El diseño que transforma el mundo: ¿está todo inventado?

¿Podríamos decir que a estas alturas del siglo XXI está ya todo inventado? ¿O es posible que todavía haya territorio ignoto por explorar, ingenios por crear, hallazgos y nuevos materiales por descubrir?

De entrada, parece lógico pensar que cada día quedan menos cosas por idear. Pero también es muy posible que justo suceda lo contrario: que cuanto más se investiga y más se patenta, más herramientas tenemos para poder desarrollar otras nuevas tecnologías, otras soluciones transformadoras para resolver problemas de los que quizá ni siquiera somos aún conscientes. Lo que es evidente es que los adelantos científicos y tecnológicos se suceden —a más velocidad en las últimas décadas— y que el progreso no se detiene.

 

Más de 188.000 nuevas patentes al año

Veamos algunos datos al respecto. Las solicitudes presentadas en la Oficina Europea de Patentes (OEP) en 2021, por ejemplo, aumentaron un 4,5% respecto al año anterior, cuando vivíamos inmersos en plena pandemia mundial. Se registraron más de 188.000, el dato más alto hasta la fecha, un nuevo récord.

China, Estados Unidos y Alemania lideran este crecimiento, aunque España, Italia y los países nórdicos también despuntan. España, de hecho, ocupa el puesto número 17 del ránking con 1.954 solicitudes de patente europea de empresas e inventores de origen español, casi un 9% más que en el 2020. La cifra representa, además, la tasa de crecimiento más alta de los últimos diez años para nuestro país.

 

Nuevas creaciones más allá de la tecnología

La tecnología médica y la biomedicina son los campos que registran más aplicaciones de inventos y patentes. También el de la química, la energía, la comunicación digital y el transporte. En España, las tecnologías sanitarias y de energía limpia son también los principales motores de las innovaciones, representando aproximadamente una cuarta parte de las solicitudes de patentes en cada caso.

Pero también hay avances asombrosos en ámbitos más cotidianos como la gastronomía. Ángel León, del restaurante Aponiente, conocido como el chef del mar, ha descubierto un nuevo alimento, la zostera marina, un alga, una planta acuática con forma de espiga y que tiene un grano similar al arroz (aunque con el doble de aminoácidos, sin gluten y con grandes dosis de vitaminas A y B) que, curiosamente, no sabe a mar. Sus posibilidades, dice, son infinitas: tiene propiedades nutritivas propias de los súper alimentos y se cultiva —ya lo ha hecho en las marismas salineras de la Bahía de Cádiz— de forma fácil, sostenible y con escasa inversión. Para Léon se trata de “un cereal para el futuro” que puede revolucionar la alimentación del planeta.

 

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Lo mismo ocurre en el campo del diseño. La innovación, a estas alturas, no es tanto hablar de coches voladores como de preguntarse cómo usará la gente la lavadora o la tostadora en el futuro. El recién estrenado Museo del Futuro, inaugurado en Dubai el pasado febrero, se aventura ya en cómo será la vida cotidiana dentro de 50 años, esa a la que supuestamente nos encaminan la realidad virtual y aumentada, la robótica, el big data y la inteligencia artificial. Es ciencia al borde de la ciencia ficción, sí, pero recordemos que mucho de lo que predijo Verne en sus fantásticas novelas finalmente se cumplió.

 

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Lo que está por inventar en hábitat

¿Y qué ocurre en el ámbito del mobiliario de nuestras casas? ¿Qué le depara el futuro a la fabricación de estas piezas tan presentes en nuestras vidas? La exposición Escenarios de un futuro cercano, presentada en la World Design Capital Valencia 2022 (WDCV2022) y comisariada por la periodista especializada en diseño Tachy Mora, explora los cambios que podrían experimentar los hogares en los próximos años. La muestra reúne una serie de piezas de mobiliario e iluminación, así como escenas domésticas que ponen el foco sobre diferentes partes concretas de la vivienda.

 

Materiales revolucionarios

Pero si hay algo que progresa, y a gran velocidad, son los materiales, que provocan constantemente cambios importantes en la tecnología, el medio ambiente y la sociedad.

Estos nuevos materiales pueden llegar a ser sorprendentes. Los ingleses Ooho, por ejemplo, fabrican envases comestibles para líquidos; los alemanes Neptutherm han creado Neptune Grass, un aislante natural procedente del mar; y los italianos Frumat han dado con Apple Skin con una alternativa vegana al cuero mediante el orujo de manzana.

 

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La última Semana del Diseño de Holanda (Dutch Design Week 2022) también ha mostrado los últimos materiales que investigadores y alumnado de diseño están utilizando para crear objetos de interior. Algunos naturales como la seda de araña, la quitina (la mesa Living Systems está hecha de esa sustancia extraída de la concha de crustáceos) o el cañamazo (la serie de candelabros Grano) y otros híper modernos como los bioplásticos (caso de los maceteros MATching).

