El Wabi Sabi está de moda. Esta filosofía oriental inspira ahora una nueva tendencia en decoración basada en la sencillez y los materiales naturales, aceptando las imperfecciones de lo que nos rodea. Pero es mucho más
“El Wabi Sabi cultiva todo lo que es auténtico reconociendo tres sencillas realidades: nada dura, nada está completo y nada es perfecto”. Así sintetiza Richard Powell, autor del libro Wabi Sabi Simple, la esencia de esta filosofía para hacerla comprensible a nuestras mentes occidentales. Porque si el propio término Wabi Sabi no tiene traducción, tampoco resulta fácil de explicar, ni siquiera para un japonés.
¿Qué es el Wabi Sabi?
Su nombre deriva de la unión de dos términos de difícil traducción: “Wabi”, simplicidad, y “Sabi”, la belleza o serenidad que dan los años. Unidos hacen referencia a la belleza de la imperfección. El origen de esta corriente está en la filosofía zen y tiene que ver con asumir serenamente el paso del tiempo, aceptando la vida con sus imprevistos y sus imperfecciones, saboreando la felicidad de los momentos sencillos.
Para Leonard Koren, autor de Wabi Sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos, es “la belleza de cosas imperfectas, impermanentes e incompletas”. Esta belleza de las cosas poco convencionales tiene que ver con la asimetría, la aspereza, la sencillez o la humildad.
Podemos ver la influencia del Wabi Sabi en diferentes prácticas artísticas japonesas como el ikebana, los haiku, la alfarería, la jardinería o la ceremonia del té. Pero sobre todo en el kintsukuroi, el arte de recomponer objetos con materiales preciosos. La imperfección se resalta, en lugar de ocultarla, aumentando la belleza del original y dándole una nueva vida.
Wabi Sabi nos hace más felices
El Wabi Sabi se puede aplicar a todos los aspectos de la vida. Si prestas atención encontrarás muchos ejemplos a tu alrededor. La reciente apuesta de las grandes firmas de costura por modelos no tan perfectas ¿no es Wabi Sabi? El brazo biónico de Rebekah Marine, el vitíligo de Winnie Harlow, el peso de Ashley Graham son parte de su belleza y una clave de su triunfo en las pasarelas.
Más allá de las imperfecciones físicas, puede darnos la clave para llevar una existencia más feliz. Querer alcanzar la perfección en nuestra vida es una quimera y el Wabi Sabi nos enseña que hay cosas que no se pueden cambiar. La idea de que lo imperfecto no solo es parte de la vida, sino su esencia, nos ayuda a soportar mejor los fracasos y permitirnos errores. Esto es lo que defiende el psicólogo Tomás Navarro en el libro “Wabi Sabi, aprender a aceptar la imperfección”, para quien aplicar la filosofía Wabi Sabi a nuestras vidas nos ofrece “un enfoque más sereno que nos permite aceptar la vida como es, no como queremos que sea”. El lema de una vida Wabi Sabi sería “vive el momento”. ¡Carpe Diem!
Wabi Sabi en decoración: naturaleza y sencillez
Lo podemos relacionar con el slow design, con el escandinavo hygge, con el minimalismo o el mindfulness. Pero en realidad el Wabi Sabi es más complejo porque nace de una filosofía de vida. Las claves para trasladarla a tu entorno están en valorar la sencillez e inspirarse en la naturaleza, rechazando lo superfluo y artificial, rindiendo culto a la imperfección.
Ya son legión los diseñadores de interiores que han convertido el Wabi Sabi en el principio que guía su trabajo. Entre ellos destaca el holandés Axel Vervoordt, que en su libro Wabi Inspirations muestra sus fuentes de inspiración y los interiores a los que da forma guiado por esta filosofía. Uno de ellos es el Hotel Greenwich, situado en el elitista barrio neoyorquino de Tribeca. Realizado en colaboración con el arquitecto japonés Tatsuo Miki, busca conseguir un retiro relajante por encima del bullicio de la ciudad.
Creando un interior Wabi Sabi en 6 pasos
Hay muchas maneras de interpretar esta tendencia, pero estos son los cinco puntos esenciales para crear un interior Wabi Sabi:
- Construir con materiales naturales: Wabi Sabi se inspira en la naturaleza y se basa en el uso de materias primas sinceras al 100%: madera, lino, piedra, cerámica… Que mantienen sus irregularidades y su rusticidad, que se emplean sin apenas tratar.
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Emplear objetos simples e imperfectos o gastados por el tiempo: no se trata de poner de moda los objetos envejecidos artificialmente, se trata de que tus cosas envejezcan contigo. O de recuperar objetos familiares. La asimetría y los fallos en los acabados también son bienvenidos.
- Fuera excesos: olvida el estrés visual y acumulativo. Tampoco se trata de ‘menos es más’. Debemos tener lo necesario, ni más ni menos.
- Colores naturales: recurre a tonos neutros, en consonancia con los materiales empleados, que nos recuerdan a la naturaleza, como los tierra, grises o blancos. Sin estridencias.
- El reino de las texturas: el Wabi Sabi recupera el sentido del tacto a través de las texturas, que los materiales naturales ya tienen de por sí: los nudos de la madera, las vetas de la piedra, tramas en los textiles… Buenas noticias: las arrugas son bienvenidas como parte de la imperfección. ¡Adiós plancha!
- Detalles decorativos: ¿Para qué? Entran en la categoría de lo superfluo. Pero si los hay, estarán vinculados a la naturaleza: ramas en vasijas de arcilla, conchas, plantas…
El resultado son ambientes muy sencillos, sin artificios, pero al mismo tiempo muy cálidos, gracias a la aportación de los materiales naturales, de las texturas y de los objetos con personalidad.
¿Te atreves ya con el Wabi Sabi?