Tras eliminar las barreras físicas de nuestras ciudades, toca superar las sociales. El urbanismo, como materia viva que se amolda a la habitabilidad, se ve naturalmente influido por los cambios y los movimientos sociales. No iba a ser menos con el feminismo tras el gran impulso experimentado durante 2018 -al menos en cuestión de visibilidad-. Por ello, se convierte en una perspectiva que se tiene en cuenta en las concepciones arquitectónicas de nuestras ciudades.