Síndrome de Heidi o el déficit de naturaleza en nuestras vidas

¿Estrés? ¿Ansiedad? ¿Dificultad para concentrarte? Tal vez padeces el ‘síndrome de Heidi’, un trastorno vinculado al déficit de naturaleza en nuestras vidas. Si no quieres mudarte a un entorno más verde, la solución pasa por incorporar más y mejor la naturaleza al diseño de nuestras ciudades.

Síndrome de Heidi o el déficit de naturaleza en nuestras vidas

¿Qué es el ‘síndrome de Heidi’?

¿Quién no conoce a Heidi? En la famosa novela de Johanna Spyri, y la aún más famosa serie de animación, esta niña saludable y sonrosada caía enferma al llegar a la ciudad y solo se curaba al volver a sus montañas. ¡Y no solo eso! Hasta su amiga Clara recuperaba la salud cuando la iba a visitar.

Lo que padecía la pequeña Heidi era trastorno por déficit de naturaleza. Richard Louv acuñó el término en su libro  “Los últimos niños del bosque” (2005). Es una afección que no tiene diagnóstico médico  y que él mismo define como “el impacto que tiene en la salud física y mental el alejamiento del mundo natural”. Un impacto cada vez más relevante, si tenemos en cuenta que las predicciones señalan que en 2050 un 70% de la población mundial habitará en ciudades.

En nuestras vidas ‘tecnológicas’ parece que no hay lugar para mancharnos las manos de tierra. “Nunca en nuestra historia una especie había estado tan desconectada de lo natural”, afirma Louv, que para reconectarnos nos receta “Vitamina N” (2016), porque la ‘cura’ es tan sencilla como pasar más tiempo al aire libre, realizando actividades en contacto con los demás. En el camino ha impulsado el movimiento Children & Nature Network que se dedica precisamente a eso, a facilitar que los niños recuperen los juegos en la naturaleza.

Síndrome de Heidi o el déficit de naturaleza en nuestras vidas
Cuanto más tecnológicas se vuelven nuestras vidas, más naturaleza necesitamos

De los espacios verdes a los espacios azules

Es una evidencia científica que vivir rodeados de naturaleza es positivo para nuestra salud física y mental. Así, según un estudio de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, los niños que crecen en un entorno verde tendrán un menor riesgo de sufrir enfermedades mentales, como ansiedad o depresión, mientras que los adultos que viven rodeados de naturaleza mantienen una mejor capacidad física en edades avanzadas. Así lo señala el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), para el que la ciudad del futuro debe ser una ciudad verde.

Entre los beneficios para la salud de los adultos destacan la reducción del estrés, un aumento de la esperanza de vida y un mejor estado de salud general. En la infancia se relaciona con una mejor capacidad de la atención, desarrollo emocional y del comportamiento, e incluso con cambios estructurales beneficiosos en el cerebro. “Las ciudades más verdes son también ciudades más saludables”, afirma Payam Dadvand, investigador de ISGlobal.

Síndrome de Heidi o el déficit de naturaleza en nuestras vidas
Los niños que juegan en el exterior desarrollan el sentido de cooperación, la imaginación, la introspección, la reflexión, el compañerismo y la igualdad.

 

Junto a los espacios verdes, el ISGlobal está investigando la relación entre los ‘espacios azules’ y la salud dentro del proyecto europeo Blue Health 2020. Es un campo más reciente, pero los resultados revelan que entornos de mares, ríos, lagos o fuentes pueden ser promotores de la actividad mental y de la actividad física, en especial para la reducción del estrés.

Apúntate a los baños forestales

¿Y cuánto tiempo necesito estar en contacto con la naturaleza? El Instituto Nacional de Recursos de Finlandia se ha encargado de hacer el cálculo por nosotros y fija la ‘dosis mínima’ en 5 horas al mes, eso sí, en un bosque o un parque de más de cinco hectáreas.

Una manera de cumplirlo puede ser apuntarnos al ‘shinrin-yoku’ o baños forestales, un invento japonés de los años 80 que también ha llegado a occidente. En las consultas orientales prescriben una adecuada exposición a la naturaleza y los fines de semana los bosques y montes nipones se llenan de personas de todas las edades para disfrutarlos.  El doctor Qing Li, director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal que se dedica a estudiar el poder del ‘shinrin-yoku’ como medicina preventiva, recomienda “caminar muy despacio y descansando; disfrutando con los cinco sentidos, olvidándose de móviles y cámaras”.

Síndrome de Heidi o el déficit de naturaleza en nuestras vidas
Los baños forestales consisten en sumergirse en la naturaleza con los cinco sentidos.

Diseño biofílico contra el ‘síndrome de Heidi’

Desgraciadamente, cada vez pasamos más tiempo en el interior: de nuestras oficinas, de nuestras casas, de centros comerciales… Para paliar sus consecuencias, el diseño biofílico apuesta por incorporar elementos de la naturaleza en el diseño de interiores. Algunos de los mejores ejemplos los encontramos en las oficinas de los gigantes tecnológicos: Amazon cuenta con un bosque con más de 40.000 plantas en sus oficinas de Seattle, Facebook tiene un parque en la azotea de su cuartel general, y Apple incorpora un huerto y un estanque en su sede. ¿Altruismo? En realidad, está probado que el rendimiento de los empleados aumenta en entornos más naturales.

La biofilia atrae a célebres arquitectos. Frank Ghery se ha encargado del diseño de la ampliación de Menlo Park, el cuartel general de Facebook en Silicon Valley, entre plantas tropicales y secuoyas, mientras Foster+Partners introduce elementos biofílicos en sus diseños para las Apple Store: un bosque de bambú en Macao, árboles en Singapur y Dubai, una cascada en Milán…

Ventanas con vistas a la naturaleza, jardines verticales y paredes verdes o el empleo de la madera como material, son algnas de las características de la arquitectura biofílica que podemos trasladar a nuestro hogar.

Diseño biofílico de Frank Gehry para las oficinas de Facebook en Menlo Park.
Diseño biofílico de Frank Gehry para las oficinas de Facebook en Menlo Park.

 

Ahora cálzate las zapatillas y sal a dar un paseo, ¡la naturaleza te espera!