entre quienes ven con interés estas tendencias. Y es que finalmente de lo que se trata es de potenciar la belleza de los espacios que habitamos. Y si es posible hacerlo con perspectiva medioambiental, mejor que mejor.
Quizá lo más recomendable y fructífero no sea más que recoger lo beneficioso del pasado, combinarlo con aquellos elementos del presente que nos ofrezcan cualidades positivas y realizar un diseño personalizado de nuestros espacios. Potenciar la comodidad de los lugares que transitamos, dotarlos de vida propia y de sensaciones cálidas, regresar a lo que nos llena de vitalidad e intentar traerla de vuelta. Porque aunque la letra de una canción nos diga que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”, los lugares de la alegría son un refugio que nos inspira, motiva y alberga. Si logramos separarnos de la tristeza por algo que no va a volver y quedarnos con aquello que podemos aprovechar de lo que conocimos, estaremos dotando de creatividad a la nostalgia. Una de las cosas que mejor podemos hacer a partir de ella.