Ha ocurrido: según la encuesta anual de Hoteles.com, los viajeros prefieren tener wifi gratis que desayuno incluido; mientras, según un estudio realizado por SOWifi, un 90% de los clientes prefiere un bar o restaurante con wifi a uno que no lo tiene. ¿Será que ya no sabemos disfrutar de una buena comida? El ser humano ya pone sus necesidades tecnológicas por delante del estómago. Y decimos bien, porque la conectividad se ha convertido en una necesidad para el ser humano.
Esta conectividad está indisolublemente unida al smartphone, que es cada vez menos teléfono y cada vez más otras muchas cosas. Suplantando dispositivos Mp4, cámaras fotográficas y de vídeo, tabletas y ordenadores, el smartphone es lo primero que consultamos cada mañana y lo último que vemos antes de dormir. Si nos falta, sentimos que nos falta el aire. Solo de pensarlo nos da tanto miedo que ya tiene nombre: la nomofobia. Que se lo pregunten a los clientes de R que el pasado día 24 de diciembre se quedaron sin línea ni datos durante 14 horas y buscaban desesperados una wifi para conectarse.
La wificación de los espacios es una premisa que se plantea ya en todo proyecto de interiorismo. Desde el inicio se tiene en cuenta el deseo de conectividad de los usuarios, para que no se vea alterado por la estructura o los materiales. Todos conocemos modernos museos con muros de hormigón que no dejan pasar la señal, románticos restaurantes en sótanos ciegos…
No me venga con wifi y otros restaurantes ‘anti-móvil’
Como reacción a esta tendencia, para escaparse y desconectar del ruido digital que envuelve el día a día, se crean espacios ciegos. Espacios sin wifi, espacios sin cobertura, espacios donde lo importante es vivir y disfrutar de la experiencia aquí y ahora. Resulta curioso que existan restaurantes que “prohíben” a sus clientes el uso del teléfono móvil, para “obligarles” a disfrutar de su cena y de su compañía.
Es lo que hacen en el japonés Auradaze de Leamington Spa (Reino Unido), que ha prohibido el uso del móvil a sus clientes mientras comen, ya que su propietario considera que “durante las dos horas que puede durar una comida, el foco debe estar en la conversación”. O la bodega que, en colaboración con restaurantes de Santiago de Chile, se propuso premiar con una botella de vino gratis a todos aquellos que no consultasen el móvil durante su cena. Para ello inventó los ‘cell parking’ o ‘guarderías para móviles’, una invitación a disfrutar de la cena tras dejar el dispositivo en unas casillas a la entrada del restaurante.
Por su parte, un restaurante de Río de Janeiro decidió convencer a sus clientes de no conectarse, precisamente con un mensaje generado por varios routers cuando intentaban conectarse a internet: “Ah, larga o celular! Curta o momento” (¡Deja el móvil! Disfruta del momento). También cansados de ver sus locales convertidos en oficinas, varias cafeterías de Canadá han decidido no ofrecer conexión wifi para animar a los clientes a hablar entre ellos.
La zona silenciosa de EE.UU. y el detox digital
Si una comida no es suficiente desconexión y se necesita más espacio, nada como un viaje a la zona silenciosa de EE.UU.: 34.000 kilómetros cuadrados libres de toda actividad electromagnética, lo que incluye el teléfono móvil e internet. El motivo es el telescopio Green Bank, el radiotelescopio más grande del mundo, de 100 metros de diámetro y casi 150 metros de alto, que necesita el “silencio eléctrico” a su alrededor para poder operar sin interferencias.
Mientras en España buscamos la manera de deshacernos de unas cabinas telefónicas que nadie usa, en este rincón de Virginia Occidental todavía son la única manera de hacer una llamada fuera de casa. Para algunos un auténtico paraíso que incluso les lleva a trasladarse a la zona; para otros, un infierno contemporáneo.
Sin necesidad de ir tan lejos, este llamado detox digital se ha convertido en el nuevo lujo de una sociedad hiperconectada. Parece que necesitamos pagar para que alguien nos obligue a olvidarnos de ese pequeño aparato que domina nuestras vidas, así que algunos establecimientos hoteleros ya ofrecen esta opción.
Es el caso de Vincci Hoteles y su ‘Digital Detox Pack’: a tu llegada se ‘incautan’ de todos tus aparatos electrónicos de manera que tu tiempo solo será para descansar, meditar o disfrutar de pasatiempos analógicos, como la lectura. Pero para que nadie piense que has desaparecido, antes podrás compartir en tus redes sociales tu cartel de ‘Cerrado por #Detox’, auténtico generador de envidias.
En Royal Hideaway Sancti Petri de Cádiz cuentan con ‘Detox and Toning’, un programa de detox digital de siete días para desconectar del mundo tecnológicamente. Pero para eliminar el estrés, España también ofrece establecimientos rurales sin cobertura telefónica ni acceso a internet, como Mil Madreñas Rojas, Casa O’Crego o Mas Els Terrats. Aquí no es necesario entregar los dispositivos electrónicos, la geografía se encarga.