En lo experimental trabaja la alemana Diana Scherer que cultiva raíces de plantas como avena, maíz y trigo para crear un material 100% ecológico cuyas futuras aplicaciones incluyen desde telas para la industria de la moda hasta atractivos materiales de aislamiento para construcción que se pueden mantener visibles. “El objetivo es la biofabricación: textiles que crecen bajo tierra sin usar energía externa”, ha dicho Scherer.

 

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El que ya es una realidad es el Hyperin, un material ecológico, aislante, ignífugo, innovador y con altas prestaciones inventado por la investigadora Ana Blasco, que llegó a él por casualidad. Buscaba un material que sustituyera el poliestireno expandido de los monumentos falleros y, aprovechando un producto tan valenciano como el arroz, topó con un compuesto revolucionario para el sector de la construcción por su bajo coste y sus excelentes cualidades. Se puede utilizar para la fabricación de placas, paneles, ladrillos y bloques, aunque también puede ser usado en el sector del automóvil o en electrodomésticos y, humedecido, también se puede usar como biocemento.

Y las mentes creadoras siguen imaginando. La organización de derechos de los animales PETA ha lanzado Vegan Wool Challenge, convocando a diseñadores e investigadores a desarrollar una alternativa vegana a la lana de oveja con un menor impacto ambiental. El primer participante que desarrolle este material de bioingeniería que imite el aspecto, la textura y el rendimiento de la lana y sea comercializado por una gran marca de moda recibirá un millón de dólares.

 

La innovación desde los residuos

El futuro de esta nueva cultura de los materiales no consiste tan solo en fabricar materiales completamente nuevos, sino en repensar también aquellos ya existentes que usamos para construir muebles, reutilizándolos ligeramente de manera innovadora.

Es el caso de otro nuevo material aplicable a la decoración y a la arquitectura es el desarrollado por Atelier Fabric. Este proyecto reconvierte los efímeros productos de la fast fashion cuyos botones, cremalleras, abalorios e impresiones se incineran y no son recuperables.

Atelier Fabric mezcla investigación, innovación y diseño y da una solución a los desechos de las grandes empresas del sector textil. Este material se crea emulando a la propia naturaleza, con un proceso como por el que se forman las colonias de coral, en este caso absorbiendo el carbonato cálcico de los restos bajo presión y temperatura controlados y obteniendo una estructura sólida.

 

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Dentro de esta categoría podríamos incluir a innovadores materiales de construcción elaborados con hongos, bacterias y enzimas. El sistema Foresta, de la empresa italiana de biodiseño Mogu, es el primer sistema acústico del mundo que combina la estética refinada de la madera con el carácter innovador del micelio. Se trata de una opción más sostenible para reconfigurar espacios de trabajo o domésticos.

Los paneles están hechos de módulos acústicos formados por el tejido vegetativo de hongos cultivados con residuos agrícolas de la industria textil, apoyados en un armazón de madera de haya. Estos cultivos de hongos se combinan y entrelazan con las fibras naturales y, tras un tratamiento térmico final, crean un nuevo y duradero material biocompuesto con propiedades de absorción del sonido demostradas y sin esporas, lo que favorece un entorno saludable y seguro. Con un diseño modular y distintos colores y texturas, es un material muy personalizable.

 

Innovando desde la materia prima: madera

La madera sigue siendo el gran material de construcción del futuro y es otro gran campo de investigación e innovación. Woodoo ha diseñado un proceso químico en el cual se extrae el aire y los gases que contiene la madera y se sustituye por una mezcla de polímeros. Gracias a ello se obtiene un nuevo material translúcido, ignífugo y completamente resistente al agua, que resuelve los mayores problemas que presentan las construcciones de madera, como son el riesgo de incendios y la putrefacción producida por la humedad. Gracias a ello se podrán realizar construcciones más baratas, más rápidas y con una menor huella ecológica que las realizadas con hormigón o ladrillo.

 

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Ahora tenemos, además, una nueva forma de entender y utilizar la madera. Gracias a la tecnología ha pasado a un nivel superior de innovación. Es la madera translúcida, que se puede utilizar para desarrollar ventanas y paneles solares, se consigue eliminando el revestimiento de la chapa y trabajándola luego a nano escala. El resultado: un nuevo material para la construcción totalmente transparente que tiene varias aplicaciones. Investigadores del KTH Royal Institute of Technology de Estocolmo (Suecia) han desarrollado este plástico degradable con un alto contenido en fibra, a base de madera, capaz de sustituir a los materiales fósiles usados en la construcción o el mobiliario doméstico y de descomponerse sin dañar el medio ambiente. Pero hay más: investigadores de la Universidad de Maryland han creado una súper madera más fuerte que el acero y seis veces más ligera. Este nuevo material para la construcción llamado nano madera cuando se presiona en una cierta dirección, es 30 veces más fuerte que los materiales aislantes térmicos típicos y mucho más aislante.

 

La efervescencia creativa, las nuevas necesidades, los retos y el cambio climático no auguran ninguna sequía de inventos. La pregunta, por tanto, es: ¿qué será lo siguiente?