¿Ha dejado alguna vez el negro de estar de moda? Este “no color” es un básico esencial en todo armario que se precie, y lo es también cada vez más en la arquitectura y el diseño de interiores. Ya lo apunta Shutterstock en su informe sobre las tendencias al alza este 2020: con un aumento de casi un 2.000 % de las búsquedas de este término, se inicia un nuevo reinado del negro.
De la elegancia al misterio
El negro es un color con una simbología muy amplia, capaz de despertarnos sentimientos diferentes e incluso contradictorios. En moda se asocia a la elegancia y a la sofisticación –el little black dress no puede faltar en ningún armario-, pero también a la sobriedad o al poder, e incluso a la contracultura –beats, moteros o góticos basan su estética en él-.
Este color posee también cierto componente mágico y misterioso. Asociado a lo desconocido, en muchas culturas antiguas simbolizaba la muerte o el inframundo, antes de representar el mal para el cristianismo. En el nuevo interés por lo oculto y lo espiritual, desde la astrología a la quiromancia, también se observa una línea de diseño dominada por el negro, con ilustraciones inspiradas en la magia e imágenes cósmicas, donde domina la oscuridad.
Sin miedo al total black en decoración
Los diseñadores aprecian el valor de contraste del negro para crear experiencias visuales poderosas. En el mundo del interiorismo esto deriva en la incorporación de patrones y texturas que potencian su profundidad y enriquecen sensorialmente los espacios, a través de las superficies: tableros decorativos texturizados con formas lineales y geométricas; piedras naturales, como los mármoles negros; azulejos porcelánicos; las maderas lacadas…
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Asociado a la elegancia sofisticada y la modernidad, el negro es un color clásico que nunca pasa de moda. Tras unos años de dominio de tonos fríos y claros del diseño escandinavo, el japandi lo enriquece con tonos más profundos y el negro se cuela ya hasta las habitaciones infantiles, a través de pintura de pizarra, que permite que los pequeños expresen su creatividad. Surge el negro como color dominante en grandes superficies, paredes o suelos, algo impensable hace tan sólo unos años. Al tratarse de un color acromático puede tratarse como un neutro, lo que permite combinarlo con casi cualquier otro color, desde la gama pastel a otras más intensas.
Uno de los espacios en los que más influye esta nueva tendencia son las cocinas. Aunque se continúa prefiriendo el blanco para vestirla, aquellos que están a la última apuestan por mobiliario en negro mate, junto a revestimientos en mármoles o azulejos negros. Los más arriesgados se apuntan al total black, pero también se puede combinar con electrodomésticos y complementos en acero inoxidable, o con elementos en madera natural.
Yakisugi: la madera quemada japonesa
En el cruce de esta tendencia de color y la creciente apuesta por la sostenibilidad aparece una solución de inspiración oriental: el yakisugi. Esta técnica ancestral japonesa, también conocida como shou sugi ban, consiste en quemar la capa exterior de la madera para aumentar su durabilidad, lo que le da una tonalidad oscura. Debe su nombre a que tradicionalmente se realizaba con madera de sugi (cedro japonés). El fuego la protege de ataques de hongos o microorganismos y de las inclemencias meteorológicas. Por eso, aunque lo podemos encontrar en interiores o en mobiliario, sus aplicaciones más destacadas son en exteriores.
La madera yakisugi será más negra cuanto mayor sea el carbonizado. El tiempo de quemado, unido a otros factores como el nivel de cepillado o el tratamiento posterior que se aplique –aceites o barnices-, dará como resultado una gran variedad de matices y texturas: del negro profundo y la textura reptil del suyaki al más suave del gendai, donde el cepillado elimina el carbón y aligera el tono.
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En Japón podemos ver su empleo en casas tradicionales y templos centenarios, como el Ginkaku-ji de Kyoto. Pero sin duda el caso más señalado es la pagoda de cinco pisos del Horyu-ji de Nara, uno de los edificios de madera más antiguos del mundo, construida hace más de trece siglos.
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Yakisugi en arquitectura contemporánea
Ahora la técnica se ha expandido fuera de sus fronteras y es cada vez más popular, pero fueron los arquitectos contemporáneos japoneses los primeros en recuperar el yakisugi para el nuevo siglo. Entre ellos destaca Terunobu Fujimori como uno de sus mayores defensores y difusores. Profesor de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Tokyo, Fujimori buscó inspiración en el antiguo Japón. Él mismo quema la madera según el método tradicional, consistente en unir tres tablas de madera formando un prisma e introducir el fuego en su interior. Entre sus obras más señaladas están la conocida como Yakisugi House y sus excéntricas casas de té.
La combinación del atractivo acabado de la madera quemada, su carácter sostenible y su componente artesanal ha acabado conquistando a los arquitectos occidentales. En los Estados Unidos se emplea sobre todo en viviendas como Shou Sugi Ban House en Silicon Valley, Chilmark House de Martha’s Vineyard o la Soot House de Anthony Esteves, construida a mano por él mismo. En Canadá uno de los mejores ejemplos es la fachada de la tienda de la marca de ropa sueca COS en Toronto, donde el material la ayuda a destacarse de sus vecinos en la principal calle comercial de la ciudad.
En Europa podemos disfrutar de obras como Black Barn, diseñada por Studio Bark en Suffolk que recuerda a los edificios agrícolas locales y revestida en piedra combinada con yakisugi; la Villa Meijendel de VVKH Architecten en los Países Bajos, donde la fachada en madera quemada parece cambiar con la luz, escondiéndose o revelándose a cada momento; o el Auditorio del campus de Garching de la Universidad de Múnich.
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