Si queremos implantar mejoras tecnológicas que faciliten nuestro día a día en la ciudad, ¿por qué no transformar los procesos industriales desde la raíz? Analizamos las claves de la llamada industria 4.0
Fabricación multietapa y flexible, machine learning, robótica avanzada… Del uso de las máquinas de vapor (el particular 1.0) a la época actual la tecnología ha marcado el compás de los nuevos productos y servicios que ofrece el sector industrial. La historia reciente del desarrollo socioeconómico se consolida con la evolución de estos avances: la de la energía eléctrica (2.0) y la aparición de la computación (3.0). La maduración de esta última trae consigo una manera revolucionaria de producir: la transformación digital (4.0).
El punto presente plantea que personas recién tituladas pueden montar su startup sin implicarles una fuerte inversión financiera, y que estas a su vez pueden ser un partner de grandes industrias. Este cambio lo están liderando empresas jóvenes que no llevan ni diez años en el mercado y la tecnología que más destaca es… un mix de todas ellas: desde la analítica a la robótica.
¿Qué sector está despuntando en la industria 4.0? La automoción es uno de ellos mediante la robótica. El naval en cierta medida también gracias al uso de impresión 3D para prototipado, así como el sector de telecomunicaciones, que hace uso de chatbots y software avanzado. Por otra parte, el sector bancario está siendo uno de los ejemplos en los que fijarse de gran uso de machine learning, big data y analytics.
No solo las máquinas se vuelven cada vez más inteligentes, sino que las propias personas hiperconectadas aplican sus conocimientos de una manera profunda gracias a la interpretación de datos. Imagina conocer en tiempo real la demanda de un determinado producto o servicio, poder monitorizar los procesos o la trazabilidad… Gracias al big data -entre otras herramientas menos conocidas- las industrias podrán afrontar el reto que supone ofrecer productos cada vez más personalizados y sostenibles.
¿Qué sería de la tecnología si no fuese de utilidad y no implicase un proceso social? Esta revolución industrial, si bien recae en tecnología, se centra sobre todo en las personas. Tanto desde el punto de vista de los profesionales, cualificados en lo más específico, hasta en la demanda de los clientes. El ejecutivo Bernard Charlès sintetiza la oportunidad de esta manera en Retina: “Los que cambiarán las reglas del futuro no serán aquellos con un sistema de producción más automatizado, sino quienes tengan más experiencia y conocimientos, quienes trabajen en entornos de negocio que integren a los subcontratistas como socios de pleno derecho en la creación de valor”.
Cuatro conceptos de la industria 4.0
La industria 4.0 no tan solo implica avances tecnológicos. Destacamos cuatro claves de esta revolución más allá de unos y ceros:
- Capacitación de las personas: las máquinas no sustituirán puestos de trabajo, sino que facilitarán las tareas rutinarias. Este grado de especialización supondrá una mayor cualificación de profesionales a la que empresas e instituciones deberán responder de manera colaborativa. Las personas desarrollarán su carrera profesional donde aporten valor añadido.
- Transformación organizativa: se acabaron los departamentos estancos en las empresas. Los datos y procesos son transversales y afectan a todas las áreas de manera horizontal, lo cual facilita entornos menos jerarquizados, en los que todo el equipo aporta.
- Descentralización de las redes de trabajo: como el caso de Facebook y sus comienzos en un garaje, ya no resulta necesario contar con gran maquinaria. ¡Una impresora 3D puede lograr casi cualquier componente!
- Sostenibilidad: en esta revolución tecnológica, mayor capacidad de producción no significa mayor contaminación, sino todo lo contrario. Al poder controlar todas las partes del proceso resultará más sencillo ahorrar materia prima o energía, haciendo así una industria no solo sostenible, sino también eficaz y ágil. Un win-win para la industria y la sociedad.